sábado, 6 de noviembre de 2010

LA DINASTÍA REAL DE LA CERDA III

Como ya se ha expuesto, el asunto comienza con la muerte prematura del infante don Fernando, primogénito de Alfonso X el sabio, que dejaba viuda y dos hijos de corta edad: los infantes de la Cerda. Muerto el rey sabio, estos infantes, sus nietos, no heredaron el trono sino que el segundogénito de Alfonso X, desde entonces Sancho IV, usurpó el mejor derecho a la corona de sus sobrinos, los de la Cerda.
Para terminar el recordatorio de la dinastía castellana desheredada, hoy se trae a su consideración, improbable lector, el asunto de la indemnización por usurpación.
Esta dinastía real de la Cerda, inicialmente exiliada en Francia, enlazó posteriormente con los, primero condes, y después duques de Medinaceli.
Pero tan evidente fue la usurpación de derechos que, es la curiosidad que desea destacar, y que me ha explicado el marqués de Utrera, los duques de Medinaceli recibieron durante siglos una cuantiosa indemnización ante cada nueva entronización real, no solo de los monarcas de Castilla, sino de la posterior España. Así ocurrió nada menos que hasta el advenimiento de la dinastía de Borbón, en el siglo XVIII.
No he encontrado en la red apunte que lo ratifique, pero resulta creíble y da pie a reflexionar sobre la legitimidad dinástica. Legitimidad dinástica que, la historia es prolija en este asunto, se ha justificado habitualmente por la  fuerza de los hechos consumados por las victorias bélicas.

viernes, 5 de noviembre de 2010

LA DIÓCESIS DE CIUDAD REAL Y LAS ÓRDENES DE CABALLEROS

Aunque hoy no es sábado, se proponen algunas imágenes que recuerdan el secular vínculo entre la actual diócesis de Ciudad Real y las llamadas órdenes militares españolas: Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa.
Y es que me recordaban recientemente don Roberto Gómez Martín y doña Isabel Díaz Pindado, marqueses de la Real Resistencia en el reino del Maestrazgo, que la diócesis de Ciudad Real, sufragánea actualmente de la arzobispal Toledo, hasta 1984 no era tal. Se configuró en el siglo XIX como un coto redondo, que aglutinó en su interior los diseminados por toda la geografía patria territorios propios de las órdenes. Y aunque su prior era obispo, no dependía de arzobispado alguno sino del propio papa de Roma.

La expresión coto redondo significa que todo y solo el territorio establecido queda dentro de la jurisdicción de un prior con orden eclesiástico episcopal. El título, dado que no era ordinario del lugar, fue tradicionalmente el de Dora, una diócesis hoy extinta, in partibus infidelibus, en tierra de infieles.

Como curiosidad significar que el obispo prior de las órdenes debía, al ser nombrado como tal, escoger a cuál de ellas deseaba pertenecer. Su historia revela que tres priores eligieron Santiago, dos Calatrava y dos Montesa. Ninguno de ellos prefirió Alcántara.
El mejor acercamiento a la realidad que se ha expuesto lo he encontrado en los enlaces siguientes: Éste y éste otro.

Concluyo con algunas imágenes relativas al vínculo aún existente entre la actual diócesis y las órdenes de caballeros.






jueves, 4 de noviembre de 2010

LA DINASTÍA REAL DE LA CERDA II

Con la entrada de hoy se mantiene el recordatorio de las vicisitudes de la dinastía de la Cerda.

