viernes, 10 de agosto de 2007

LAS ARMAS DEL REINO


El escudo que precede estas lineas es la evolución del que creó, allá por el siglo XII, Godofredo de Bouillon, rey de Jerusalén. Y digo que es la evolución, improbable lector, porque he leído hace poco que el escudo fue realmente un sembrado de crucetas de oro con la cruz potenzada de oro brochante sobre el campo de plata. Es decir, no cuatro crucetas cantonando la cruz sino un verdadero sembrado, como los galapagos del escudo de Galapagar que expuse en una reciente ocasión.

Este reino perduró apenas doscientos años. Pero su escudo permanece. Permanece a pesar de ser lo menos heráldico que se pueda imaginar. Cualquier principiante estudioso de nuestra ciencia podrá observar que se trata de muebles de metal, de oro, sobre campo de metal, plata. Y la primera regla heráldica es que nunca se puede disponer metal sobre metal, ni color sobre color.

El escudo, no obstante, ha perdurado en dos vertientes: Una muy conocida: La custodia de Tierra Santa y la orden del Santo Sepulcro. La custodia es un destacamento de frailes franciscanos que la Iglesia Católica mantiene en Tierra Santa atendiendo el rito católico en los lugares en los que se desarrolló la vida terrena de Jesús. Dicha custodia tomó por armas las del reino cristiano que hubo en el lugar, el reino cristiano de Jerusalén, pero alterando el esmalte de las cruces, que se colorearon de gules. Así, no es extraño ver el mismo escudo que encabeza estas lineas, idéntico, pero con las cruces de gules para no contravenir tan evidente principio heráldico que ya se expuso.Dicha conformación heráldica, gules sobre plata, es usada también por una de las dos únicas órdenes militares que la Iglesia Católica reconoce como emanadas de su fons honorum, como propias de su estado temporal: El Santo Sepulcro.En cuanto al otro uso que se hace de este escudo, la realidad es que resulta menos conocido, más privado, más recoleto. Se trata casi de un principio moral.

Este escudo es utilizado privadamente por aquellos que aún creen en la venida del reino del que tanto habló Jesús durante su predicación. Son esos que al empezar a trabajar dicen por el reino. El tal reino es el que deberíamos recitar todos los cristianos, al menos una vez al día, al rezar el padre nuestro: Venga a nosotros tu reino. Ese reino que anunció Jesús. Ese reino que debe ser todo caridad, todo entrega a los demás, todo preocupación por el prójimo. Ese reino, podría tener por armas las que están situadas al principio y al final de este relato.

No pocos sacerdotes mantienen este escudo en sus libros de oraciones, en sus misales, en sus agendas.. en fin, en sus cotidianos utensilios... y sobre todo en su cabeza, continuamente, al ofrecer los mil motivos de penitencia que el día nos ofrece a todos: ¡por el reino!

jueves, 9 de agosto de 2007

HERALDICA MUNICIPAL

Convendrá conmigo, improbable lector, en que la heráldica municipal es hoy una de las más fáciles de observar.Cada vez que entramos en un pueblo o en una ciudad se nos muestra con celeridad el escudo de la localidad. Para el no avezado es probable que pase desapercibido. Pero para el ávido de novedades heráldicas es fácil hacerse con nuevas vistas de escudos en cada municipio al que se accede en un recorrido cualquiera.Uno de los que más nos han sorprendido últimamente es el que adorna esta entrada. Representa el escudo de Galapagar. Se trata, sin duda, de un buen diseño: Escueto, elegante, de buen tono. Sin duda, al observar esas armas sembradas de galápagos cualquiera recordará el nombre del pueblo, un lugar de galápagos... Galapagar.

PASATIEMPO HERALDICO

Un pasatiempo heráldico, improbable lector ¿cuantos escudos es capaz de reconocer en esta composición?

ESCUDO DEL PAPA ACTUAL. BENEDICTO XVI

La imagen que precede estas lineas recoge una de las tiaras que se conservan en los museos vaticanos. Para apreciarla en todo su esplendor se recomienda, improbable lector, que pulse sobre la imagen con el botón derecho de su ratón y escoja copiar. Después, abra el programa Paint y ejecute la opción edición y pegar.

