sábado, 31 de marzo de 2012

SÁBADO: IMÁGENES

Sábado. Únicamente imágenes.

Cuando los reyes de España mantenían su corte, es decir hasta el monarca anterior al felizmente reinante, existían un largo número de oficios palaciegos que hoy consideramos anacrónicos. Y es que verdaderamente sus nombres resuenan arcaicos: Sumiller de corps, caballerizo mayor, mayordomo de semana o gentilhombre de cámara con ejercicio.
Hoy propongo un brevísimo repaso de este último oficio de corte. Ya sabrá, improbable lector, buscar por sí mismo una mayor información al respecto si es de su interés.
El oficio de gentilhombre de cámara se concedió, en los últimos reinados inmediatamente anteriores al actual, como recompensa a personajes cuyo devenir vital así lo aconsejaba. Entre otros muchos, (en 1931 existían quinientos veinte gentilhombres de cámara), destaco al bilaureado general don José Enrique Varela, desde 1922;
al general don Francisco Franco Bahamonde, creado gentilhombre en 1923;
y al comandante Franco, hermano del anterior, desde 1926.
Significando que el antiguo oficio de gentilhombre de cámara llevaba aparejado el acceso a la cámara del rey, el distintivo empleado fue una llave dorada.
Llave que se adornaba con la corona real; el anagrama del monarca otorgante de la gentilhombría, en los últimos reinados; y con los muebles heráldicos de las armas reales: castillo y león.
Esta llave se disponía, prendida en el costado derecho de la cintura, sobre cualquier atuendo civil o uniforme militar, únicamente en las categorías de etiqueta. Pero, salvo mejor noticia, no se representaba sobre las armerías de los agraciados con esta distinción.
Las llaves que adornan esta tediosa entrada, rescatadas de la red, responden al distintivo de este oficio.
Añado como anécdota, a modo de conclusión, que el maestro de ceremonias de la corte de Londres, igualmente, porta llave dorada sobre su uniforme.

viernes, 30 de marzo de 2012

APUNTE

En respuesta al reciente recado electrónico remitido por el joven redactor heráldico don Pablo Pereira me permitiré, desde mi sincera ignorancia, elevar al común dos precisiones. Concisiones que no desean abrir debate alguno.
Dos temas únicamente. Responder a la cuestión planteada al final de su texto y recordar la doctrina de quien debería ser por su ilustración rey de armas, don Faustino Menéndez-Pidal de Navascués. 
Primero: La cuestión lanzada por don Pablo Pereira propone la heráldica como ciencia. Como ciencia inexacta. Pero ciencia.
Lamento disentir: A mi juicio es arte. Solo arte. Un arte que basa su elaboración, su desarrollo, en métodos pretendidamente científicos. Pero arte al fin y al cabo.
Ni tan siquiera en su faceta de auxiliar de la historia es ciencia. Me refiero efectivamente improbable lector a la vertiente académica de los estudios históricos. Aquellos que utilizan la heráldica como herramienta para identificar y datar. Ni tan siquiera entonces puede considerarse científica. Es tan solo herramienta artística. Exactamente igual que el arco de una ermita semiderruida. Apunta una fecha, pero no la data con exactitud científica. No.
Segundo: Recordar que los cuatro cuarteles principales de nuestro escudo nacional, que hoy consideramos sin objeción como propios y representativos de Castilla, León, Aragón y Navarra, no lo fueron en origen.
Los escudos que se resumen en esos cuatro cuarteles no representaron en su origen territorios. No. Representaron y fueron realmente embrazados por los individuos que regían esas regiones, por sus reyes. Es decir, desde su nacimiento y durante siglos, esos cuatro escudos no fueron otra cosa que las armas de los soberanos de Castilla, de León, de Aragón y de Navarra.
Estos cuatro cuarteles principales de nuestro escudo nacional representan hoy territorios como consecuencia de un mecanismo intelectual que ha dado en suponer que las armas del rey, representan al reino.
Me permito insistir. Los cuatro cuarteles principales de nuestro escudo nacional fueron originalmente armas portadas verdaderamente por los monarcas de esos reinos. Es decir, son armas de base personal que concluyeron, al cabo de los siglos, representando los territorios sobre los que los reyes ejercieron su soberanía.
Y esa y no otra, es la razón por la que otros territorios de nuestra geografía patria, como Asturias, Galicia o Murcia, no incluyen sus armas en el escudo nacional, la falta de sustento personal en la época en la que se portaban escudos.