Se hablaba antesdeayer del infante don Fernando de la Cerda que murió nueve años antes que su padre el rey sabio y cuyos hijos fueron desheredados por su tío Sancho IV. Aquel príncipe trajo por armas las de su padre el rey, aunque en alguna ocasión dispuso las armas reales invertidas, dando prioridad a León, en primer y cuarto cuarteles: Sus hijos, los infantes de la Cerda, don Alfonso y don Fernando, trajeron por armas, dado que habían perdido el trono, y por diversos avatares, un partido dimidiado del reino de Francia con el cuartelado real castellano y leonés invertido: Las armas del reino de Francia provenían de su madre, la princesa doña Blanca, hija de san Luís IX. Como se ha expresado, el cuartelado previo a la partición es el invertido que trajera el príncipe don Fernando de la Cerda. Esta disposición, concediendo más relevancia a Francia, que repugna a los heraldistas españoles, es la que, de acuerdo con el maestro Menéndez-Pidal de Navascués, ostentaron los infantes:Una rama segunda de estos infantes entroncó de nuevo con la familia real. La rama principal enlazó en la persona de la heredera, Isabel de la Cerda, en 1370, por vía de matrimonio, con el I conde de Medinaceli. Titulándose desde entonces la dinastía de la Cerda, como señores de Medinaceli, primero como condes y después, desde los reyes católicos, como duques.
Fue el IV conde de Medinaceli el que adoptó las armas del ducado que aun perduran. Trastocando el diseño original de las armas, dispuso un cuartelado: Primero y cuarto de Castilla, partido de León, y segundo y tercero de Francia, abreviado en tres lises o Francia moderno.
Sí se mantuvo el apellido de la Cerda asociado a este título hasta 1711 en que, por morir sin descendencia don Luís de la Cerda y Aragón, IX duque, heredó el ducado de Medinaceli don Nicolás Fernández de Cordoba y de la Cerda.

Desde entonces y hasta hoy, el apellido es el mismo: Fernández de Cordoba. La actual poseedora es doña Victoria Eugenia Fernández de Cordoba y Fernández de Henestrosa, grande de España, XVIII duquesa de Medinaceli y heredera directa de la dinastía desheredada de la Cerda.

Se adjunta la dirección de la fundación Medinaceli: http://www.fundacionmedinaceli.org/casaducal/.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

APORTACIÓN: EN TORNO A LAS ARMAS DE LA INFANTA DOÑA LEONOR. V

Estimado Don José Juan:

En primer lugar y tras el obligado saludo quería felicitarle por la instructiva serie sobre las armas de S.A.R. la Infanta Doña Leonor y por la novedosa a la vez que acertada, según mi humilde juicio, propuesta que hace de las mismas. Soy de la opinión de que no el escudo, pero sí el escusón debería ser ovalado. Aunque he de reconocer lo estético de su composición y por supuesto la buena argumentación que le lleva a disponer dicha forma del escudo y del escusón. A Dios gracias cada uno tendremos una opinión distinta, lo cuál nos llevará al enriquecimiento personal y colectivo de toda la comunidad heráldica.

En segundo lugar anunciarle que he inscrito mis armas en el Registro Internacional de Arma Gentilicias que mantiene Don Ignacio Koblischek, para dejar algún tipo de constancia pública de mi escudo de armas. Puede usted ya ver el diseño que de las mismas ha hecho el Señor Koblischek.
Y en tercer lugar hacerle llegar la imagen que le adjunto dónde podrá ver las armas del ahora S.E.R. Cardenal Zen Ze-kiun O.S.B., cuándo aún era Obispo de Hong Kong, ejemplo de cómo la heráldica se adapta a los usos y costumbres de cada país.
Observará usted que el capelo que timbra sus armas es de color púrpura como correspondería a un prelado y no sinople cómo deben ser para los Obispos. No se trata de un error cómo pudiera parecer por la composición del escudo. La razón es sencilla. En China la expresión "llevar sombrero verde" es símbolo de adulterio (asimilado al castizo "tener cuernos") lo cuál sería cómo mínimo incorrecto tratándose de un Obispo católico, por lo que es costumbre en dicho país entre los prelados timbrar sus armas con capelos púrpuras, eso sí con el número de borlas correspondiente a su dignidad episcopal.

Como fuente de esta información le remito al ejemplar foro Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española en su apartado acerca de la Heráldica eclesiástica.

Con mis más cordiales saludos,

Álvaro Zapata.

martes, 2 de noviembre de 2010

LA DINASTÍA REAL DE LA CERDA I

Hoy se trae noticia relativa a la dinastía de la Cerda, que ya se expuso en su momento, pero que dará pie a la curiosidad que se pretende exponer.


Del matrimonio de los reyes don Alfonso X el sabio y su esposa doña Violante de Aragón se tiene noticia de al menos doce embarazos llevados a término.

El primer hijo varón que sobrevivió a la infancia, habido en el matrimonio real y consecuente heredero del reino de Castilla fue el príncipe don Fernando. Apodado de la Cerda a consecuencia de un fuerte pelo negro que le crecía en la espalda. Nacido en 1255, falleció a los veinte años de edad, en 1275, dejando viuda, la princesa doña Blanca de Francia, hija de san Luís IX, y dos hijos, apodados o apellidados, como su padre, de la Cerda. Este príncipe usó las armas reales sin diferenciar,
salvo en algunos sellos en los que gustó de usar el cuartelado invertido, disponiendo León en primero y cuarto y Castilla en segundo y tercero. No se consideraba entonces esta diferenciación como suficiente, es decir, se tenían éstas por armas reales o armas plenas.