Hasta el reinado del papa Pablo VI, él mismo incluido, los papas eran coronados con toda solemnidad por el cardenal camarlengo. Baste una foto para comprender la pompa de aquellas ceremonias:Con ese acto solemne se iniciaba su pontificado. Esa tiara era utilizada de nuevo en cuantas ocasiones de mucho boato se requería.A la muerte del pontífice, sin embargo, no eran enterrados con ella, sino que se conservaba en los museos. Se les enterraba, como ahora, con una simple mitra.Esa corona servía además para identificar un escudo como propio de un papa. Se timbraba el escudo, esto es, en su parte mas alta se disponía la tiara y no había duda: El escudo era de un papa. Así se hizo desde Inocencio III, allá por el siglo XII, hasta Juan Pablo II, que murió en 2005. Sirvan como ejemplos una imagen del escudo de Juan Pablo I

y otra de su sucesor, Juan Pablo II.


Por el contrario, el escudo del actual pontífice, timbrado con mitra en vez de tiara, ha hecho que varios expertos en heráldica se indignen hasta tal extremo, que hayan pensado en pasarse a la iglesia del obispo Lefevre, que mantiene una heráldica exquisita.

El autor de las armas del actual pontífice es el príncipe de la Iglesia llamado Andrea cardenal Cordero-Lanza de Montezzemolo. De los príncipes italianos de igual apellido y título.

He aquí su escudo que, paradójicamente, sí mantiene el capelo cardenalicio, con quince borlas por cada lado, la cruz de la orden de Malta, a la que pertenece, y el color púrpura. No obstante el error, se mantiene habitualmente el escudo del actual papa timbrado con su tiara, como es de rigor. En este caso el dicho cervantino: "Doctores tiene la iglesia", parece que no se cumplió.

Como colofón se añade la foto de la actual bandera de la guardia suiza. Contiene las armas del papa fundador de dicho cuerpo armado (con lanzas, pero armado), un de la Rovere de ahí el parlante roble heráldico y las armas del papa actual, Benedicto XVI, como son de rigor. El escudo del centro del guión es el del coronel jefe de la guardia suiza.

miércoles, 8 de agosto de 2007

ESCUDO DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Fue en tiempos de un presidente de Madrid que se llamó don Joaquín Leguina, cuando se creó el escudo de la comunidad. En su momento fue muy denostado. Decían de esas estrellas que recordaban a las repúblicas soviéticas. Nada mas lejos de la realidad.

Ahondando en lo expuesto anteriormente, en relación con el escudo de la ciudad de Madrid, el de la comunidad recoge las estrellas de la osa mayor que distinguieron a Madrid, disponiendolas en jefe, en la parte superior del escudo.Dado que es la ciudad de Madrid la que da nombre a la comunidad, parece muy acertado el recoger el antiguo símbolo de la ciudad ya olvidado y relegado a una bordura exterior: Las siete estrellas. Después, la adición de los dos castillos, que simbolizan la situación geográfica entre las dos castillas, la antigua y la nueva, da al escudo un toque arcaizante, propio de la heráldica.El conjunto es armónico y resulta agradable a la vista:

SAN ISIDRO

La fotografía que acompaña estas líneas muestra la última ostensión del sagrado cuerpo de san Isidro, patrón de Madrid. Se conservan sus restos en la Colegiata de san Isidro, en la calle Segovia de Madrid.
Dicho santo se llamó, cuando pasó por el mundo, Isidro Quintana Merlo. Fue contemporáneo de los reyes de Castilla doña Urraca; don Alfonso VII, el emperador y don Alfonso VIII, el de las Navas.Cubre su cuerpo el escudo del municipio de Madrid y sus conocidos osa y madroño. No es errata, improbable lector. Es osa y no oso. Y es osa y no oso porque Madrid trajo inicialmente por armas las siete estrellas de la constelación de la osa mayor dispuestas tal y como se ven en el firmamento, sobre un fondo rojo, el del reino de Castilla.Años después se cambiaron por una osa, la mayor, para ser reconocidas con facilidad en la confusión del campo de batalla, dispuestas sobre un paño blanco. Las estrellas aún existen en el escudo, pero en bordura, ese margen azul que rodea el escudo. Lógicamente siguen siendo siete.

