Para terminar con esta serie de entradas sobre la diócesis primada de estos reinos, hoy se propone este retrato,
en el que se pueden apreciar las armas del que fuera, mientras transitó por el mundo, don Vicente Enrique cardenal Tarancón.
De santa memoria, y gran fumador de puros con cuyo humo, cuentan las malas lenguas, fue capaz de marear a un par de cónclaves completos, España entera debe a este príncipe de Iglesia el haber sido capaz de apagar los ánimos encendidos de muchos católicos que podrían haber reavivado la llama de una nueva guerra civil en estos reinos a la muerte del general Franco, anterior jefe del Estado.
en el que se pueden apreciar las armas del que fuera, mientras transitó por el mundo, don Vicente Enrique cardenal Tarancón.
De santa memoria, y gran fumador de puros con cuyo humo, cuentan las malas lenguas, fue capaz de marear a un par de cónclaves completos, España entera debe a este príncipe de Iglesia el haber sido capaz de apagar los ánimos encendidos de muchos católicos que podrían haber reavivado la llama de una nueva guerra civil en estos reinos a la muerte del general Franco, anterior jefe del Estado. Además, es digno de ser recordado por haber tenido la valentía de abogar por la democracia desde la misma misa, por él oficiada, de coronación del actual y excelente rey don Juan Carlos, que Dios guarde, en un tiempo en que hablar de democracia era considerado sinónimo de comunismo.
Se añade como curiosidad que es el único arzobispo que, en los apenas mil ochocientos años de historia de esta diócesis, abandonó la sede primada, Toledo, la capital eclesiástica de España, para ser trasladado a otra sede, Madrid.
Se añade como curiosidad que es el único arzobispo que, en los apenas mil ochocientos años de historia de esta diócesis, abandonó la sede primada, Toledo, la capital eclesiástica de España, para ser trasladado a otra sede, Madrid.
Se trata de una tela suspendida sobre de una de las calles por las que la custodia hace el recorrido procesional, para servir de parasol. En ella se han reproducido, con muy buen criterio, las armas de un cardenal arzobispo de la sede primada de España: Toledo.
No se trata del escudo del actual cardenal, monseñor Cañizares, sino del anterior primado, monseñor Francisco cardenal Álvarez Martínez. En ellas se expone, escrito en letras de sable, sobre un campo de sinople, el lema del papa que le creó obispo, Juan XXIII, además de la cabeza de un báculo, también de sable.
y las del cardenal Wojtyla, después Juan Pablo II, de sable sobre azur.
Retornando a las armas del cardenal Álvarez Martínez, del jefe mejor no hablar: Una desafortunada representación de María como Stella Maris, poniendo sobre ondas de agua de plata y azur un estrella también de plata.

Los de la Vega trajeron inicialmente un soberbio escudo de oro pleno,
al que se añadió después la salutación angélica a María: Ave María, gratia plena.
Por antigua alianza familiar de un Mendoza con una de la Vega, se cuartelaron las armas de ambas familias en frange. Hoy son harto frecuentes en el entorno geográfico desde el que se redacta este diario heráldico, toda vez que dicha familia, como se expuso, fue la propietaria de estas tierras, en nombre del rey, hasta el reciente siglo XIX.
Contemporáneo de los reyes Alfonso VIII de Castilla, Alfonso IX de León y Pedro II y Jaime I el conquistador, del principado de Cataluña y reino de Aragón.
La fábula de la adopción de las cadenas consecuencia de la batalla es eso, fábula.
Su sucesor volvió a adoptar el escudo de gules pleno, reforzado con bloca.
No cargado con cadenas.