Nueve años después de la desaparición del príncipe don Fernando el de la Cerda, en 1284, fallecía su padre, el rey sabio. A pesar del expreso testamento de este rey, no fueron los infantes de la Cerda los que heredaron el reino, sino el segundo hijo varón del rey Alfonso X, el príncipe don Sancho, que pasaría a numerarse IV y apodado el fuerte, usurpando el trono a sus sobrinos con mejor derecho.

El ejemplo en la actualidad, evidentemente nunca ocurriría, es equivalente al hecho de, por ejemplo, que heredara al príncipe de Gales, fallecido antes que la reina de Inglaterra, su hermano el príncipe Andrés, en vez de su hijo el príncipe Guillermo.
Para evitar circunstancias análogas a éstas, que fueron las padecidas por los infantes de la Cerda, nuestra constitución contempla en su artículo cincuenta y siete, al tratar de la sucesión a la corona de España, el derecho de representación. Este derecho otorga al hijo del heredero premuerto, la representación de los derechos de su padre.

lunes, 1 de noviembre de 2010

APORTACIÓN: EN TORNO A LAS ARMAS DE LA INFANTA DOÑA LEONOR. IV

UN SISTEMA DE BRISURAS PARA LA CASA REAL (II): VARIANTES DEL ESTANDARTE REAL QUE PODRÍAN ADOPTARSE PARA LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA REAL

Por Alfonso Herrera Sánchez

Al hilo de la reflexión que se ha venido desarrollando en el Blog de heráldica, cuya existencia muchos celebramos, sobre la situación existente en España respecto a las variantes de las armas reales atribuidas a los miembros de la Familia Real, en mi opinión también debería ser abordada la problemática relacionada con el estandarte real y sus posibles variantes.

Faustino Menéndez Pidal ha expuesto, en su célebre estudio dedicado al escudo de España, que en nuestro país con frecuencia el escudo se ha regulado como un elemento incluido otros emblemas a los que se ha prestado más atención en las normas. Este autor nos recuerda que el actual escudo de España apareció descrito en un informe elaborado por la Real Academia de la Historia, solicitado por el gobierno provisional, porque se consideró necesario adoptar un nuevo escudo para sustituir “en la moneda” a las armas reales después del derrocamiento de la reina Isabel II. Cuando se restauró la monarquía con Alfonso XII, el Ministerio-Regencia presidido por Cánovas dispuso por Decreto “…que se recuperasen los emblemas reales del escudo en banderas y estandartes de mar y tierra, en la moneda, los timbres y donde quiera que se ostentasen sus gloriosos blasones por ley o costumbre”. En lo relativo a las armas reales, este gobierno ordenó que se recuperaran tal y como habían figurado en el estandarte real durante el reinado de Isabel II. Proclamado el sistema de Estado de 1931, en el Decreto en el que se estableció una nueva bandera, se llegó a describir el escudo como “…el que había figurado en las monedas de cinco pesetas de 1869”. Con estos ejemplos Menéndez Pidal ilustra la preferencia por los diferentes “soportes” en los que aparecía reproducido el escudo. En la actualidad el escudo de España se encuentra regulado en una Ley Orgánica, sin embargo las armas reales aparecen descritas en el capítulo que se dedica al estandarte real del reglamento en el que se describen las banderas y estandartes españoles. Como vemos de nuevo, a las armas reales les otorga un carácter secundario respecto a las enseñas reales. En el año 2001, este reglamento fue modificado al establecerse un nuevo guión y un nuevo estandarte (con su propio escudo de armas) para el Príncipe de Asturias.

Por estas razones, a la hora de abordar la cuestión relativa a las armas empleadas por los miembros de la Familia Real, considero conveniente tener también en cuenta las posibles variantes que podría adoptar el estandarte real. Si finalmente se adoptasen oficialmente variantes destinadas a infantes y consortes reales, con toda seguridad aparecerían descritas en una norma centrada en sus estandartes, como ha ocurrido en el caso del Heredero de la Corona.