LA CORONA DE ALFONSO VIII

La corona que acompaña estas lineas, cuentan los estudiosos del tema, que es la que ciñó sobre sus sienes Alfonso VIII, el de las Navas. Evidentemente los camafeos y las piedras preciosas se añadieron años después.

Las coronas del resto de Europa tienen sobre sus diademas hojas de acanto. Incluso la actual corona real de España mantiene esas hojas.

Existen gloriosas excepciones: Francia, que disponía flores de lis e Inglaterra que luce cruces griegas, aparte las lises. Qué pena que aquí no hayamos sabido mantener esa diferenciación en la corona. Al contrario, hemos sido tan avispados que la corona de Alfonso VIII señalaría hoy, sobre el escudo de España, nada menos que el sistema de Estado contrario a la monarquía y que tan nefastos resultados ha tenido para España. Ahora, esa corona que se llamó real en al cabeza de Alfonso VIII y sus sucesores se denomina corona mural.

Dicen los expertos que debe tratarse de la verdadera corona del rey citado, atendiendo al diseño de los castillos. Son idénticos en su forma a los que se labraron sobre la tumba de este rey. Ese diseño cambió rápidamente. Además fue Alfonso VIII quien dibujó por primera vez sobre su escudo, en pleno nacimiento de la heráldica, el castillo de castilla. A su muerte, salvo el efímero reinado de su hijo Enrique I, no se volvió a usar el castillo aislado como armas reales. Su nieto y sucesor san Fernando III combinó el castillo y el león en el conocido cuartelado.

La corona de Alfonso VIII se expone permanentemente en el Monasterio que fundara el propio rey aludido en las Huelgas Reales de Burgos.

lunes, 6 de agosto de 2007

EL OBISPO-PRIOR DE CIUDAD REAL

Entre, improbable lector, en la página del arzobispado de Ciudad Real. En ella podrá observar un dibujo extraño. Se trata de las cuatro cruces que representan las comúnmente llamadas órdenes militares españolas.
El obispo de Ciudad Real, es también prior tradicional, al menos desde el reinado de Alfonso XIII, de las cuatro órdenes principales de España.

La página de la que hablo es esta: http://www.diocesisciudadreal.es/

domingo, 5 de agosto de 2007

ARMAS DEL COPRINCIPE DE ANDORRA

Armas del obispo de Seo de Urgel y copríncipe de Andorra.

Detalle importante y único para comprender lo excepcional del escudo: Lleva un doble timbre. Aparte del capelo verde que le corresponde por su oficio de obispo, timbra sus armas con corona de príncipe antigua:
Se ha extraído de la página del obispado de Seo de Urgel.

LAS ARMAS DEL OPUS DEI

La heráldica nació para diferenciar guerreros en el campo de batalla. Pero trascendió el ámbito militar. Así, el sistema heráldico, rápidamente, fue adoptado por todos los estamentos de la sociedad bajo medieval.

En principio sirvió para individualizar; para señalar a una persona concreta. Posteriormente se usó, como aún ocurre en España con la heráldica gentilicia, para identificar grupos sociales de mayor o menor entidad: Familias. El cronista don Vicente de Cadenas, en su editorial “EL ESCUDITO”, definió lo siguiente: “El Escudo, es, en España, según nuestro entendimiento, la prolongación gráfica del apellido,…” Entendiendo, a nuestro parecer, el Rey de Armas el “apellido” como la pertenencia a un linaje; es decir la adscripción a un ámbito familiar más o menos amplio.

Al igual que el vínculo de sangre define, al menos en sentido amplio, la pertenencia a una familia, el lazo de religioso define la pertenencia a una familia religiosa, que en general y dentro del lenguaje canónico se denomina: Familia.