jueves, 29 de marzo de 2012

SESENTA AÑOS

UN ENLACE.
SESENTA AÑOS DESPUÉS
Por don Alfonso Herrera Sánchez
Heraldista

Don José Juan

Aquí le envío un interesante enlace a vídeo que puede ser de su agrado si no lo visto, cosa que no me extrañaría dado su extenso conocimiento en todo lo relativo al oficio de armas. Si es de su interés le recomiendo que amplíe el visor a toda la pantalla.


A mí me ha conmovido, deseo para estos lares liturgias análogas. Actualmente difícil es el panorama económico y de los recursos públicos que harían impopulares tales decisiones pero sospecho que algo tiene que ver con este panorama nuestra maltrecha confianza como país.

Serían legión los que en España desdeñarían este aparato por anacrónico y caduco, pero son estos elementos añejos los que nos diferencian de naciones como el Perú, Argentina, los EE.UU. o Nueva Zelanda y que podrían ser explotados en la única de nuestras industrias no tocadas todavía, el turismo. Empleo este argumento tan práctico y mundano porque muchos no aceptarían como fundamento razonable la herencia de una prolongada historia y legado de los que nos precedieron. Reyes de armas, bien usted lo sabe, los hubo en las dos coronas y el reino que han conformado España, y se mantuvieron en la Monarquía hispánica hasta las 18:30 horas del 14 de abril de 1931.
Deseando que en nuestro país un evento semejante se produzca lo más tarde posible ¿se imaginaría al presidente del gobierno de turno dando anuncio análogo? Imagino que sería por televisión, con un traje oscuro, desde alguna de las dependencias del Palacio de la Moncloa? Piense que, de no haber cambios, será algo parecido al anuncio de Arias Navarro cuando murió Franco ¿No es algo muy limitado contando con una Corona como forma de gobierno? Coincidiendo que recuperar un excesivo ceremonial con una Corte, y gentileshombres de cámara no era deseable casi cincuenta años con el Trono vacante ¿qué es una monarquía parlamentaria sin ceremonia? Sin ésta ¿en qué se diferenciaría de una presidencia salvo en lo relativo al proceso de designación en la jefatura del Estado?

Admiro al RU a pesar del obstáculo gibraltareño que nos separa, en la actualidad el único. Conviene recordar que con los Reyes Católicos, y aún antes en Castilla, se prefirió una alianza hispano-inglesa en vez de una entente con Francia. Esta alianza dio buenos resultados hasta el divorcio de Enrique VIII y el reinado de Isabel I, cuando como bien sabrá cambiaron definitivamente las tornas. La Nación británica, a pesar de encontrarse actualmente también en horas bajas y de haber tenido que enfrentarse a numerosos contratiempos desde el conflicto de Suez, ha sabido hacer una transición a su condición postimperial mucho más ordenada y menos traumática que la nuestra.