Estandarte real y variante del Príncipe de Asturias

En la actualidad únicamente S.M. el Rey como el Príncipe de Asturias cuentan con un estandarte y un guión propios que señalan su presencia. Se encuentran regulados por el Reglamento de Banderas y Estandartes, Guiones, Insignias y Distintivos. En ambos casos se trata de un paño de un único color con las armas respectivas bordadas en su centro. La versión actual del estandarte real es de un color azul oscuro, frente al morado utilizado en buena parte del siglo XIX y primer tercio del XX y el tradicional carmesí que se había empleado anteriormente. El morado, el carmesí y por extensión el azul actual, se han usado para representar el color púrpura que ha sido el color asociado desde la Antigüedad a los Soberanos. En el caso del Príncipe de Asturias se han adoptado un guión y un estandarte, de nueva creación, con el color de la bandera (y el esmalte del escudo) de Asturias. Tanto en el caso de S.M. el Rey como en el del Heredero, el esquema del estandarte es compartido por el guión, la bandera de uso militar portada por un oficial. En este último se le añade a los bordes del paño un conjunto de flecos y un cordón anudado en el mástil.





Pabellón real

En lo relativo al estandarte real hay que destacar una notable carencia que se viene manteniendo desde 1975, la inexistencia del pabellón heráldico con las armas reales.

En noviembre de 1975, cuando don Juan Carlos fue proclamado Rey de España, se sustituyó la corona de príncipe por la real en el escudo había utilizado como Príncipe de España y que también figuraba en su guión y estandarte. El anterior Jefe del Estado había utilizado en su guión y estandarte una enseña que había pertenecido a los últimos monarcas castellanos y, durante el periodo anterior, en el estandarte y guión presidencial figuró el escudo de España, lógicamente sin el escusón dinástico, timbrado con una corona mural y acompañado por las iniciales de cada titular sobre un paño color carmesí. Sin embargo, antes de 1931, los Monarcas Españoles además del estandarte (con el paño morado o carmesí) y del guión utilizaban una bandera heráldica o pabellón con todos los elementos de su escudo grande, salvo los adornos exteriores, presentados en una enseña.

En mi opinión, podría estudiarse la conveniencia de recuperar el pabellón con las armas reales, adaptándolo a la versión actual de las mismas. Dado que el escudo de S.M. el Rey consiste en un cuartelado con las armas de Castilla, León, Aragón, Navarra, Granada en la punta y el escusón dinástico y por razones relacionadas con el diseño heráldico, de adoptarse, sería conveniente que el pabellón tuviera forma cuadrada (ligeramente más alto que ancho sería todavía más correcto), en vez de rectangular que fue habitual desde el reinado de Carlos III. Esta enseña sería muy semejante (salvo el escusón dinástico y las armas de Granada) al Torrotito, la bandera izada en la proa de los buques de la Armada Española.

Por razones prácticas (y así ocurrió durante los últimos reinados), el uso del pabellón real debería ser muy ocasional. Podría ser izado en los Reales Sitios en ocasiones especialmente relevantes (se me ocurre el día de la Fiesta Nacional, la Pascua Militar, con motivo del acceso al trono de un nuevo monarca o expuesto en el velatorio y procesión durante los funerales de éste aunque en las actuales Ordenanzas únicamente establezcan el uso de la bandera nacional).

Como curiosidad señalaremos que existe un pabellón con las armas actuales de S.M. el Rey, se encuentra en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, en Inglaterra. La razón se debe a que en dicha capilla se ha mantenido la costumbre de mostrar los pabellones heráldicos con las armas de todos caballeros y damas de la Orden de la Jarretera, a la que también pertenece S.M. el Rey.


Variantes del estandarte real destinadas a los infantes

Como ya se ha expuesto al hablar de los escudos atribuidos a los infantes de España, dado que en su momento se consideró adecuado que en el caso del Heredero de la Corona dejara de utilizar los emblemas de S.M. el Rey por su componente personal, por idénticos motivos sería conveniente extender esta decisión a otros miembros de la Familia Real. Hay que reconocer que la utilización de un estandarte personal por parte de los infantes sería mucho más ocasional si lo comparamos con S.M el Rey o el Príncipe de Asturias, dado que en los Reales Sitios se iza el estandarte del miembro de la Familia Real con mayor rango y la presencia en solitario de los Infantes en actos públicos es menor. Además conviene recordar que ninguno de ellos tendría asignado un guión salvo que fuese llamado a ocupar la Regencia.

