sábado, 23 de octubre de 2010

SÁBADO: IMÁGENES

No es pródigo este tedioso blog en traer a su consideración, improbable lector, enlaces relativos a vídeos.
Hoy sí. Hoy se propone un vínculo acerca de la audiencia anual concedida por el papa Benedicto XVI al príncipe gran maestre de la orden de Malta, acompañado por miembros de su consejo, el pasado 25 de junio.

viernes, 22 de octubre de 2010

LA CALCATRIZ DILUCIDADA

Remite unas líneas, con el título y texto que se exponen, el I vizconde de Portadei.

Leo en el Blog de Heráldica la interesante aportación del Sr. Ávila Pajarito a propósito del gallo dragonado que campea en mis armas, que mucho le agradezco. Siempre está bien que hablen de uno, aunque sea mal. En este caso no hay maldad alguna, por lo que estoy doblemente agradecido. Decirle que tengo una larga relación con los seres híbridos que pueblan el gozoso universo de la heráldica, no es ocioso, es explicación obligada. Es afición que me viene de antiguo. Me explicaré:

Cuando descubrí que el Príncipe de Wied, efímero soberano de Albania, le había concedido un escudo de armas con el gallo dragonado como mueble principal a un antepasado mío, don Conrado Gimeno y Castriota, por mediar entre don Jorge Aladro y Castriota y el propio Guillermo de Wied, para que el jerezano dejase de reivindicar sus supuestos derechos al trono albanés, quise enseguida incorporarlo a mis armerías y así lo hice, en el ejercicio de mi derecho a asumir armas nuevas. Luego, su uso fue sancionado por la voluntad soberana del Príncipe don Jorge de Bagration, Jefe que fue de la Casa Real de Georgia, querido y añorado amigo, y el beneplácito de su hijo don David, actual Jefe de la Casa, por lo que se puede decir que es escudo concedido por un Fons Honorum incontestable.
Para describir a la bestia utilicé el termino gallo dragonado, desdeñando la voz medieval castellana de calcatriz que me gusta mucho más, pero es menos descriptiva.

Así, en 1999, cuando publiqué mi Diccionario Heráldico de Figuras Quiméricas, editado pulcramente en Zaragoza por la benemérita Institución Fernando el Católico, definí al gallo dragonado en los siguientes términos:

Se representa con el cuerpo y la cola de un dragón, alas de murciélago y cabeza de gallo. Es el rey de los seres serpentiformes y cuenta la fábula que nació de un huevo de gallina fecundado por una venenosa serpiente. Algunos autores le atribuyen la facultad de hablar. El príncipe de Wied, cuando soberano de Albania, se lo dio como blasón a un tío abuelo mío. Viene pintado de sinople en la garantía expedida a mi nombre por el Cronista de Armas de Castilla-León. En las veladas invernales, tenemos largas conversaciones.

A la calcatriz, sin embargo, se le confunde en ocasiones con el basilisco y en otras, con una sierpe que se pinta de gules. Yo me inclino más por la solución de que calcatriz es la adaptación al español del término inglés, cocktrice, palabra caída en desuso por la falta de este animal fabuloso en la heraldería española. No conozco otro ejemplo y eso que me he leído de cabo a rabo la obra de mi querido amigo y hermano en tantas cosas, Luis Valero de Bernabé, que ha hecho un exhaustivo recorrido por los muebles más comunes en la Ciencia Heroica de nuestro país.
España, tan imaginativa y fabuladora, no ha gustado en general de muchos de los animales fantásticos que viven en otras heráldicas. Debe de ser que a nuestros compatriotas, tanta irrealidad en sus armerías les da repelús. Hace poco le propuse a una bella dama que pintase sus armas propias con un bucentauro (el centauro que tiene cuerpo de toro) pero prefirió un abanico. Decididamente la calcatriz de mi escudo es una bestia desterrada de nuestros lares. La gente no debe de saber que, una vez en confianza, la calcatriz te regala muchas satisfacciones.