A pesar de perder colonias, de crisis financieras y de recortes, de annus horribilis para su realeza... ahí tenemos a la Monarquía británica comenzando los festejos del Jubileo de Diamantes. Muchos dirán por aquí, y algunos por allí también que en todas partes tiene que haber gentes de diferente opinión, que menuda antigualla e insistiendo en lo raros son los ingleses. Pero humildemente creo (aunque como con toda opinión puedo estar equivocado) esa nación tan "anacrónica y extravagante" está capeando mejor que nosotros este temporal, incluso absorbiendo a mucho desempleado de la vanguardista y ultra-moderna España.
Como se ha repetido machaconamente en prensa, es cierto que en la crisis que estamos sufriendo hay un componente internacional y otro económico, pero coincido con algunas voces que apuntan entre las causas el excesivo poder que han acumulado los partidos frente a las instituciones (lo realmente importante) y el discurso lanzado desde muchos foros considerando vergonzante nuestra historia y la Nación misma. Estas posturas demagógicas, que no tienen más objeto que servir de justificación para mantener a algunas agrupaciones políticas permanentemente en el poder, han arraigado profundamente en nuestro país ahondando las diferencias entre españoles, que es lo más grave. No son mejores que nosotros los británicos, no hay reglas históricas inmutables que nos aten a la periferia del continente. Únicamente nos diferenciamos de ellos en que no existe un proyecto como comunidad política compartido por la mayoría y la capacidad de saber aparcar diferencias ideológicas para tratar de salir unidos del agujero. Ellos lo han hecho desde hace décadas, asumiendo su historia, con sus luces y sombras, conscientes de los errores de quienes les precedieron pero orgullosos de sus logros y herencia. La receta para superar este bache también se ha expuesto en numerosas ocasiones: una sólida reforma educativa que perdure en el tiempo como primer paso y herramienta esencial; después habría que tratar de rehacer la industria, ¡qué desastroso ha sido querer convertir a España en un país de servicios! ahora estamos pagando las consecuencias de tantos errores.

Y en esas estamos en el país del desastre de 1898. Espero que los españoles sepamos mantener la concordia entre nosotros, discrepando por supuesto pero aceptándonos como sociedad diversa, cediendo todos para lograr espacios comunes, combinando tradición (arrinconada en el presente) y modernidad (arrinconada en el pasado). Aunando unión con diversidad. Esto es, muy simplificado, el modelo británico, el que yo prefiero porque el francés, rupturista y fundamentalmente antimonárquico, modelo que ha tenido en nuestro país un desarrollo tan tortuoso que desembocó en la tragedia de la Guerra Civil (ahí está como testimonio todo el siglo XIX español con sus innumerables constituciones).

En los últimos años vuelven a resonar, incipientes aún, los clarines de los demagogos. Ya hace 2.300 años que Demóstenes previno a los atenienses que los demagogos no les legarían la prosperidad e igualitarismo que predicaban sino que serían heraldos de su ruina y que una tiranía caería sobre ellos, no se equivocó. Espero que mis temores sean infundados.

Dios salve a la Reina, a pesar de Gibraltar.... y también a nosotros, los españoles

Un saludo

Alfonso Herrera Sánchez

miércoles, 28 de marzo de 2012

VEINTE AÑOS DE MILI

Tal día como hoy, hace veinte años de vida militar, juré defender al rey, el orden constitucional y la unidad de España, besando esta bandera:

martes, 27 de marzo de 2012

BRILLANTE APORTACIÓN ACADÉMICA

UNA MALAGUEÑA PRINCESA DE KAPURTHALA

Por don José Luis Sampedro Escolar


Este año de 2012 se cumple medio siglo del fallecimiento de S.A. la Rani Prem Kaur Sahiba, una malagueña a la que el destino hizo Princesa de Kapurthala mediante su matrimonio con el VII maharajá de ese pintoresco estado del Punjab, Farzand i-Dilband Rasikhul-Itiqad Daulat-i-Inglishia Raja-i-Rajgan Maharaja Sir Jagatjit Singh, nacido el 24 de noviembre de 1872, fallecido el 19 de junio de 1949 y que tuvo un largo reinado desde 1877 hasta su fallecimiento.
La fuente más fiable para conocer la auténtica biografía de Anita Delgado la encontramos en los libros que le dedica Elisa Vázquez, a la que seguimos con más confianza que a otros autores que novelan en demasía la trayectoria, de suyo excepcional, de esta mujer.