De igual forma que en el sistema heráldico gentilicio, las diferentes órdenes, y en general las asociaciones de fieles, sea cual sea el nombre genérico que hayan recibido (orden, instituto, prelatura…), han creado para sí desde antiguo y perdurando en la actualidad, señales que se inscribían en una boca de escudo. De hecho, y como lugar común, varios Romanos Pontífices pertenecientes a diferentes órdenes tomaron por armas las de su propia orden o bien añadieron a sus armas familiares las de la orden, en jefe o en un cortado.
El Opus Dei no tiene escudo de armas que lo represente como prelatura. Tampoco lo tiene definido la orden de predicadores, pero es común conocimiento que el escudo que se representa en la fotografía es el que tradicionalmente se ha asociado a los dominicos: jironado de plata y sable con cruz flordelisada brochante del uno al otro. Y al igual que en esta última orden, en el Opus Dei existe un escudo que, sin ser definido como propio por la prelatura, la identifica.

La Obra acaba de cumplir solo setenta y cinco años, pero con menor edad muchas otras asociaciones de fieles de todo orden ya habían fijado sus propias armas. Sirva como ejemplo las armas de los trinitarios, cuyo fundador, San Juan de la Mata, mandó plasmar en un mosaico que se conserva en la primera casa trinitaria de Roma, Santo Tomás in Formis:
Cruz recortada con el travesaño vertical de gules, brochante sobre el travesaño horizontal de azur, en campo de plata.

El Opus Dei nació el dos de octubre de 1928 en Madrid, en la calle García de Paredes. Años después, en diciembre 1937, el fundador realizó un azaroso viaje a través de la provincia de Lérida para abandonar la zona de España en la que el clero era asesinado y alcanzar, vía Principado de Andorra, la otra zona de España. En ese duro trayecto a pié albergó dudas acerca de la conveniencia de abandonar a su suerte a sus hijos espirituales en la zona de España que dejaba. Consecuencia de sus inquietudes se atrevió a pedir a María Santísima una señal: recibir una rosa. Y recibió dicha señal: se trató de una rosa de madera que encontró, recorriendo las ruinas de la profanada iglesia de Pallerols, en la Baronía de Rialp. La rosa era de unos 10 centímetros, de madera estofada, sin tallo, solo la flor. Debió pertenecer a la imagen de María Santísima del Rosario que tuvo una rosa en la mano y muchas otras rodeando la imagen, antes de ser quemada.

El encuentro de esa rosa de madera confirmó su decisión de pasar a la otra zona de España. Dicha rosa de madera aún se conserva en Villa Tévere, en la calle Bruno Buozzi de Roma: La sede central del Opus Dei.

Años después, celebrando Misa en un centro, el catorce de febrero de 1941, San Josemaría Escrivá “vio” en el mismo momento cómo los sacerdotes podrían pertenecer al Opus Dei y cual sería el sello de la Obra.
Inmediatamente después de celebrar sacó su agenda de bolsillo e hizo un pequeño dibujo en la hoja del día: El diseño de un círculo, dentro del cual va una cruz. Poco después, al término de la acción de gracias explicó: “Este será el sello de la Obra. El sello y no el escudo” porque, aclaró, “el Opus Dei no tiene escudos”, no necesita defenderse de nadie; en clara alusión al carácter defensivo original de los primitivos y operativos escudos medievales. Por último añadió: “Significa el mundo y, metida en la entraña del mundo, la cruz”.
Pero el sello no se representó habitualmente de forma exclusiva. La rosa que encontró en la Baronía de Rialp fue representada junto al sello, invariablemente por debajo de aquel y en una proporción muy inferior. Además a dicha rosa se le añadió tallo breve del que parten dos hojas.

Dicha disposición puede contemplarse en el frontal de los cientos de altares que el Opus Dei ha erigido en sus centros por todo el mundo.
Pero ese conjunto de “Cruz en la entraña del mundo y rosa con tallo y hojas” es tratado inexorablemente como señal, cumpliendo así, las palabras del Santo Fundador: “La Obra no tiene escudos”.
Así puede observarse también en la cruz pectoral de los prelados del Opus Dei, como se observa en la imagen.


Haciendo gala de exquisito gusto, los encargados de la decoración de los centros del Opus Dei, gustan de colocar escudos de madera decorados con motivos heráldicos.
Diríamos más, la Obra mantiene viva la heráldica con la continua creación de armas nuevas, y aún más: Existe un cierto celo por esta ciencia en el Opus Dei.