jueves, 21 de octubre de 2010

LAS ARMAS DE LA INFANTA DOÑA LEONOR, Y IV: PROPUESTA FINAL

Considerando lo expuesto en las anteriores entradas sobre el tema del título, desde este tedioso blog se hace sin más dilación propuesta razonada de las armas que podría adoptar la infanta doña Leonor ahondando, no obstante, en la convicción expuesta de que cualquiera que sea la decisión final que se adopte será acatada sin crítica alguna, como corresponde a un heraldista decente.

En relación con el timbre, la comunidad heráldica alcanzará, imagino, consenso. La taxonomía recoge la existencia de la corona de infante y es la que, sin duda, debería timbrar el escudo de la infanta.
Pero los grandes de España, sea cual sea el título que ostenten, añaden manto de armiños con vuelta de gules que, en la estética disposición que ya conoce, improbable lector, sirve como marco de sus armas.
Ese manto se introduce por la corona abierta formando un bonete interior. Bonete que determina, sin más, la grandeza de España del poseedor de un escudo.
Dado que jerárquicamente el infante es superior al grande de España, es obligado disponer bonete de gules en la corona que timbre las armas que hoy se proponen.
En cuanto a los adornos exteriores el consenso no existirá en el seno de la comunidad heráldica. La propuesta del teniente coronel García-Menacho, las palmas acoladas, está basada efectivamente en un elemento heráldico de gran tradición para las damas.
El ejemplo más significativo quizá sean los escudos que identifican el sepulcro de la reina Mercedes, esposa primera que fue del rey don Alfonso XII.
El uso de las palmas recuerda vivamente los laureles del imperio de la ciudad de Roma, heredados por todos los imperios posteriores, hasta el napoleónico, por mucho sentido heráldico que se le encuentre.
Hoy, para el caso que nos ocupa, parece más acertado el uso de la más alta condecoración dinástica: el Toisón;
o estatal: la orden de Carlos III.
Consecuentemente con lo anterior, mi propuesta de adorno exterior es la adición del collar del Toisón, si efectivamente lo posee la infanta cuando se regulen jurídicamente sus armas, o bien la banda de la gran cruz de la orden de Carlos III, o incluso el collar, que ya debería poseer.
Atendiendo al contorno de las armas, lo que denominamos boca del escudo, mi proposición no solo no alcanzará consenso sino que será difamada. Sugiero que la heráldica de la infanta doña Leonor mantenga forma de lo que es: un escudo,
obviando las figuras de rombo o de óvalo. Vuelvo a traer el ejemplo de las armerías de la reina doña Mercedes, en la catedral de santa María la real de la Almudena.
La boca de sus armas mantiene la forma de escudo español, no de un extraño losange o de óvalo. Nuestra historia es rica, en cualquier caso, en ejemplos de este tipo. Es verdad que las armerías dispuestas con forma de losange son abundantes en la feminidad británica.
En estos reinos que hoy son España no tanto. Una dama puede ostentar, perfectamente, un escudo con forma de tal: con boca española.
Resulta en todo punto una composición más estética y además, es evidente, permite disponer las figuras en su interior sin necesidad de recurrir a extraños escorzos.
Y abordando ya la materia propiamente heráldica, el contenido de lo circunscrito en el escudo, se aboga por lo siguiente:

La infanta doña Leonor no debe asumir como propias las armas de España plenas, sin diferencia.
Solamente el titular de la nación, el rey, debe ostentarlas. El argumento a favor de esta idea se ha expuesto ya sobradamente en las entradas previas.
En consecuencia se requiere diferencia suficiente sobre la base de las armas reales-nacionales. Dado que el lambel ha sido tradicionalmente la figura utilizada en la familia real,
no solo en la dinastía de Austria,
sino en la actualidad por el propio príncipe de Asturias
y cuatro de las infantas,
ésa pieza ha de ser la elegida para diferenciar las armas de la infanta doña Leonor.

