Ahondando científicamente en la idea que alguna vez se ha apuntado sobre el uso del sable como color y como metal, hoy se propone un documentado escrito de don Juan Fernández-Molina y Ruiz de Aranda, compañero de armas, heraldista y artista heráldico con blog propio, de quien ya se habló en este espacio virtual. Las que siguen a estas líneas son sus armas junto con el texto remitido.
Estimado Sr. Carrión:
Me gustaría trasladarle para publicitar en su blog, si así lo estima oportuno, algunas reflexiones propias sobre la ambivalencia del sable como esmalte y metal basándome en las iluminaciones del “codex manesse”, también denominado “Grosse Heidelberger Liederhandschrift” que como bien sabrán todos los improbables lectores de este blog, es un manuscrito alemán del siglo XIV, el cual consta de canciones clásicas alemanas de amor sin notación alguna y de iluminaciones, las cuales, en lo referido a personajes de la nobleza, van acompañadas del respectivo escudo de armas del personaje referido.
Partiendo de la base de que las armerías reflejadas en este códice no son reales en su mayoría, ya que esta obra fue acabada al menos un siglo después de la existencia de tales personajes, si que me llama la atención el hecho de que gran parte de las armas expuestas conjuga el uso del sable con otros esmaltes como el gules y el azur (este último en gran medida).
Esto unido a la existencia probada de multitud de armerías donde se usa en conjunción el gules y el sable, teniendo este último entidad de metal, como en el caso de la ciudad de Ámsterdam, las armas personales de Sancho VII de Navarra, el escudo nacional albano, el Baron de Badenoch, la venera de la orden militar de Montesa y un largo etcétera, me lleva a reflexionar sobre lo adecuado de su uso ambivalente al igual que ocurre con el púrpura :
Recordemos, que no es hasta el siglo XVIII cuando se dictamina (no sé muy bien por parte de quien) el que no se pueda usar el sable como esmalte/metal, y que hasta esa época, si bien no era de uso común, sí que se usaba sin más problema, ya que si nos remontamos al sentido principal de la existencia de la heráldica, que es el de identificación, la unión del gules con el sable cumple todos los requisitos, cosa que a mi entender no ocurre con el azur y el sable como aparece en el anteriormente referido “Codex Manesse”.
Imaginemos que mis armas consistieran en lo siguiente:
De azur, un grifo rampante de púrpura armado y lampasado de lo mismo:
Estas armas se someten sin atisbo de duda a las normas de la heráldica, pero me reconocerán que no cumplen la labor principal de una rápida identificación. Ahora compárenlas con cualquiera de los escudos citados anteriormente y podrán observar que la ambigüedad del púrpura tiene mucho menos sentido que la del sable.
Desde aquí no pretendo cambiar las normas por las que nos guiamos los heraldistas, pero sí que me gustaría crear un sano debate en torno a esta cuestión
Atentamente:
Juan Fernández Molina y Ruiz de Aranda
Estimado Sr. Carrión:Me gustaría trasladarle para publicitar en su blog, si así lo estima oportuno, algunas reflexiones propias sobre la ambivalencia del sable como esmalte y metal basándome en las iluminaciones del “codex manesse”, también denominado “Grosse Heidelberger Liederhandschrift” que como bien sabrán todos los improbables lectores de este blog, es un manuscrito alemán del siglo XIV, el cual consta de canciones clásicas alemanas de amor sin notación alguna y de iluminaciones, las cuales, en lo referido a personajes de la nobleza, van acompañadas del respectivo escudo de armas del personaje referido.
Partiendo de la base de que las armerías reflejadas en este códice no son reales en su mayoría, ya que esta obra fue acabada al menos un siglo después de la existencia de tales personajes, si que me llama la atención el hecho de que gran parte de las armas expuestas conjuga el uso del sable con otros esmaltes como el gules y el azur (este último en gran medida).