Personalmente, hemos podido observar la costumbre, tan española, de decoración basada en la heráldica en varios centros de la Prelatura. Dichos escudos se representan con esmaltes dando color a las maderas de las que están confeccionados.
Sirva como ejemplo el oratorio (capilla) de uno de los centros, cuya fotografía acompaña estas líneas. Puede apreciarse la armónica disposición de diferentes armas de colegios mayores del opus dei, en reclinatorios de obra situados ante los bancos fijos. Puede también observarse en dicho oratorio, una serie de doce escudos coloreados con sus esmaltes, pintados al fresco, al igual que los reclinatorios, sobre la puerta que une esta estancia con la contigua sala de estudio.
En este mismo sentido heráldico, los colegios, que bajo diferentes asociaciones, se han creado con dirección de miembros del Opus Dei, poseen armas perfectamente definidas, la mayoría de buen tono y mantienen decoradas las estancias de cierta importancia con reposteros en los que se bordan dichas armas.

El autor de estas líneas, que estudió en el colegio “El Prado” de Mirasierra, en Madrid, recuerda
vivamente una serie de cuadros que adornaban la subida al oratorio, dirección y salas de visitas. Dichos cuadros, pequeños, contenían el escudo coloreado de cada uno de los diferentes centros educativos de Fomento, sociedad vinculada íntimamente al Opus Dei. Estos escudos mantenían un rigor heráldico exquisito.


Brevemente nos detendremos a explicarlo: La sociedad Fomento trae por armas: En gules una nao con vela desplegada, de oro.

Manteniendo este principio heráldico, los colegios masculinos tienen todos el jefe de gules con la nao de plata. Los colegios femeninos, el jefe de azur con la nao de plata.

Abundan los terciados enfaja y en palo y buscan crear, en la medida de lo posible, armas parlantes en relación con el nombre del colegio. En definitiva un ortodoxo sistema heráldico, una heráldica viva en tanto se van creando nuevos centros de enseñanza.
Volviendo al tema objeto de nuestro estudio, resulta paradójico que una organización que gusta de decorar sus casas con escudos que representan armas y que mantiene una heráldica viva y correcta, no posea para sí armas definidas.

Pero, como se reseño más arriba, al igual que ocurre con los dominicos, que sin tener armas fijadas, cualquier incipiente estudiante de heráldica reconocerá las armas de esta Orden, en el Opus Dei ya han definido sus armas, esmaltes incluidos, sin pretender tal cosa.

Esta tesis tiene un breve desarrollo: El fundador del Opus Dei nació José María Escrivá y Albás. Murió: Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás; en el entreacto de estos dos hechos tan radicalmente transcendentales llegó a ser marqués de Peralta (por rehabilitación). Las armas de Escrivá (su apellido de nacimiento) y sin pretender diferencia alguna creando para sí mismo armas nuevas, fueron el jaquelado de oro y gulesde quince piezas. No obstante, el rey de armas don Vicente De Cadenas y Vicent, sí creó armas nuevas para él, que nunca usó: El mismo jaquelado, pero de treinta piezas o escaques.
Dicho escudo (de quince escaques) puede observarse en el retablo mayor del Santuario de Torreciudad portado por un ángel. En dicho retablo también se representan los escudos de los tres restantes apellidos del fundador: Albás, Corzán y Blanch.
En la sede central del Opus Dei en Roma, en varias salas de visitas también están representadas estas armas, demostrando de nuevo el buen gusto por la decoración heráldica.

El inmediato sucesor del Santo Fundador en el gobierno del Opus Dei fue don Álvaro del Portillo. Este sacerdote de Madrid, vinculado a la Obra desde sus orígenes, fue quien recibió de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en noviembre de 1982, la bula de erección del Opus Dei en Prelatura Personal, ya que antes se trataba de un Instituto Secular. Tras ser catalogada como prelatura, se nombró primer prelado al que era hasta ese momento presidente. Y el 6 de enero de 1991 el Santo Padre consagró Obispo al prelado.