Ana Delgado Briones vio la luz primera en Málaga el 8 de febrero de 1890, donde sus padres, Ángel Delgado de los Cobos y Candelaria Briones, se ganaban la vida con El café de la Castaña. Por recomendación del poeta Arturo Reyes, entre 1900 y 1905 tomó clases de declamación (necesarias, entre otras cosas, porque padecía una leve tartamudez) con José Ruiz Borrego, pero tuvo que suspenderlas debido a la situación económica de la familia, que aconsejó que emigrara a Madrid, donde Anita, junto a su hermana, formaría dúo artístico bajo el nombre de Las camelias, en el café cantante Central-Kursaal, que contaba con clientes de la intelectualidad bohemia como Valle Inclán, el dibujante Leandro Oroz, Julio Romero de Torres o Ricardo Baroja.
Por aquellas fechas (1905), Alfonso XIII, en gira por Europa para buscar novia, viajó a Londres, donde su amigo Nando Peñaranda, hermano del XVII duque de Alba, le presentó a un exótico jugador de polo, quien aún era conocido como S.A. el rajá de Kapurthala (el título superior de maharaja sólo se lo concedieron los británicos en 1911). Tanto congeniaron nuestro monarca y el rajá que éste fue invitado al año siguiente a asistir en Madrid a la boda del Rey con la Princesa Ena de Battenberg.
Como turista amante de los placeres de la vida, el Príncipe indio, de 34 años de edad, acudió al Central-Kursaal, donde no pudo evitar sentirse atraído por el encanto de los dieciséis años recién cumplidos de Anita Delgado, pero la joven rechazó las ofertas de sostener efímeros encuentros con él y, ante su resistencia, Jagatjit Singh instaló a toda la familia Delgado en París para educar a la protagonista de esta singular aventura, haciéndola su esposa por matrimonio civil contraído en la capital del Sena.
En 1962, al recordar la folletinesca trama de su matrimonio, alguna nota de prensa señaló que el matrimonio de París se había celebrado por el ritual católico, pero ello no es cierto. La ceremonia religiosa de rito sij, en 1908, en Kapurthala, revistió la pompa de las fastuosas cortes indias del momento, pero la vida de Ana en la India, pasados los momentos iniciales del capricho principesco, estuvo muy lejos de ser un cuento de las Mil y Una Noches. Entre los obstáculos que se interponían en el camino de la felicidad de la española destacaba el hecho de que siendo cristiana hubiese contraído matrimonio al margen de la Iglesia con un infiel, lo que las damas extranjeras de la puritana colonia británica en la India eduardina criticaban abiertamente. No olvidemos que la Reina Victoria Eugenia, en esas fechas, fue terriblemente censurada por la sociedad anglicana por haber abrazado el catolicismo para casarse con el soberano español.
Aunque Anita tuvo un hijo, Maharajkumar Ajit Singh, la pareja se separó, y ella repartió su vida entre París y Madrid, con frecuentes viajes a otros diversos puntos. Las dos contiendas mundiales le provocaron numerosos problemas pues, aunque su patria de origen fuera España, que se mantuvo neutral, su documentación de identidad internacional era del Imperio británico.

Cuando, en octubre de 1928, el maharajá visitó España,
fue agasajado espléndidamente por su antiguo amigo el Rey Alfonso, que le condecoró con la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, mientras que a su hijo le otorgó la de la recientemente creada Orden del Mérito Civil, cuyas insignias lucen en la fotografía para la que posaron con el marqués de Viana y otros personajes de la Corte con ocasión del banquete celebrado en su honor en el regio alcázar madrileño, pero la raní no estaba con ellos.
Poco después de finalizar la II Guerra Mundial, en 1949, falleció el Maharaja, y, aunque separada de él desde hacía años, Anita fue recibida como su viuda en el Palacio de El Pardo por el Caudillo, que quiso expresarle personalmente su pésame.

