Hoy solamente se propone un enlace que le mostrará, improbable lector, la heráldica de las principales naciones y dinastías europeas en un diseño novedoso. Es este.

Confirmando el desconocimiento de nuestra propia historia, la noticia, que ya se adelantó hace año y medio, se ha visto confirmada ayer mismo en el diario El Mundo.
Y por qué pararse ahí. Ya puestos a destrozar nuestra historia, que se supriman las cadenas de todos los escudos de España, empezando por las armas del reino de Navarra, no vaya a ser que se ofendan nuestros vecinos del sur.
¿Y la puerta de Alcalá, símbolo de Madrid? Conserva marcas de los impactos de los proyectiles que se dispararon contra los franceses en la guerra de la independencia ¿no habría que derribarla igualmente?
Me corrigen, con razón, el mensaje que ayer mismo se publicó en este blog sobre la tiara pontificia. En él se expuso con rotundidad que solamente una persona en la humanidad poseía el derecho a timbrar sus armas con la tiara, con la triple corona papal.
Y me corrigen con razón porque existe efectivamente otro individuo que posee el derecho a timbrar sus armas con tiara: El arzobispo Lisboeta.
Del mismo modo, el ordinario, el patriarca del lugar, tiene el derecho a usar en las celebraciones litúrgicas la tiara. Tiara que nos dicen, no ha utilizado por respeto, siendo tradicionalmente sustituida por, atención improbable lector, ¡una mitra con tres fajas de oro!
Efectivamente. He aquí el antecedente del actual timbre de las armas pontificias.
La paradoja es evidente. El papa ha abandonado el uso heráldico de la tiara pontificia. El arzobispo de Lisboa, que ni siquiera es primado, por el contrario, lo mantiene. En la fotografía que sigue el cardenal Cerejeira, que fue patriarca de Lisboa.
Se concluye recordando que la ciudad de Reus, en el principado de Cataluña, por antiguo privilegio del que ya se habló en otra ocasión, timbra sus armas con la tiara papal que el propio papa ha abandonado. 
Desde que, escasos días después de ser elegido papa, Benedicto XVI cediera el asunto del diseño de sus armas pontificias a monseñor Andrea cardenal Cordero-Lanza di Montezemolo, cuyas armas cardenalicias son estas,
los pocos que habitamos este mundo de las ciencias heroicas nos vimos ingratamente sorprendidos por el extraño tocado que timbraba el escudo.
Recordará, improbable lector, que la tiara pontificia mantiene una existencia, no solo heráldica, sino real, de ochocientos años.
Así, los pontífices romanos se coronaban, en una ceremonia de auténtico boato y esplendor,
hasta que el papa Pablo VI decidió su abolición a partir de su inmediato sucesor.
A pesar de esa abolición de la ceremonia de coronación, tan propia de las monarquías y paradójicamente, tan tristemente olvidada, la corona pontificia, la tiara, se ha seguido representando sabiamente sobre las armas de los pontífices romanos hasta el anterior papa, Juan Pablo II.
La bondad de timbrar las armas de los sumos pontífices con esa corona reside en que nadie más en la humanidad puede hacer uso de ella y en consecuencia, resulta del todo útil para identificar como papales, cualesquiera armas.
El actual papa Benedicto XVI, por todo lo demás persona de sólidos valores tradicionales, quizá haya querido revelar en este gesto de abandono del timbre propio de los papas, un acercamiento a las iglesias hermanas, como la comunión anglicana o la iglesia ortodoxa, que ven en el primado romano un impedimento para la plena comunión con la verdadera Iglesia.
El propósito de la vuelta a la misa tradicional,
en latín y de espaldas,
sin duda mucho más agradable a Dios pues es sabido, esto es una nota de humor, que la lengua vernácula de Dios es el latín;
o el levantamiento de la condena de excomunión a los obispos de la iglesia tradicionalista, pero en cualquier caso cismática, de los seguidores de monseñor Lefebvre.
La realidad más evidente, sin duda alguna, es que la documentación emanada de la cancillería pontificia mantiene el uso de la coronal papal.
Al igual que el resto de instituciones que dependen de la Santa Sede, como la gendarmería
o la guardia suiza
e incluso la propia indumentaria del santo padre.
Se añade para concluir, un fenomenal diseño de las armas de nuestro actual papa de la mano de don Fernando Martínez y Larrañaga, Sánchez-Campins y Bilbao, quien ya nos ha acostumbrado a admirar sus fenomenales obras heráldicas. Diseño que muestra las armas del pontífice tal como deberían ser.
podría ser la destinada a proteger la axila y parte inferior del brazo, pero sin ser una manga entera. El resto de su discurso es correcto.
Sigue a estos párrafos la nota que la editorial ha tenido la deferencia de remitir:
JOYAS REALES, FASTOS Y BOATO
La Esfera de los Libros acaba de editar un lujoso volumen de 458 páginas de gran formato (Cartoné, 24x30) con cientos de fotografías que reflejan la vida ceremonial de las cortes europeas desde 1804, fecha de la coronación de Napoleón, hasta nuestros días.