Sin embargo, los Infantes acuden a presidir algunos actos oficiales por lo que en los vehículos utilizados para desplazarse a los mismos (especialmente en la comitiva real formada con motivo del Día de la Fiesta Nacional) sería adecuado que se mostrasen estos estandartes como es habitual con los tradicionales banderines de autoridades. Ha de tenerse en cuenta que los miembros del Gobierno tienen asignada como enseña propia una bandera cuadrada con los colores de la bandera española y el escudo situado en su centro. También, como expuse al hablar de sus escudos, se subsanaría una situación de cierta indefinición que se produce cuando un infante embarca en un buque de la Armada, estando ausentes SS.MM. los Reyes o los Príncipes de Asturias ya que existe una instrucción del Estado Mayor Conjunto de 1994, que establece que, en ausencia de S.M. el Rey se extienda el uso del estandarte real a otros miembros de la Familia Real y de cuya aplicación en la práctica dudo.

El diseño que deberían tener estas variantes ofrece pocas dudas. En otras monarquías, como regla general, los príncipes utilizan unas enseñas basadas en el estandarte real a las que se les introducen algunas modificaciones para personalizarlos. Normalmente estas modificaciones afectan a las insignias reproducidas sobre el paño o a la forma y colores del mismo.

Los Infantes deberían utilizar como estandartes enseñas con el mismo color que el estandarte real y ajustadas a su diseño, es decir, mostrando el escudo adoptado por cada Infante en el centro.

En 1893, como fue frecuente en aquella época en numerosos países, se adoptó en España una variante del estandarte real destinado a los Infantes y la entonces Heredera de la Corona. En esta bandera figuraba, como en el estandarte real, el escudo grande del Rey de España y dado que también compartía con aquel el color de la tela, se estableció como diferencia que, en el lado más alejado del mástil, este estandarte terminase en dos puntas.

Personalmente considero como la mejor propuesta personalizar los estandartes con sus armas propias, como ha ocurrido en el caso del Heredero, e introduciendo también variaciones en la forma de los estandartes de los Infantes con las dos puntas en el lado opuesto al mástil, para que éstos se puedan identificar más fácilmente a distancia.
En el caso de que se acordara que algún hijo de los Príncipes de Asturias contara con un estandarte propio, en mi opinión se debería sustituir el color empleado en el estandarte real por el del estandarte de éste, ya que de esta forma se mostraría que se trata de reflejar el vínculo de parentesco más próximo. En el Reino Unido, aunque el Heredero es el único Príncipe de Gales, sus hijos son conocidos como los Príncipes Guillermo y Enrique de Gales. Lógicamente, en estos casos el color del paño debería modificarse en el momento de que el Príncipe de Asturias accediese al trono.

Variantes del estandarte real destinadas a los Consortes

Dada la ausencia de antecedentes, elaborar una propuesta destinada a los consortes reales ofrece más dificultades y, lógicamente cualquier fórmula presentada puede ser cuestionada con más facilidad.

En principio dejaremos al margen de los ejemplos las banderas heráldicas (usadas como estandartes reales en el Reino Unido) ya que no ofrecen ninguna duda porque obligan a reproducir las armas de sus titulares en un paño sin adornos exteriores. Además, como hemos podido ver, no se ha recuperado el pabellón heráldico de los Monarcas Españoles.

En la mayor parte de las monarquías que han asignado estandartes personalizados a los consortes reales, las soluciones más habituales han sido:

Establecer las diferencias en los elementos, normalmente de carácter heráldico, reproducidos el paño. Como ejemplo citaremos los estandartes de las Emperatrices de Alemania (desde 1871 a 1918).

Asignar al consorte un color de fondo diferente al estandarte real. Fue la opción elegida en el Reino de Rumanía.

Diferenciar el estandarte de los consortes introduciendo bordes u otros elementos de color diferente al empleado en el fondo del estandarte y/o cambiando la forma de los mismos. Es el caso de la Familia Imperial Japonesa.

Dada la ausencia de antecedentes cercanos, en principio la opción más adecuada sería que las consortes (los varones deberían utilizar sus propias insignias) adoptasen el mismo estandarte que sus esposos pero sustituyendo los escudos de éstos últimos por los suyos propios. Como hemos podido ver, esta solución fue empleada en el II Imperio Alemán. Recordemos también, como ha señalado el Marqués de Avilés, las consortes pueden usar el timbre de sus esposos y además unen con mucha frecuencia las armas de sus familias con las de sus maridos en escudos partidos o armas de alianza.