El resto de su vida transcurrió con suma discreción, salvo algunas controversias referentes a la publicación de unos textos en la prensa que pasaban por sus memorias. Sus días finalizaron en Madrid, el 7 de julio de 1962, y su hijo único la sobreviviría hasta 1982, cuando murió en Nueva Delhi, a los setenta y cinco años de edad.
Durante el invierno de 2007, el recuerdo de los fastos de Kapurthala se reavivó con la subasta en la sala Christie´s, de Londres, de algunas de sus extraordinarias joyas, valoradas en más de 200.000 euros.

A los efectos de los estudios que interesan en este foro, reproducimos la bandera y el escudo de armas del principado de Kapurthala, basado en la heráldica occidental, particularmente en la inglesa, como se puede comprobar con una mirada al mismo.

Por otra parte, en cuanto a la falerísitica, parece curioso reseñar que, además de la Gran Cruz de Carlos III, mencionada antes, el Maharajá de Kapurthala sumó un gran número de condecoraciones de todo el orbe, cuya relación haría palidecer de envidia a varios colaboradores asiduos de este blog: medalla de oro de Jubileo de Diamante de la Reina Victoria (1897), medallas del Durbar de Delhi de 1903 y del de 1911, grandes cruces de la Orden de la Estrella de la India, de la Corona de Prusia (ambas en 1911), y de la Orden Imperial de la India (1921); en 1924 recibió las de la Orden italiana de los Santos Mauricio y Lázaro, la Orden Alauita de Marruecos, la orden del Nilo, de Egipto, y las insignias de Gran Ofical de la Legión de Honor de Francia; al año siguiente sumó las Grandes Cruces de la Orden del Mérito, de Chile, de la del Sol, de Perú, de la Orden de Honor y Mérito de Cuba; la de la Orden del Imperio Británico llegó en 1927, seguida de la de Menelik II, de Etiopía, y la de San Sava, de Yugoslavia, en 1928, las de la orden de Gloria de Túnez, y de la orden real de Camboya 1929, de la Orden de la Corona de Irán (1930), de la orden del León Blanco de Checoslovaquia (1934), más, en 1935, la medalla del Jubileo de Jorge V y las Grandes Cruces de la orden de la Estrella, de Rumanía, de la de Santa Ágata, de San Marino, y de San Silvestre, de la Santa Sede, finalizando con la medalla de la coronación de Jorge VI (1937) y la de la Independencia de la India (1947). No es extraño que el príncipe juntase tan excepcional colección de insignias. Jarmani Dass, en su libro Maharajá, publicado en Nueva Delhi en 1969, reproduce un a modo de curriculum en el que el propio interesado enumeró sin pudor los méritos que alegaba para que le fuera concedida la Gran Cruz de la Orden de Victoria, cuando ya ostentaba, según afirma en ese documento, las Grandes Cruces de las Órdenes de la Estrella de la India, del Imperio Indio y del Imperio Británico.
Además, en 1897 fundó dos distinciones la Nishan-i-Shahi, que puede traducirse por La Condecoración Real, con el único grado de collar, reservada a los miembros de la Dinastía y a sus más próximos, y la Nishan-i-Iftikhar, condecoración para recompensar tanto méritos militares como civiles, con los rangos de Gran Comendador, Comendador y Caballero. El sistema premial de Kapurthala incluía también una medalla por conducta distinguida (de oro, para los XXV años de servicio, y de plata para los XV) y la medalla del Jubileo, creada en 1937 para festejar sus bodas de Diamante con el Trono, con una única clase, de plata. Todas estas condecoraciones quedaron suprimidas en 1950.
Al redactarse esta nota de recuerdo a Anita Delgado en el cincuentenario de su fallecimiento da la casualidad de que se ha vendido en pública subasta, en la sala Ansorena, de Madrid, un interesantísimo óleo original de Juan Comba García, el excepcional cronista gráfico de los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII.