La Santa Sede no mantiene vigente su sistema heráldico de 1853 pero varios cánones regulan aún el uso de armas de los eclesiásticos. La heráldica eclesiástica es universalmente conocida por el timbre habitual: El capelo con borlas.

Así, don Álvaro del Portillo, (en la fotografía con mitra en la que aparece el sello y casulla en la que se representa la rosa), como Obispo titular de Vita, se vio en la necesidad de elegir o bien armas nuevas o bien mantener las suyas propias gentilicias, que son: En campo de oro, un castillo de gules, aclarado de azur, puesto sobre ondas de azur y plata, acostado de dos pinos de sinople, frutados de oro. Al pié del castillo y atado con cadena de oro un perro pasante de sable con manchas de plata.

Como primer prelado de una poderosa institución eclesial pensamos que debió sentirse forzado a olvidar sus armas gentilicias y optar por la creación de unas armas que representaran su cargo al frente del gobierno del Opus Dei.

Los muebles que debía incluir son los que ya hemos reseñado: La cruz en la entraña del mundo y la rosa de Rialp. Estos muebles tienen la enorme ventaja de que para cualquier apenas iniciado en el Opus Dei, son familiares al observarlos habitualmente en el altar del oratorio.
La disposición de esos muebles en el campo: La habitual; la cruz en lo alto y la rosa, de menor proporción, en lo bajo.

En relación con los esmaltes existían a nuestro juicio dos posibilidades:

Una primera, relativa a una referencia visual. Para celebrar la Santa Misa, los altares de los centros de la Obra se revisten de unos manteles que en sus extremos, pendientes, suelen llevar bordadas las señales del sello y la rosa. Dichas señales son indefectiblemente de hilo rojo. En
consecuencia, es una referencia visual muy habitual: el campo de plata, que es el color del mantel, y los muebles de gules. Esta misma tintura se puede observar en una fotografía, habitual en los centros, que refleja al fundador celebrando misa en uno de los oratorios de la casa central. Al fondo de dicha imagen se puede observar, en la pared que queda tras el fundador, algo similar a un escudo de armas. Similar porque se trata de una representación sobre pared de mármol de una cartela. Cartela que tiene la forma habitual en los escudos italianos, es decir, con bordes que se doblan hacia el exterior semejando un pergamino antiguo. En dicha cartela las señales de la Obra están representadas en gules, sobre campo de plata.
Como segunda opción: Escoger como esmaltes los mismos que traía el fundador en sus armas gentilicias reseñadas más arriba: Oro y gules. Pero ¿qué esmalte para el campo y cual para los muebles?; aquí, de nuevo, parece que fue la referencia visual previa la que influyó en la decisión. Invariablemente, los altares de los centros de la Obra exponen las dos señales en su frontal. Y siempre, pegando sobre el mármol del que está hecho el altar, representaciones de estas señales confeccionadas en metal plateado o dorado. En consecuencia la referencia visual previa, otorga a los muebles el metal y al campo el color.

Esta segunda opción fue la que eligió don Álvaro, quedando sus armas como prelado del Opus Dei blasonadas: En campo de gules bezante hueco de oro cargado de cruz latina de oro con el travesaño horizontal alzado. En punta rosa de Rialp de oro (o rosa con tallo y dos hojas de oro). Al timbre capelo de obispo de sinople con seis borlas en cada lado, de lo mismo.


El escudo de la imagen es el del segundo sucesor del fundador: don Javier Echevarría, idéntico al que eligió don Álvaro del Portillo salvo en la diferencia de la añadidura de una filiera de oro.

Es nuestra tesis y conclusión que las armas que eligió don Álvaro al ser consagrado obispo se convertirán con los años en las armas de la Obra.
El autor de estas líneas, ha representado en una madera cortada con la forma de boca de escudo español, las armas de don Álvaro como obispo prelado del Opus Dei. Decenas de miembros de la Obra que han observado la tabla, han coincidido en definirla como: “El escudo del Opus Dei”. Y suponemos que en un futuro no muy lejano empezarán a contarse entre las relaciones de armas de órdenes religiosas.
José Juan Carrión Rangel
Comandante del Cuerpo de Intendencia del Ejército del Aire.
Diplomado en Heráldica por el Instituto de Historia y Cultura Militar.