La opción expuesta sería completamente correcta y adecuada pero existiría una limitación, en la distancia apenas se podrían diferenciar el estandarte real del estandarte usado por la reina consorte y el estandarte del Príncipe de Asturias del utilizado por la Princesa.

Debido a esta circunstancia, si finalmente se optase por modificar la forma del estandarte de los consortes tenemos el inconveniente de que es una solución ya empleada para los Infantes por lo que resultaría poco significativa.

En el caso en que se decidiese introducir cambios de color en el paño, en el conjunto o mediante bordes u otros elementos semejantes con otros colores, en mi opinión es muy probable que estos elementos fuesen cuestionados por muchos por arbitrarios.

Sin embargo, analizando los escudos atribuidos a S.M. la Reina o a la Princesa de Asturias y de otras consortes reales ya fallecidas como la Reina María de las Mercedes, consorte de Alfonso XII, podemos observar que lo que se caracterizan por reunir las armas de sus esposos con las de sus familias.

Pensando en este rasgo, que define sus escudos de armas, llegué a la conclusión que podría trasladarse esta idea también a sus estandartes para facilitar la identificación de éstos en la distancia.

Como no estamos hablando de banderas heráldicas, la clave está en seleccionar el color más utilizado (más representativo) presente en los emblemas familiares de la consorte. Al igual que se ha venido haciendo en los escudos, el color elegido se uniría al empleado en el estandarte del esposo. Dado que el color que se uniría al del estandarte real o del Heredero cuenta con un significado, su elección no sería ya tan arbitraria y lógicamente sería menos cuestionada.

A la hora de establecer el color asociado a la familia podrían darse dos situaciones:

Que la consorte perteneciera a una familia reinante o noble, cuyo jefe dispusiera de un estandarte. En ese caso (al igual que ocurre con los escudos) se podría seleccionar el color predominante en el mismo.

Citaremos algunos ejemplos que puedan resultar ilustrativos: Si se tratara de una princesa de las Dos-Sicilias se emplearía el color púrpura (carmesí en la práctica) presente en el estandarte que usaron los monarcas de aquel reino. Si se tratara de una princesa danesa, el color sería el rojo con una cruz blanca ya que en los estandartes de la Familia Real de aquel país también se emplean los colores de su bandera. En el caso de S.M. la Reina doña Sofía optaríamos por el color azul (con un tono más claro que el empleado en el estandarte real) y una cruz con sus brazos iguales de color blanco porque estos elementos figuraron en el estandarte real de Grecia, utilizado por su padre, el Rey Pablo de Grecia.
En el caso de que en los estandartes figurasen elementos tales como dentados en los bordes (como sucede con Casa de Habsburgo), recomendaría que no fueran tenidos en cuenta y que se optara por el color o colores predominantes en la parte central. Tampoco recomendaría trasladar muebles de pequeño tamaño que aparecen reproducidos sobre el paño de algunos estandartes si junto a ellos figurasen las armas de su titular.

Si este sistema hubiese estado vigente en 1906, fecha en que Alfonso XIII contrajo matrimonio con Victoria Eugenia de Battenberg, la solución que hubiera recomendado siguiendo esta propuesta habría sido la siguiente:

En el Reino Unido el estandarte real es una bandera heráldica que reproduce las armas reales de Inglaterra, Escocia, Irlanda y de nuevo Inglaterra. Aunque doña Victoria Eugenia no contó con un estandarte propio, en su escudo como reina consorte, que puede contemplarse en su Ex¬-Libris, figuran (junto a las armas del escudo pequeño del Rey de España) las armas reales británicas diferenciadas curiosamente con un escusón en el que aparecen, a su vez reunidas en un cuartelado, las armas de Hesse (diferenciadas) y de Battenberg.

Teniendo en cuenta los colores del estandarte real británico y, en este caso en concreto, también las armas familiares de la Reina (al tratarse de una Battenberg) llegamos a la conclusión de que los colores predominantes asociados a su familia son el rojo (Gules de Inglaterra), amarillo (Oro de Escocia), azul (Azur de Irlanda) y de nuevo rojo. Los colores del escusón se omitirían y, de esta forma, deberíamos trasladar los cuatro colores predominantes del cuartelado sin ningún mueble.