La pintura que mencionamos, fechada en 1923, es la versión reelaborada de una previa publicada en La Ilustración Española de fecha 15 de junio de 1906, que representa la recepción ofrecida en el Palacio Real de Madrid a los Príncipes extranjeros, el 2 de junio del citado año de 1906, cuando las víctimas producidas en la calle Mayor por el anarquista catalán Mateo Morral ya habían recibido sepultura.
Reproducimos igualmente el apunte a lápiz –también de 1906- en el que el artista fijó la imagen del exótico monarca,
para incorporarlo a su obra posteriormente.
En la versión definitiva encargada por Alfonso XIII, años después (y recientemente subastada), se identifica perfectamente a buen número de asistentes, empezando por los protagonistas indiscutibles del acontecimiento, Don Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia, seguidos en cortejo por la Reina María Cristina y el Príncipe de Gales (luego Jorge V), la Princesa de Gales y el Archiduque Francisco Fernando de Austria, la Princesa Beatriz de Battenberg con el Príncipe Adalberto de Prusia, y el Príncipe Eugenio de Suecia, seguido del Gran Duque Wladímir de Rusia. Rodeándolos reconocemos a varios palatinos como el marqués de la Mina, el duque de Sototmayor, el conde de Aybar, el marqués de la Torrecilla, el duque de Bailén, el marqués de Viana, don Emilio Torres (secretario del Rey), el duque de Alba y el conde del Grove.
Este cuadro estuvo expuesto durante muchos años en las habitaciones privadas en Palacio, pero, al ser propiedad particular de la Familia Real, se vendió alcanzando una cotización de 15.000 euros. Afortunadamente, el Estado ha ejercido el derecho de tanteo y este cuadro podrá volver así a su sede natural, es decir, el Palacio de Oriente. En el Palacio Real de Aranjuez se guarda una copia de este cuadro, de los años ochenta, del siglo XX, de muy inferior calidad artística.

APORTACIÓN

SOBRE LA ADECUADA DISPOSICIÓN DE LOS CUARTELES

Por don Pablo Pereira

Estimado don José Juan;

Recibí con gran alegría la noticia de la vuelta a la actividad del blog sobre heráldica que, entre los agobios y distracciones propias de la vida universitaria, suponía y supone un pequeño remanso de esa paz que siempre me ha traído esta ciencia. Y, como no, una buena oportunidad para ampliar conocimientos y aprender de las reglas y las excepciones que abundan en el campo de las ciencias heroicas.

Escribo hoy a razón de la entrada del pasado Jueves, 22 de Marzo, en el que se tocaba el tema del cuartelamiento "incorrecto" de ciertos blasones, responsables, entre otras cosas, de la forma del blasón actual del Estado español. Y es que este asunto toca un tema casi psicológico: el ansia humana por aparentar.

El ser humano en general, y el español el particular, tiene una curiosa tendencia a pretender ser o parecer más que el vecino. O, al menos, no menos. Esto, que parece una tontería, ha marcado, y no poco, el devenir de la heráldica. Cualquier pueblo perdido tiene dos o tres casas, pertenecientes al o a los ricos del pueblo, con un elaboradísimo blasón cargado de ornamentos, y con linaje de talabartero. El por qué es sencillo, en cuanto el hombre humilde se separa un poco del resto de hombres humildes, se cree superior, y quiere aparentar más. Nobleza, en este caso. Muchos burgueses hicieron matrimonios con la nobleza, aportando dinero a cambio de lustre en los apellidos, situación muy característica de España. He llegado a ver, en Huesca, un blasón que tenía encima una "corona" que se asemejaba a una condal, y era un simple ramillete de flores. Dudo mucho, por como era, que fuese mera casualidad. Tampoco es casualidad que los Duques de Normandía y Aquitania conquistasen Inglaterra, cuando eran sus feudos continentales los que realmente les importaban. Inglaterra podía ser un islote pobre y lluvioso, pero les daba un título real que aumentaba su estatus social. Aunque ni pisasen el reino (Ricardo II sólo estuvo seis meses...para sus dos coronaciones, sin ir más lejos).