Se ha expuesto además el criterio que exige que el esmalte del lambel sea de azur para el heredero
y de plata para los hijos de rey no llamados a la sucesión.
Una opción lógica por tanto, dado que doña Leonor es sucesora del heredero, es que el lambel de sus armas no sea de plata, puesto que está llamada por el derecho a reinar. Pero tampoco es la inmediata sucesora. En consecuencia se propone una primera opción como brisura de las armas de la infanta: Un lambel de gules.
De esta forma sus armas resultarían similares a las de su padre, el príncipe de Asturias, pero con diferencia suficiente que no llamara al equívoco. Resultaría algo similar a esto:
Si esta opción no se aceptase, considerando que el simple cambio de esmalte podría motivar confusión, por ejemplo en armerías representadas en blanco y negro, se expone otra propuesta:

Mantener las armas del príncipe de Asturias, siguiendo la lógica de herencia de armerías, pero añadiendo algún elemento que diferencie suficientemente. Quizá lo más lógico, siguiendo los manuales de heráldica al uso que ya conoce, improbable lector, sería entonces añadir al lambel del príncipe algún mueble heráldico.

Las opciones en este ámbito pueden tornarse infinitas. Se sugieren razonadamente algunas:

Cargar el lambel de azur con alguno de los muebles que representan heráldicamente los reinos que conforman España. Por ejemplo con el mueble principal de las armas del reino de Castilla: un castillo. Castillo, por cierto, que dispuso sobre su escudo por primera vez el rey de Castilla don Alfonso VIII cuya esposa, doña Leonor de Inglaterra, comparte su nombre con la infanta.
El inconveniente evidente de esta opción es que los reinos no representados podrían considerarse ofendidos, y probablemente con razón.

Otra posibilidad vendría definida, siguiendo el modelo que ha puesto en uso el príncipe Guillermo de Inglaterra, por cargar el lambel con el mueble principal de las armas maternas. La princesa de Asturias usa por armas las que siguen, según dicta la red,
bien podría entonces cargarse el lambel con la rosa de gules de las armas de doña Letizia, aunque quizá esta posibilidad recordara en exceso las costumbres heráldicas británicas.
Y para terminar, he dejado expresamente para el final el modelo que me parece más lógico y estético, optar por el mueble que, repetido, define las armas de la dinastía reinante, a la que doña Leonor pertenece: la lis borbónica.
Cargar el lambel con una flor de lis parece argumento acertado: Al no escoger el mueble de las armas de uno de los reinos, el resto no se sienten ofendidos; realmente es diferencia suficiente sobre la base de las armas heredadas por la infanta doña Leonor de su padre, el príncipe de Asturias; se trata de un elemento dinástico ausente de connotaciones; y además, el resultado confiere a la composición heráldica en su conjunto un toque de evidente sensatez y buen gusto heráldico.

miércoles, 20 de octubre de 2010

LAS ARMAS DE LA INFANTA DOÑA LEONOR III

Hoy se desea recordar, dando continuidad a la serie sobre la heráldica que debería adoptar la infanta doña Leonor, si es que conviene que así sea, cuáles son las armas que han usado, o se han atribuido, a los actuales miembros de la familia real.