En los casos en que la familia de la consorte no cuente con un estandarte, deberíamos fijarnos en el esmalte o esmaltes predominantes en el campo de sus armas familiares y trasladarlos, sin muebles ni piezas, al estandarte. Si en estas armas no pudiésemos seleccionar un color predominante por tratarse de un ajedrezado, un chevronado, un fusado, armiño heráldico… etc., optaríamos por trasladar el conjunto al paño del estandarte. Utilizando como ejemplo el caso de la actual Princesa de Asturias, observando el escudo que se le atribuye que le regaló de la Academia Asturiana de Heráldica y Genealogía, comprobaremos que los colores (esmaltes) predominantes en sus armas familiares son el color azul y el amarillo (formando un cuartelado).

Realizando las pruebas con las propuestas destinadas a S.M. la Reina y a la Princesa de Asturias comprobé, al reproducir el esquema de un escudo partido con el fondo del estandarte (dividiendo éste verticalmente en dos mitades y destinando la mitad del lado del mástil al color del estandarte real o del Heredero y la otra al de la familia) que, desde el punto de vista del diseño, el resultado no era muy satisfactorio, sobre todo en el caso de la Princesa.
Sin embargo, observando las enseñas de algunos miembros de la Familia Imperial Japonesa (las Emperatrices utilizan como variante el estandarte imperial terminado en dos puntas), que utilizan bordes como diferencia, se me ocurrió que podrían introducirse los colores familiares de las consortes en los bordes, destinando el espacio central (al que se le suele conceder más importancia) al color del estandarte real o del Heredero. Con esta decisión, los resultados en mi opinión mejoraron notablemente.


En lo relativo a los estandartes pertenecientes la consorte de un infante, el esquema sería el mismo pero este estandarte terminaría en dos puntas en el lado más alejado del mástil.

En el caso de los consortes varones, de acuerdo con el diseño del actual estandarte real, se deberían reproducir sus propios escudos de armas sobre un paño de forma cuadrada (con puntas si se tratara del consorte de alguna infanta). El fondo tendría el color o colores predominantes en el escudo armas, o en el estandarte usado en su familia si lo tuviera, ya que los varones no deben utilizar las armas de sus esposas salvo que reinen con ellas como monarcas conjuntos. Como curiosidad, se puede señalar que en el Real Decreto 1368/1987, de 6 de noviembre, sobre régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes, ha quedado establecido que el consorte de la Reina reciba el título de Príncipe Consorte, por lo que personalmente creo que su escudo únicamente tendrían figurar sus armas familiares, incorporando en el timbre una corona cerrada por cuatro diademas, tres a la vista y el collar o banda de la orden española de mayor rango que hubiera recibido.

Dada la complejidad a la que se podría llegar, no aconsejaría la adopción de estandartes en el caso de los consortes de las infantas. Para estos casos se podría mantener la situación actual o asignarles la enseña con los colores nacionales destinada a las altas autoridades del Estado.

Las Regencias

En España se encuentran previstas tres situaciones posibles para la Regencia:

-Regencia de una persona, si recae en algún miembro de la Familia Real.

-Regencia de tres o cinco miembros en caso de que el requisito anterior no se cumpliera.

En nuestro país no existe ningún antecedente relacionado con enseñas destinadas a regentes y en otros países no es posible encontrar pautas compartidas. A modo de ejemplo indicaremos, que en Dinamarca los regentes utilizarían los mismos colores de los estandartes reales, que son también los de la bandera nacional, pero se sustituiría el escudo de armas por las insignias más importantes de la Monarquía (la corona real, el cetro, la espada y el orbe). En Japón el estandarte del Regente se diferencia del imperial con un borde exterior de color blanco.

En mi opinión, sería conveniente determinar las enseñas que deberían utilizar quienes asumirían las funciones de la Jefatura del Estado en los supuestos en que la Regencia fuese duradera. Entre estas funciones se encuentra el mando supremo de las Fuerzas Armadas, circunstancia que hace recomendable contar también con un guión que sería utilizado por los titulares de la misma.

La solución más sencilla consistiría en que, si el titular de la regencia fuera un miembro de la Familia Real, continuara usando el estandarte que hubiera adoptado y, si no lo fuese, la enseña de las altas autoridades del Estado.

En ningún caso, en mi opinión, un regente debería utilizar el estandarte ni el guión real (dado su carácter personal), que deberían mantenerse para señalar la presencia del Monarca, aunque éste fuese menor de edad o se encontrase impedido para desempeñar sus funciones.