Esto unido a la existencia probada de multitud de armerías donde se usa en conjunción el gules y el sable, teniendo este último entidad de metal, como en el caso de la ciudad de Ámsterdam, las armas personales de Sancho VII de Navarra, el escudo nacional albano, el Baron de Badenoch, la venera de la orden militar de Montesa y un largo etcétera, me lleva a reflexionar sobre lo adecuado de su uso ambivalente al igual que ocurre con el púrpura :
Recordemos, que no es hasta el siglo XVIII cuando se dictamina (no sé muy bien por parte de quien) el que no se pueda usar el sable como esmalte/metal, y que hasta esa época, si bien no era de uso común, sí que se usaba sin más problema, ya que si nos remontamos al sentido principal de la existencia de la heráldica, que es el de identificación, la unión del gules con el sable cumple todos los requisitos, cosa que a mi entender no ocurre con el azur y el sable como aparece en el anteriormente referido “Codex Manesse”.Imaginemos que mis armas consistieran en lo siguiente:
De azur, un grifo rampante de púrpura armado y lampasado de lo mismo:
Estas armas se someten sin atisbo de duda a las normas de la heráldica, pero me reconocerán que no cumplen la labor principal de una rápida identificación. Ahora compárenlas con cualquiera de los escudos citados anteriormente y podrán observar que la ambigüedad del púrpura tiene mucho menos sentido que la del sable.Desde aquí no pretendo cambiar las normas por las que nos guiamos los heraldistas, pero sí que me gustaría crear un sano debate en torno a esta cuestión
Atentamente:
Juan Fernández Molina y Ruiz de Aranda


Se habló hace ya tiempo de la heráldica ficticia de ámbito literario como un claro ejemplo de heráldica bien configurada, las más de las veces incluso con mejor factura y razón que la heráldica gentilicia existente en la realidad. Así se expuso al tratar de la heráldica que el autor de la saga artúrica impone a cada uno de sus personajes.
De este modo, en la heráldica literaria, evidentemente ficticia, del ciclo artúrico existe una coherencia llamativa: Todos los caballeros poseen sus armas diseñadas correctamente e incluso entre familiares son similares. Se trata efectivamente de una heráldica muy bien argumentada, rigurosa, e incluso con determinadas características heráldicas que se repiten, cual si de una nación real se tratara.
Me detengo someramente sobre este asunto: La heráldica de los caballeros del rey Arturo, real solo literariamente, creó incluso modas. Sus modelos heráldicos fueron imitados e incluso, asómbrese improbable lector, copiados.
Por ejemplo, la hoy conocida armería de la familia Escrivá de Romaní, copió en su origen, Escrivá, las armas del caballero ficticio Sir Esclabor; diseño heráldico que adoptó la familia Escrivá solamente por parecido sonoro en el apellido. Aunque, y tomo esta idea del maestro Menéndez-Pidal de Navascués, no fue la única familia en hacerlo. Del mismo modo actuaron los Bernaldo de Quirós, con Sir Kay le Seneschal, copiando las llaves de sus armas, y la esclarecida familia de los Téllez Girón con Sir Giret de la Bale tomando como propio su escudo gironado.
Para conjugar la idea expuesta sobre la heráldica artúrica con el artículo del profesor López-Fanjul, hay que hacer referencia a una obra citada en este último. Se trata del estudio Las armas en el “Amadís de Gaula” del senador catalán don Martí de Riquer i Morera, conde de Casa Dávalos,
En el estudio de don Martí de Riquer sobre las armas del Amadís se relata la cohesión heráldica de los escudos que se atribuyen a los diferentes personajes del Amadís, como ocurriera con el ciclo artúrico; expone detalles como la frecuencia relativa de cada esmalte en relación con el resto; y recuerda la atribución de simbolismos a los diferentes colores y metales, hoy tan denostada, pero que al final del medievo contaba con una vigencia social evidente.
De entre las muchas y sensatas ideas que expone el artículo de don Carlos López-Fanjul, apoyado en el estudio del conde de Casa Dávalos, se desea llamar su atención, improbable lector, sobre un asunto intrascendente pero sorprendente, del que nunca habíamos tenido noticia.
Así, es verdad que lejos de la heráldica que realmente estaba en uso en el momento de su redacción, el Amadís impone a muchos de sus personajes armas de sable cargadas con diferentes figuras. Pero de entre todas ellas se expone las que más han llamado nuestra atención: Las armas atribuidas al enemigo más acérrimo del protagonista, Arcalaus el Encantador. Este caballero ficticio se arma de sable con, atención, un león de sable, perfilado de plata, armado de plata y linguado de gules.
