REFLEXIONES Y PARTICULAR VISIÓN SOBRE LA HERÁLDICA FEMENINA
Por don Francisco Domingo Larrosa Gil
Heraldista
Distinguido Sr. D. José Juan:
Por singular que le parezca hoy vuelvo a enviarle algo que tiene que ver con mi anterior mensaje publicado en fecha 06-04-2011, motivo por el que pido muy encarecidas disculpas por hacer uso de mi derecho como individuo a expresarme libremente.
REFLEXIONES Y PARTICULAR VISIÓN SOBRE LA HERÁLDICA FEMENINA
Primero que nada quiero descubrirme en público ante D. José Antonio Álvarez Domínguez, quien con poco dice mucho y demuestra su calidad.
Siguiendo con el cuento, disimule vuestra meced, pero es que últimamente vengo leyendo ciertos pareceres, que lejos de afligir el alma más parece que producen un hondo sentimiento de querer manifestarse en ella el júbilo y el alborozo.
Me impresiona mucho que se pueda pensar que la Heráldica es algo que se creó el otro día para disfrute y regocijo de quien quiera “pintarse” un escudo, ignorando o haciendo ignorar a propósito al resto que ésta es una ciencia de otro tiempo más pretérito y fecundo, en el que las normas sociales de aquel momento quedaron indefectiblemente impresas en ella, conformando sus normas y proceder que han perdurado hasta nuestros días. Normas que en ciertos casos podrían causar molestia, sobretodo a personas que con pensamiento actual quieran entenderlas, o que por medio de un simple ejercicio de colocación de un filtro sobre los ojos poder disimular lo que interesa en su beneficio, y con él poder ver que dichas normas parecen lo proyectado en su favor, y convencidas ya de su espuria idea heráldica poder darla a conocer.
El vicio al que me refiero consiste en variar caprichosamente normas de la Heráldica, de forma que se coge de ella lo que interesa a los fines pretendidos y desechar enérgicamente lo que no parece adecuado a la particular empresa. Forma de actuar que popularmente puede confundirse con la frase “ni contigo ni sin ti”.
Particularmente creo que la Heráldica y sus normas deben aceptarse tal cual son, desnudas (con sus “¿defectos actuales?” y virtudes), y dejar a un lado las argumentaciones retóricas en las que manidamente se esgrime legislación actual para hacer valer argumentos actuales con los que poder “meterlos a puñetazos” dentro de la Ciencia Heroica.
La obviedad de que la Heráldica da preeminencia per se al varón en la ordenación de armas sobre la mujer, es un hecho arto sabido, y pudiendo estar más o menos de acuerdo con ello es una norma obligada a cumplir para estar dentro de la misma.
Se nos llena la boca y debemos dejar a parte a la hora de tratar esta materia la supuesta “¿antijuridicidad?” sobre el machismo residual que padece esta ciencia, cuestión que nada tiene que ver con las Leyes, Costumbres, Formas o Normas (dejo a elección la calificación de tal) que rigen en la Heráldica y bien plasmó el autor al que hago referencia.
Desobedecer esta norma no implica infracción a legislación alguna, pero sí que es verdad que autoexcluye de estar como Dios manda en esta ciencia, arte, etcétera.
No encuentro mayor logro en el intento fallido de crítica hacia el que suscribe, ya que la labor de éste no ha sido otra que la de transcribir sin rebozo alguno algo que es parte de la Heráldica, que ya estaba inventado y que funciona desde hace siglos. Dichas críticas más dan la impresión de ser algo extravagante que otra cosa, no por poner en duda mi palabra, que dicho sea de paso no vale más que la de otra persona, sino porque el verdadero interés encubierto es el de poner en tela de juicio la vigencia actual de las normas que rigen la propia Heráldica, nada más ni nada menos que para llevar antojadizamente cada cual el ascua a su sardina o, como ya he dicho antes, ordenar o “pintar” a placer el escudo que más gusto dé al ego sin que nada ni nadie interfiera en ese deleite personal, sea varón o hembra el peticionario de las armas.
Creo banal jugar a enjuiciar negativamente la labor recopilatoria de información heráldica de alguien tan idóneo y que dedicó su vida a ello como don Vicente de Cadenas y Vicent, como es sabido última Autoridad heráldica conocida en el Reino de España, quién supo transmitir a lo largo de toda su obra las normas y legado histórico que implícitamente conllevaba el ejercicio del oficio de Cronista-Rey de Armas, peso que sin duda sabía que recaía sobre su persona, medio por el que al igual que el Juez interpreta la Ley él nos hizo en ocasiones también de intérprete de la Heráldica.
Como ya tengo dicho, el “otrora” Cronista-Rey de Armas de España no sólo era una “¿persona de prestigio?”, no, era la Máxima Autoridad en esta materia por delegación directa en su cargo del mismo Rey de España, hecho importantísimo que quizás desde la lejanía no pueda apreciarse con mucha claridad.
Sin entrar en más disquisiciones y continuando en línea recta, me gustaría decir que nunca se ha planteado la posibilidad de que una señora no pueda USAR armas heráldicas, concretamente lo podrá hacer con las puras de su señor padre caso de ser soltera o casada, que no transmitirá o, combinadas las anteriores con las de su señor esposo en primer cuartel, o USAR las armas de su padre y propias del linaje por ser la legal (a ojos de esta ciencia) propietaria por falta de heredero varón. Lo que se trata de decir es que la Heráldica y lo expuesto cosecha y mérito, faltaría más, del Cronista-Rey de Armas que se cita, es que lo que no está permitido por esta ciencia es la ORDENACIÓN-ADOPCIÓN de armas heráldicas nuevas por parte de señora alguna, con las consabidas excepciones que se citan recogidas por don Vicente de Cadenas.
Cosa a parte es que como poder, poder… materialmente si que puede una señora ordenar y adoptar armas nuevas ¿quién se lo impide?, pero mi parecer es que lo haría de forma errónea, impropia y fuera de lo heráldicamente posible. Sería algo parecido a lo de “equivocar la velocidad con el tocino”, cosa en la que como podrá comprobarse no tiene nada que ver la una con lo otro.
No es lo mismo USAR una señora las armas creadas para un varón y su linaje y que por la circunstancia última de sucederle en dicho uso una hembra se perderán, que ORDENAR-ADOPTAR armas nuevas una señora, eventualidad que según esta ciencia y el peso de los siglos durante los cuales vienen aplicándose sus normas está exclusivamente reservado al varón.
Desde un punto de vista de la actualidad que nos rodea y/o sensibilidad hacia lo femenino o igualación hombre-mujer y viceversa (con lo que me identifico plenamente), la Heráldica y sus normas junto con las conclusiones a las que particularmente he ido llegando, pueden dar una imagen caduca y fuera de lugar, sobretodo y más que lo anterior de ser una persona muy machista, pero no menos que el machismo sufrido por la deformación natural experimentada en el lenguaje por medio del poso que el paso del tiempo ha ido imprimiendo en el mismo, hechos ambos de machismo residual que en poco o en nada afectan ni pueden compararse al trato de igualdad real y actual que pueda recibir un hombre o una mujer ante la Ley.
Como siempre, reciba un cordial y afectuoso saludo
Francisco Domingo Larrosa Gil