lunes, 3 de septiembre de 2012

CUENTA DE RESULTADOS

Como sabe, improbable lector, estudié económicas. Acabé la carrera hace más de veinte años y gracias a esos estudios sobrevivimos, más mal que bien, cuatro personas y un perro. [Sopese si gozo de una economía boyante: Hipoteca millonaria (que ya estoy terminando de pagar: me quedan apenas veintiocho años); gastos asociados al estudio de los niños (que estudiar estudian poco, pero gastar gastan mucho); luz (mi casa, de noche, con los niños sueltos, recuerda la película A Chorus Line, un escenario con todas las bombillas luciendo); agua; teléfonos móviles de última generación que paradójicamente los padres van heredando de sus hijos; alguna cerveza con los amigos y vecinos (en las casas claro, que para ir de bares no nos llega); en fin… que con poco vamos capeando el temporal gracias a la licenciatura (ahora grado) de económicas.]
Durante la carrera aprendí poca contabilidad. Después, preparando la oposición, bastante más. Lo primero que se estudia en contabilidad es que las palabras DEBE y HABER no significan, contablemente, más que izquierda y derecha. Y lo segundo es que de la contabilidad (de la contabilidad financiera, la más simple) no se obtienen más que dos documentos básicos: el balance y la cuenta de resultados.
El balance es una fotografía de la situación de la empresa a una fecha determinada (habitualmente el treinta y uno de diciembre).
La cuenta de resultados es el informe que expresa los gastos y los ingresos del ejercicio, determinando en consecuencia el beneficio o la perdida final.
Toda esta digresión pretende justificar tanto el título como el contenido de esta entrada y recordar que la palabra balance, que ha oído mil veces en la conversación cotidiana, se usa en sentido equivocado, debiendo preferirse la expresión cuenta de resultados para significar las ganancias o pérdidas de un periodo. Quién no ha oído la expresión “he sacado balance de aquel periodo y puedo concluir que…” pues no, lo correcto hubiera sido “he sacado cuenta de resultados del periodo y creo que aquella etapa fue… positiva”
Hoy pretendo obtener cuenta de resultados del periodo en el que he tenido el honor de aburrirle con la lectura de este tedioso blog. Porque ahora sí, el blog concluye. Si en el futuro vuelvo a escribir lo haré en un nuevo blog.
Sí, sí, lo sé. Anuncié hace unos meses, parafraseando al general McArthur, que volvería. Pero mentí. No, no voy a volver a escribir. Ahora me dedico a otros asuntos que en nada me recuerdan a la heráldica. Asuntos mucho más prosaicos, más mundanos, menos distinguidos: Trabajo y estudio.
Y pretendo con esta entrada obtener mi cuenta de resultados. Cuenta de resultados que creo que arroja un beneficio elevado. La redacción de este tedioso blog me ha aportado un buen número de cosas que, reflexiono mientras escribo, puedo enumerar en orden inverso a su importancia:
He aprendido a redactar mejor de lo que lo hacía, y aunque efectivamente siga resultando un tedio leerme, el asunto ha mejorado notablemente.
He pasado muy buenos ratos curioseando por la red en busca de noticias heráldicas, de nuevos estudios e informes heráldicos y de dibujos de armerías que me han aportado verdadero placer.
He conocido a los grandes de nuestras ciencias siendo siempre tratado con amabilidad y deferencia: de hecho siempre me han considerado como experto cuando lo que soy es un estudiante y además poco aplicado.
He podido asistir a una de las sesiones de la Real de heráldica y genealogía e intervenir en sus debates. Incluso buenos amigos han movido sus hilos para proponerme como académico correspondiente.
He podido asesorar, a través del correo electrónico, a cientos de personas sobre temas de heráldica muy variados, sobre todo en la elección de armas nuevas, tanto gentilicias, como corporativas. 
He sido muy reconocido, de verdad que inmerecidamente, por los redactores de otros blogs hermanos.
Y, lo mejor para el final, redactar este blog me ha permitido conocer un grupo de excelentes personas que, con la excusa de la heráldica, han sabido crear un círculo de amigos (con los que además tengo la suerte de coincidir regularmente) que me han demostrado una amistad incondicional.
Nada más, improbable lector, muchas gracias por su atención. Hasta otra ocasión.

martes, 24 de abril de 2012

I'll be back
General MacArthur



Volveré
El redactor del blog

lunes, 23 de abril de 2012

EFEMÉRIDES

Hace hoy exactamente cuatrocientos noventa y seis años, en 1516, (prevenga, improbable lector, que en 2016 se cumplirán quinientos años), el duque Guillermo IV de Baviera, por línea materna descendiente de los reyes de Castilla y León, redactaba la primera ley que fijaba qué era la cerveza, según la cual, en su elaboración se debía utilizar únicamente agua, malta de cebada (cebada hervida que pasa a denominarse malta) y lúpulo.