Aquella relativa a la identificación del cuarto cuartel, del cuarto cuartel, del contracuartelado imperial que proponía:
Don Pierre de Losada y Martí, desde Francia, escribía lo siguiente:
No soy seguro de la similitud grafica con el cuarto cuartel, pero Tenerife fue muy independiente de las otras islas Canarias, aunque quizás en la época en que se hizo el mapa el territorio de Tenerife no pertenecía a la Corona.
Por un lado cita esta idea:
cuartelado: 1º, de Castilla-León; 2º, de Aragón- Sicilia; 3º, de Portugal; y 4º, contracuartelado: 1º, una faja; 2º, un cáliz cubierto; 3º, una corona cerrada; y 4º, los tres muebles de difícil identificación, bien ordenados; entado en punta de Granada. A nuestro entender, el cuartel con la faja sería de Córdoba, y los tres extraños muebles a Murcia, pues son los que atribuyen a este reino los mapas de Cock (1553), Berteli-Forlani (1560) y Luchino-Schoel (1602), y también el Libro de armas y blasones de diversos linajes: «El campo Asul con tres cruses con trauiessas por medio».
expone esta idea sobre el asunto de los extraños muebles de sable:
En campo de oro, lo que pudieran ser 3 pucheros ("pignate") de sable, que corresponde a la familia Pignatelli. Le adjunto imagen del escudo. Espero que sea de ayuda.
Un saludo.
Creo que es muy posible mi teoría, pues de la misma manera que están representados Hungría (por Nápoles) y Sicilia, así como las armas borgoñonas y las austriacas; me parece posible que el marquesado de Oristán, (casi siempre en las titulaciones de los reyes de las Españas) unido al de conde de Goceano, ambos señoríos sardos; pueda estar en ese escudo como representación del reino de Cerdeña, cuyas armas actuales y conocidas desde su anexión al ducado de Saboya (de plata, la cruz de gules con las cuatro cabezas de moro), no se usaban bajo el dominio de los reyes hispanos, o así lo tengo entendido.
Por la posición en que se encuentran, compartiendo cuartel con otras armas de los reinos españoles, podrían corresponder a algún territorio peninsular pero ¿a cual? Seguimos sin saberlo.

Las cecas americanas, las factorías de emisión de moneda en el territorio español que quedaba al otro lado del Atlántico, acuñaban sobre el metal las armas de los reyes,
Así, en los territorios americanos que el rey inglés entregó a sus súbditos de las más distinguidas familias inglesas, lo que hoy se denomina Norteamérica, o Estados Unidos,
se utilizó no solo la excesivamente local y aldeana moneda inglesa, sino la más pujante y universal moneda española, el real.
Envía unas líneas desde el antiguo reino de Valencia un heraldista, proponiendo dos cuestiones que no he sabido descifrar. Las que siguen son sus palabras animándole, improbable lector, a que resuelva los dos problemas planteados.
puede apreciar -dejando de lado los adornos exteriores, aunque en este caso muy significativos-, un blasón del emperador Carlos V; en el cual pueden verse en el primer cuartel, las armas de Castilla y León; así como las de Cataluña-Aragón y Sicilia. En el segundo cuartel las de los Estados austro-borgoñones de los Habsburgo. En el cuarto cuartel -dejo el tercero para el final, pues de ese quiero hablarle-, el reino de Granada, en una representación muy bella, que ya había visto en otras ocasiones, y que no corresponde a la que se tiene por verdadera. También podemos ver en ese cuartel representados los reinos de Toledo y Galicia.
Dicho esto, paso a plantearle mi pregunta. En el tercer cuartel, partido y mediocortado 1º las armas del reino de Jerusalén, 2º las de Nápoles (que nunca he visto representadas así y eso quisiera que me explicaran). Les adjunto también una imagen del mismo escudo, mucho más nítida,
y también del s. XVI, en la que puede leerse claramente, sobre dichas armas, (Neapolis) 3º de Anjou (Nápoles).
voy directamente al cuarto cuartel, en el que reconozco sin problema 1º las armas de Portugal; 2º Galicia; 3º Toledo; y ¿4º?
No es la primera vez que veo las desconocidas armas de, sin duda, un territorio peninsular, pero ni reconozco los tres muebles iguales que carga el escudo de oro, y mucho menos vislumbro a qué territorio pertenecen.








