REFLEXIÓN EN TORNO A MONARQUÍA Y NOBLEZA
Por don Francisco Domingo Larrosa Gil
Heraldista
Distinguido Sr. D. José Juan:
Como es normal, la pluralidad de pareceres respecto de la publicación del día de hoy de su blog preveo que será cuanto menos numerosa.
En el marco de lo que diré, mi particular opinión sobre este asunto, me atrevo a decir que las palabras del General Espartero al Duque que se menciona fueron del todo desacertadas y un aciago incidente monárquico-nobiliario.
Como supongo por lo leído, veo que conoce muy bien el sabio juicio de nuestro monarca, por lo que entiendo que también conoce la formula para recompensar únicamente a una persona dentro de un linaje, bien por sus cualidades personales o servicios a la patria, etc., hechos posiblemente efímeros y de corta trascendencia (al igual que su duración) a través del ennoblecimiento vitalicio, el cual se extingue al fallecimiento del titular de la merced obtenida.
Por otra parte y para aquellos servicios quizás más elevados o de importancia capital, ya sea ganar una plaza o un encuentro mundial de fútbol, la defensa de un lugar, el engrandecimiento de nuestra literatura, etc., normalmente hechos memorables que perdurarán en el tiempo y que serán inmortalizados de muy distintas formas, para algo tan grande, sabiamente el ennoblecimiento no puede ser concedido sólo para un único individuo sino para gloria y fama de todo un linaje, de ahí que un título nobiliario deba ser y seguir siendo hereditario. Por dicha fórmula es por la cual será reconocido un linaje en el tiempo y en igualdad con el hecho causante por el que le fue concedida la merced, ejemplo meridianamente claro de ello y que cualquiera podría entender es por lo que cito el descubrimiento de América intrínsecamente vinculado con el apellido y linaje de Colón.
El sabio proceder de nuestro Rey al que sin duda alguna su alta dignidad le habrá dado las luces suficientes para discernir entre ennoblecer a una persona o a todo un linaje es indiscutible, y deben de ser los únicos motivos que fundamenten la decisión de elevar a la dignidad de Marqués a cuatro personas por su esfuerzo y defensa de algo en beneficio de la patria. Y debe de ser así porque el simple hecho de ser nombrados marqueses ya lleva aparejado el haber defendido algo en beneficio de la patria. La dignidad de marqués era concedida o por ella se nombraba en sus orígenes a los señores de frontera del reino, a los que se les encomendaba la defensa y administración de una marca (territorio fronterizo) dentro del Imperio Carolingio.
Mi conclusión es que si en un país como el nuestro en el que existe histórica y tradicionalmente la Monarquía como Forma de Estado, como poco, debemos respetar su idiosincrasia, formas y modos, y nunca criticar los actos de la fuente de donde manan honores y distinciones y sin la cual no existiría, no hay Rey sin Monarquía ni Monarquía sin Rey, de cuyos actos sólo se puede decir que son inmaculadamente correctos por cuanto que siempre se ajustan a Ley. Por tanto, nunca podremos hablar de error alguno, ni de mancha, ni de pecado, de lo único que debemos hablar es de Derecho, derecho de Rey a en su condición de tal elevar a una dignidad a las personas que así lo merezcan, con lo que Su Majestad no hace que la nobleza sea más plebeya, todo lo contrario, la enriquece. Y por último, decir que el artículo del que se hizo eco y publicó en su blog don Javier de Cruïlles fechado el 07-02-2011 y atribuido a cierta persona, sinceramente de su lectura sólo se destila puerilidad.
Sin nada más que decir.
Reciba un cordial y afectuoso saludo.
Francisco Domingo Larrosa Gil