MANTOS
Por don Jose Antonio Padilla Solano
Heraldista
José Juan:
... y respecto a tu entrada del día 3 de marzo titulada "Mantos" me gustaría comentarte lo siguiente:
Los soberanos en sus adornos exteriores no utilizan Mantos sino Pabellones, como creo recordar que ya comenté en alguna ocasión en tu ameno blog.
Los pabellones, además de adornar el escudo de armas de un soberano,
suelen adornar también su trono.
Personalmente, sostengo la tesis de que el pabellón que usan los soberanos, tanto en sus tronos como en sus escudos, está inspirado en los pabellones que usaban los caballeros durante las justas y torneos medievales, quizá influidos por el movimiento del Romanticismo.
Por otro lado, el manto que utilizan los Grandes de España viene a representar un manto, esto es, una capa forrada de armiños, y por tanto, no debe confundirse el manto con el pabellón.
En otro orden de cosas, no estoy de acuerdo en el hecho de que el forro de gules que usan las coronas de Grandes de España sea el cerramiento del manto. Esos forros son propios de la corona e independientes de cualquier otro adorno exterior.
Una corona es inherente a un título nobiliario, y por ende, en teoría, un marqués podría estar delante de Su Majestad con una corona marquesal ceñida a su cabeza. No obstante, como la corona no deja de ser un cerco de oro y pedrería, dicho marqués estaría descubierto ante el monarca.
Por el contrario, si en teoría, un marqués con Grandeza de España usase su corona en presencia del Monarca, estaría cubierto en su presencia gracias al forro de gules.
Hay heraldistas, cuya opinión comparto, que son partidarios de que los Grandes de España utilicen solamente la corona propia de su dignidad forrada de gules sobre el manto, en lugar de usar una corona ducal sobre el manto y otra con su título sobre el escudo. No obstante, sería bastante difícil de conseguir tal cosa ya que poner dos coronas, siendo una de duque, puede resultar más "goloso" que poner una sola.
Coincido totalmente contigo en que no es apropiado el uso de manto por parte de los caballeros de las distintas órdenes. Sólo podría haber excepción en el caso del soberano de una orden o en el caso del Gran Maestre de la Orden de Malta, al ser ésta última una orden soberana per se.
Un abrazo,











Pedro, catalán de Barcelona, nació en torno a 1180 en una familia acomodada merced, nunca mejor dicho, a un próspero negocio de telas. Este negocio le llevaría a visitar, con fines comerciales, las costas del Mediterráneo occidental. Hombre de cierta inquietud, quedó impresionado al comprobar las condiciones de vida de los cristianos que habían sido retenidos como esclavos en territorio moro. Para aliviar su situación comenzó, a cuenta de su propio patrimonio, a organizar expediciones que buscaban negociar redenciones. Su oficio de mercader y el consecuente acceso a los puertos le facilitaban esa labor.
Estando en esta tesitura, buscando consuelo espiritual a través de la oración, la noche del uno al dos de agosto de 1218, se le apareció María Santísima, la madre de Jesús, vestida de blanco y con un escudo en el pecho. La aparición tenía por fin transmitir un mensaje concreto:
Cuentan las crónicas que aquella misma noche se apareció también María Santísima a san Raimundo de Peñafort, que será el jurista y legislador de la orden, y al rey de Aragón, don Jaime I el Conquistador, con idéntico mensaje.
Se añade que constan, perfectamente documentadas, 344 redenciones conjuntas que sumaron más de 80.000 cristianos liberados. 
