La opción planteada, consistente en utilizar en definitiva los colores nacionales, se plantearían algunas dudas en caso de que se estudiara la posibilidad de crear un guión, ya que éste sería idéntico (salvo en la forma) a la enseña nacional. En el caso de que el regente perteneciera a la Familia Real y se incorporasen al guión los elementos de su estandarte, éste no podría reflejar bien su condición de regente.

Personalmente propondría, siguiendo el esquema del Regente Japonés, que en el caso de un miembro de la Familia Real asumiese una regencia, continuara utilizando su estandarte pero introduciendo en el mismo un borde exterior con el color del estandarte real para reflejar su nueva condición.

En el caso de las Reinas Consortes, el borde con sus colores familiares permitiría diferenciar el nuevo borde, asociado a la regencia, de la parte interior de la enseña ya que compartirían el mismo color. Los consortes varones incluirían el borde asociado con la Regencia en una enseña en la que únicamente figuraría el color más destacado de las armas o del estandarte usado por su familia y su escudo personal.
En el caso de que un Infante ocupase la regencia, al contar con el mismo color la totalidad del paño de su estandarte y el borde asociado a la regencia, se debería introducir un delgado borde interior, a modo de orla (recomendaría que ésta no tuviese color), para que quedase claramente reflejada su nueva condición. Sería también conveniente que en estos casos el estandarte pasase a ser cuadrado, como ocurre con estandarte real.
En el caso de que se constituyese una regencia de tres o cinco personas, prevista para titulares ajenos a la Familia Real, aconsejaría que éstos emplearan en sus estandartes y guiones la enseña asignada a las altas autoridades del Estado, añadiendo el borde con el color del estandarte real característico de la Regencia. De esta forma contarían con una enseña personal diferente a la usada por los miembros del Gobierno y sería más adecuada para ser utilizada como guión por los motivos antes expuestos.

Debe recordarse que, en el caso de que los titulares de una Regencia con varios miembros compartieran guión y estandarte, únicamente se utilizaría uno de éstos si asistieran juntos a una ceremonia o se encontraran en el mismo recinto o nave. En este supuesto, lo que sí sería posible, es que cada miembro utilizara su estandarte en el vehículo en el que se desplazara aunque lo hiciera en una comitiva junto a los restantes.
Con esta reflexión y la anterior (dedicada a los escudos) en las que he ido exponiendo mis puntos de vista sobre la materia, he tratado de contribuir en la medida de mis posibilidades al desarrollo de un debate sobre esta materia, con el deseo de que éste contribuya a que expertos y personas autorizadas se animen a trasladar, una vez más, a la Casa Real o autoridades, la necesidad de abordar esta cuestión pendiente, como en su día se hizo (también con retraso) con el Heredero.

BIBLIOGRAFÍA

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“Decreto del Ministerio Regencia, de 6 de enero de 1875, restableciendo el uso de la Corona Real y el escudo de armas de la Monarquía. Colección legislativa del Ejército” [en línea]. Scribd.com.
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JIMÉNEZ SILLERO, Pedro. “Las armas de las Infantas de España, Leonor y Sofía” [en línea]. En: Escudos de Montalbán.
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MENÉNDEZ PIDAL Y NAVASCUÉS, Faustino. “El escudo”. EN MENÉNDEZ PIDAL Y NAVASCUÉS, Faustino; O´DONNELL Y DUQUE DE ESTRADA, Hugo; LOLO, Begoña. Símbolos de España. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1999. ISBN 84-259-1074-9

RODRÍGUEZ DE MARIBONA, Manuel. “Las armas del Príncipe de Asturias” [en línea]. En: ABC.es.
[Consulta: 18 de octubre de 2010]

domingo, 31 de octubre de 2010

MISA FUNERAL


Santa Eucaristía

en sufragio y recuerdo de los miembros de la

Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos

y de sus familiares fallecidos, que se oficiará,

a las 20 horas del miércoles 10 de noviembre,

en la Ermita de San Antonio de la Florida
que se aplicará especialmente en memoria de

S.A.R. la Princesa

Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleáns

Condesa de Barcelona

Dama de esta Sociedad Filantrópica en 1993

(*1910 - † 2000)

con ocasión del Centenario de su natalicio

y el X aniversario de su fallecimiento

MADRID - MMX