¿Qué tiene esto que ver con el tema? Todo. Porque, en definitiva, en Heráldica, como en cualquier otra cosa, las apariencias importan. Efectivamente, por tradición, en el cuartelamiento se escogen las armas paternas en primer lugar. Sin embargo, por un lado, el cuartelamiento en sí ya es una perversión, pues las armas no pueden cuartelarse eternamente, y se deberían heredar las armas paternas. Y, por otro, entra en juego un factor importante: el prestigio de las armas. En una época en la que la heráldica era política, el Reino de León, originalmente más prestigioso, había sido arrinconado por una Castilla mucho más dinámica y un Portugal independiente. Arrinconado, el antaño Imperio, cedió el puesto de Reino principal a Castilla. Por eso, cuando se cuartelan las armas de León y Castilla, se sitúa en primer lugar al Reino que, por dinamismo antes que por historia, tira de la corona. Motivo por el cual, las armas de otros territorios ya existentes (Galicia, Asturias), y de otros por venir nunca se unieron al blasón original, excepción hecha en algunos blasones aislados, como el que envié tiempo atrás del Teatro García Barbón de Vigo. El asunto es el mismo con los Reyes Católicos: Aragón era una potencia mediterránea, pero el prestigio de Castilla y León era mucho mayor, y controlaban la península casi al completo. Así, en detrimento de la lógica, Castilla y León ocupan el lugar preferente, dejando a Aragón en segundo plano. Y no es este el único caso, de ello estoy seguro, a lo largo de la historia, que a buen seguro que apellidos, armas, y demás simbología se cambiaban habitualmente entre la nobleza para aparentar más estatus.

Pues, en definitiva, ¿qué es la heráldica sino un modo de mostrar el linaje y la honra de cada cual? Si puedo incrementar ese linaje, aunque sea por la Teoría del Punto Gordo (si tienes que cruzar una serie de rectas y no se cruzan en el punto deseado, engordarlo hasta que se crucen), lo hago. La heráldica no deja de ser una ciencia social, inexacta, por tanto, al depender de actitudes humanas, en este caso la envidia, las ansias de grandeza e, incluso, el desconocimiento. Aprovecho, pues, para lanzar la siguiente pregunta, ¿debe ser la heráldica una ciencia exacta, deben cumplirse siempre al dedillo sus leyes? ¿O debe, por contra, asumirse como manifestación humana, variable, por tanto, y tener cierta manga ancha?

Un saludo.

lunes, 26 de marzo de 2012

APORTACIÓN

CAPELOS

Por don José Andrés Navarro Yepes
Heraldista
Estimado José Juan:

Intentaré ayudar a mi paisano y conocido José Antonio Padilla Solano en sus inquisiciones.

Respecto al primer escudo:
Pertenece al sacerdote romano Antonio Pompili
(http://www.vicariatusurbis.org/SanMartinoIPapa/notizie_biografiche.html). Pero desconozco si las borlas rojas se deben a ser parte del clero diocesano de Roma, como sospecho, o bien a alguna otra razón desconocida.

Respecto al segundo escudo:
Se trata del escudo del fallecido cardenal Marcelo González Martín, en su etapa de Arzobispo de Barcelona. Posee en efecto 20 borlas de púrpura. El número 20 hace referencia al cargo arzobispal y el color púrpura es el propio de los prelados domésticos.

Los prelados domésticos que hubieran sido creados tales antes de su consagración episcopal mantienen (o mantenían, hasta el Motu Proprio “Pontificalis Domus” de 1968) dicho título, y con él, el color púrpura de las borlas que sustituiría al verde común de obispos y arzobispos (no así al rojo de cardenales). Don Marcelo fue designado prelado doméstico de Su Santidad Juan XXIII el 24 de Marzo de 1960 y alcanzó el obispado unos meses después.