jueves, 19 de abril de 2012

PALABRA PROHIBIDA

Seguro que no ha reparado en la anécdota. En este tedioso blog hay una única palabra que no se ha permitido, que no se ha escrito. Una única voz imposible. Vendría a ser mi Hápax legómenon inexistente.
Cuando se me ha remitido cualquier escrito, sopese improbable lector los muchos que jalonan la vida de esta página virtual, aunque se tratara de la tesis doctoral del más insigne de los heraldistas, he repasado detenidamente el texto para intentar encontrar la palabra maldita y, localizada, he procedido a su sustitución. Siempre con sigilo pero de forma implacable.
La palabra maldita, hoy tampoco se añadirá porque me resulta malsonante, es aquella que se podría definir como la forma de Estado contraria a la monarquía. Del latín res pública.
Sí, efectivamente podrían haberse sustituido otras voces ¿verdad? Deberían haberse aliviado algunas otras que se han vertido en esta cadena de entradas que suponían verdaderos insultos de unos heraldistas contra otros. Pero en ese asunto no me he permitido entrar. Allá cada cual con su supuesta posesión de la verdad.
Esa palabra maldita que evito incluso en la conversación oral, ha quedado para siempre desterrada de este blog y confío por el bien de la Patria en que, a pesar de todo lo que está sucediendo en el entorno de la real familia en estos últimos meses, en el futuro no deba responder ¡viva! cuando la escuche.

miércoles, 18 de abril de 2012

ESTUDIOS HERÁLDICOS

Las más preclaras mentes que en estos reinos que hoy llamamos España dominan nuestra ciencia, desarrollan estudios que suelen entender la heráldica como ciencia auxiliar de la historia, a través del recurso al estudio de las armas que aparecen representadas sobre piedra antigua. Y lo que se salga de esas lindes se considera frivolidad. Muy probablemente tengan razón. Desde luego su saber es extenso, con acceso a fuentes de gran valor documental y demostrando siempre un rigor científico extraordinario en el desarrollo de sus estudios. ¿Pero la heráldica es solo eso? Existen otras corrientes, otras escuelas de menor relevancia donde se agrupan diplomados en heráldica que, lejos de considerar la heráldica solamente un auxilio para la datación de antigüedades, reclama un conocimiento más actual de esta ciencia. De esta forma, se atreven con estudios variados, igualmente rigurosos, pero tendentes a descubrir una heráldica más viva, más actual, más cercana a lo que el resto de interesados por la heráldica, actualmente reclaman. Y es que en un mensaje privado escribía un caballero que se planean diferentes estudios de heráldica actual. Uno de ellos encaminado a estudiar los motivos de la elección de sus armas por parte de los actuales obispos de España. ¿Se trata de tendencias enfrentadas? Evidentemente no. Se trata de corrientes de pensamiento complementarias. Mucho pueden y deben aprender unos de otros. Y a modo de conclusión, y desde la tranquilidad de saber que el blog que está leyendo, improbable lector, es una frivolidad desde su origen, sin pretensión de academicismo alguno, sino con el único afán de resultar un pasatiempo heráldico, un entretenimiento inocente, alejado de todo dogmatismo, se propone algo evidente pero desobedecido y olvidado por todos y yo mismo el primero: No menospreciemos los estudios heráldicos que otros hacen. Olvidemos nuestros protagonismos. Consideremos lo que otros estudiosos de nuestra común ciencia realizan. Dejemos de cargar unos contra otros. Acompañan a esta entrada diferentes armas sin conexión alguna con el texto.

martes, 17 de abril de 2012

OFICINA HERÁLDICA VATICANA

Recordando la anécdota que el propio monseñor Heim explicó, relativa a la propuesta que recibió del santo padre Juan XXIII de creación de una oficina encargada de los asuntos heráldicos en el seno de la Iglesia, que se ha reseñado ya en varias ocasiones en este blog, se desea recordar, improbable lector, que esa oficina había existido con anterioridad. En consecuencia no se hubiera tratado de una creación ex novo, sino de una recreación.
Y es que, antes de la incorporación violenta al reino de Italia, siendo los Estados Pontificios un reino independiente, en 1853, se fundó el Instituto Heráldico Romano cuyo fin era regular el diseño de creación y el posterior uso de armas por parte de los eclesiásticos.Este recuerdo viene a colación ante la evidente vuelta atrás por parte del actual pontífice romano, Benedicto XVI, en muchas costumbres que se habían ido perdiendo, entre las que cabe citarse el retorno al uso litúrgico de la lengua universal de la Iglesia, el latín, el uso de vestimentas ya olvidadas y la vuelta al recurso heráldico como ornamento de las nuevas prendas litúrgicas que ha recreado el actual papa:
No parece descabellado que, ante este retorno a costumbres que ya muchos consideraban desgraciadamente perdidas, se pueda aún aspirar a que se recree ese Instituto Heráldico del Vaticano, que tan necesario orden establecería en la elección de armas por parte de los prelados y demás dignidades eclesiásticas.Por supuesto, para dirigir esa oficina se debería recurrir a un individuo de sobrada capacidad heráldica, de reconocido saber heráldico eclesiástico, sin duda el padre don Guy Selvester, maestro heraldista. Acompañan a estas líneas las armas de las diócesis de Westminster, con palio de plata; Breda, con lis y sotueres de plata; Haarlem, que recuerda las cruzadas; Birmingham, un partido con tres cruces del uno al otro y Clifton, con coronas y calvario.