El rey, con absoluto acierto, ostenta las armas plenas de España, atendiendo al contorno estricto del interior de la boca del escudo.
Si bien, es verdad, en el exterior adorna sus armas con símbolos que ha considerado, dada su historicidad, como convenientes.
El estandarte que sirve de soporte a sus armas se reguló a través del Real decreto 1511, de 21 de enero de 1977.
Mi juicio ha sido siempre el mismo y se reitera por tercer día consecutivo: Solamente el rey, como legítimo heredero de la dinastía histórica de estos reinos, tiene el derecho a usar las plenas de la nación. Solo él. Es cierto que en otras etapas históricas ya superadas, el heredero del monarca, participando de alguna forma en la soberanía, adoptaba idénticas armas.
Hoy esta situación carece de sentido e incluso de conveniencia: únicamente el rey de España debe utilizar las armas de España, en tanto que es su reino e incluso lo representa.
A doña Sofía, la reina, se le atribuyen armas en la red: un escudo ovalado de España, partido de Grecia con escusón dinástico.
Como reina que es de nuestra nación, el uso de las armas plenas en el primer cuartel adquiere pleno sentido, máxime atendiendo a la antiquísima costumbre de acomodar las armas del esposo en el campo propio del escudo por parte de las damas por medio del partido.

No obstante, si algún reparo hubiera que interponer contra esas armas atribuidas sería la propia boca del escudo. El ovalado será propio de damas, que yo no lo tengo claro al menos en la actualidad, e históricamente tuvo una aceptación estética evidente, pero hoy, bien pueden las damas utilizar una boca de escudo como el resto, al igual que hizo la reina Mercedes, esposa de Alfonso XII:
El príncipe de Asturias utiliza por armas, con absoluta propiedad, a pesar del juicio negativo de muchos y muy insignes heraldistas, las de España plenas, brisadas con lambel de azur de tres pendientes.
El acierto, evidente al diferenciarse de las armas de la nación y del soberano, fue regulado por medio del Real decreto 284, de 16 de marzo de 2001, al establecerse jurídicamente el guión que sirve de soporte a sus armas y que debe acompañar al heredero del trono en los actos solemnes.
El lambel de tres pendientes me parece correcto para evitar el uso de las armas plenas de España.
En el Reino Unido se usa la misma brisura: lambel de tres pendientes para los hijos de monarca.


Lambel de cinco pendientes para los herederos, no llamados a reinar, de un hijo de rey:


Por su parte, la princesa de Asturias, doña Letizia, trae por armas, siguiendo el ejemplo de nuestra reina, las de su consorte, el príncipe,
partidas de unas armas creadas ex novo para la princesa, con cierto sentido histórico,
en un conjunto bien acabado:
De nuevo mi argumento contra la boca de escudo ovalada. Creo que se desdibuja en buena medida el sentido querido, buscado, pretendido: se trata de un escudo de armas. La boca ovalada y más aún la que adopta la forma de losange recuerda más a un logotipo que a un escudo. Probablemente en tiempos pasados tuvo mucho sentido. Hoy no.

A las infantas doña Elena y doña Cristina se les atribuyen igualmente armas en la red del todo acertadas. A las heredadas de su egregio padre, nuestro rey, se añaden en ambos escudos lambeles de plata de tres pendientes, como corresponde al hijo de un monarca, cargados con figuras alusivas a los títulos ducales con que fueron agasajadas los días de sus respectivas bodas y consiguiente abandono del hogar familiar.

Las armas atribuidas a la infanta doña Elena, duquesa de Lugo:Las armas atribuidas a la infanta doña Cristina, duquesa de Palma de Mallorca:
Del mismo modo, las armas atribuidas a las infantas doña Pilar y doña Margarita, hermanas del actual soberano don Juan Carlos, añaden a las armas de España lambeles de tres pendientes cargados con muebles parlantes de sus títulos ducales.

Las armas atribuidas a la infanta doña Pilar, duquesa de Badajoz:Las armas atribuidas a la infanta doña Margarita, duquesa de Soria:
Como se ha expresado, para concluir la entrada de hoy, el acierto en estas armas de la familia real, que desconozco si están realmente en uso o se trata de simple atribución, es absoluto. El rey utiliza las armas de la nación. Los hijos de rey brisan las armas heredadas con un lambel de tres pendientes, aparentemente de azur los herederos y de plata los que no están llamados al trono, añadiendo además, los hijos que no son herederos en la jefatura del Estado, muebles parlantes de sus títulos.