Respecto al Motu Proprio de San Pío X “Inter Multiplices”, de 21 de febrero de 1905:

No he sido capaz de encontrar el texto en castellano o inglés. Sin embargo, se puede consultar aquí en el original latino y en francés (página 18 y ss.):

Aquí el latín se puede leer un poco mejor (página 491 y ss.):

No obstante, hay un recurso en inglés que, sin ser una traducción del documento, pone en términos prácticos éste y las demás normas de la época (1909) respecto a la indumentaria eclesiástica, con un apartado de 27 páginas sobre su aplicación en la heráldica:

Aquí se puede encontrar el mismo documento en versión de “sólo texto”:

Espero haber sido de ayuda. Para mí ha sido un placer esta búsqueda.

Un abrazo.

José Andrés Navarro Yepes

CONSULTA

Por indicación de la Diputación de la Grandeza Española acudo a esa institución y a Ud. por si me pueden ayudar e informar del linaje al que pertenece el escudo tallado en la pila bautismal de mi pueblo: El Casar de Talavera o del Ciego (antiguo municipio y hoy EATIM de Talavera de la Reina). Pues, estoy investigando la estirpe a la que pertenece y no consigo averiguarlo.
Les adjunto fotografía con dicho blasón.
Agrediéndoles su ayuda, reciban mi cordial saludo.

Guillermo Muñoz Flores

domingo, 25 de marzo de 2012

CAPELOS HERÁLDICOS

RESPUESTAS

Por don Álvaro Zapata
Heraldista



Amigo José Juan:

Congratulado por su vuelta al ruedo cibernético de las Ciencias Heroicas, espero que haya sido su descanso reparador. Si bien supe desde el primer momento de su vuelta, no he querido ponerme antes en contacto con Vd., intuyendo que quizás le habrán llegado docenas de correos de sus fieles seguidores, que a toda la comunidad nos consta, son numerosos, con un propósito idéntico. Y para qué redundar. Sin embargo, don José Antonio Padilla, al que aprovecho para enviar mi saludo, me ha brindado la oportunidad de ponerle estas cuatro letras juntas, y de paso responder a la duda que nos plantea.

Empezando por el final, siento comunicarle que no poseo el citado Decreto, aunque sí he tenido oportunidad de leerlo, en su latín original. Podrá encontrarlo el Sr. Padilla en las Acta Apostolicae Sedis de 1905, documento éste equivalente al Boletín Oficial de cualquier Estado moderno. Desgraciadamente en la página oficial de la Santa Sede sólo se encuentran informatizados desde 1909. En cualquier biblioteca de una Facultad de Derecho bien provista, podría hallarlo. Y muy probablemente en los Archivos diocesanos de su lugar de residencia. Siempre en latín, eso sí.

Siguiendo en orden inverso, el escudo que nos presenta corresponde al Cardenal González Martín, primado de España entre 1971 y 1995. Concretamente corresponde a su etapa previa como Arzobispo de Barcelona.
¿Por qué morado, en lugar de verde? Un grave error heráldico cometido por el entonces Arzobispo, que no se subsanó hasta su creación cardenalicia.
También cometió idéntico error en su etapa en la Sede de Astorga. La cruz que vemos acolada, según otro dibujo que he podido hallar en la red, podría denotar su pertenencia a la Suprema Orden de Cristo, pero no me consta que se la concedieran.

Es más lo descarto, puesto que los agraciados con tan exclusiva condecoración pontificia durante el pasado siglo no alcanzan la veintena. Aún a riesgo de equivocarme, creo que el único español fue el General Franco.
Con respecto al primer escudo que nos plantea el Sr. Padilla se corresponde con el Rvdo. Sr. Don Antonio Pompili, presbítero romano. El clero de la Ciudad Eterna goza de muchos privilegios, entre ellos que las borlas y cordones de sus capelos heráldicos sean rojos. He aquí la explicación de este escudo disonante.

Cordialmente, reciba un abrazo.

Álvaro Zapata.