lunes, 16 de abril de 2012

LEÓN V DE ARMENIA. I SEÑOR DE MADRID

Me permito reponer una entrada que me gustó especialmente:

Imagino que su ingente sabiduría ya conoce la anécdota, improbable lector, pero no está de más recordar la curiosidad: el soberano del reino cruzado de Armenia, León V, fue señor de Madrid desde 1383, hasta su muerte, acaecida en 1393.
El reino de Armenia se configuró como Estado independiente en el año 1078.
En esas fechas, un numeroso grupo de armenios, huyendo de la invasión musulmana, se afincó en la región de Cilicia, en la parte sudoccidental de lo que hoy es Turquía, poniendo a salvo la forma de vida y tradiciones de su región de origen.
La longevidad del reino, cuyas armas fueron estas,
no fue del todo efímera pues, con el apoyo del contingente cruzado se alargó hasta 1375, en que resultó invadido por la fuerza de las armas quedando su rey, León V de Armenia, junto a su familia, como rehenes de las hordas moras siendo trasladados a Jerusalén y posteriormente a El Cairo.
A través de su confesor, un franciscano francés llamado Juan D´Ardel, que llegaría con los años a ser obispo de Tortíboli en el reino de Nápoles, envió cartas de petición de socorro desde la capital egipcia a un buen número de reyes cristianos de toda Europa.
Incluso, en septiembre de 1379, el rey León envió a fray Juan con su propio sello y cartas credenciales al reino de Aragón donde, el primero de marzo de 1380, fue recibido por don Pedro IV el ceremonioso.
Recorrió el fraile, en demanda de rescate para el rey León de Armenia, otros muchos reinos occidentales. Finalmente, a mediados de 1382, pudo regresar a El Cairo con una embajada al mando de Juan de Loric, financiada por el rey don Juan I de Castilla, que liberó al monarca armenio.
León V alcanzó el puerto seguro de Venecia el 12 de diciembre de 1382, desde donde se trasladó a Aviñón a rendir homenaje al papa Clemente VII, antipapa según la actual cronología de los sucesores de Pedro, y a solicitar la convocatoria de una nueva cruzada para liberar su reino de la morisma.
Sin recibir promesa pontificia de apoyo a su demanda se trasladó a Aragón para agradecer su rescate, recalando finalmente, en abril de 1383, en la itinerante corte de don Juan I de Castilla.
El monarca castellano, hombre de profunda convicción caballeresca, le dispensó en todo momento tratamiento regio y le concedió para su acomodo el señorío de Madrid, Andújar y Villareal, hoy Ciudad Real, que suponía una renta en torno a los ciento cincuenta mil maravedíes. Una fortuna para la época.
El rey León V de Armenia, I señor de Madrid, se afincó por breve tiempo en la cabeza de su señorío disponiendo la reforma del alcázar para hacerlo su hogar. Ejerció su dominio señorial sobre la villa del Manzanares, aunque sin residir efectivamente en ella, durante diez años. 
Insatisfecho por la imposibilidad de recuperar su reino perdido, en junio de 1384 se trasladó a París donde el rey Carlos VI de Francia le concedió el señorío del castillo de Saint-Ouen, con sus considerables rentas anejas.
Durante el período 1389-1392, ejerció como mediador entre los monarcas de Inglaterra y Francia, con el ánimo de conseguir que las tropas enfrentadas en la guerra de los cien años se coaligaran en favor de una cruzada que rescatara sus perdidos dominios para la cristiandad.
Finalmente, el rey León V de Armenia, I señor de Madrid, falleció en París el veintinueve de noviembre de 1393, sin recuperar su trono.
En la efigie que adorna su tumba, labrada en vida del monarca, León V porta cetro en una mano, extraviado durante el violento tránsito al nuevo régimen, y guantes en la otra, significando su carácter de soberano.
Descansa hoy el I señor de Madrid en la basílica real de san Denís de París.
Su título, conforme a la petición del pueblo de Madrid, se revocó en 1391 por el rey don Enrique III de Castilla transformándolo en vitalicio. Desde entonces, nadie se ha titulado como señor de Madrid a excepción de los propios soberanos de Castilla.
Se añaden, para concluir, las armas que usó en vida el rey León V, un terciado en palo del reino de Armenia, del reino de Jerusalén y de la dinastía de Lusignan: