Este escudo que acaba de observar, lector, es de la ciudad de Telde. Esta ciudad se encuentra en la costa oriental, prácticamente la única habitada, de la isla de Gran Canaria. A unos veinticinco kilómetros de Las Palmas.
El báculo del primer cuartel representa que esta ciudad fue la primera del archipiélago en contar con sede episcopal. Aún antes de la conquista castellana. Ocurrió que una serie de frailes mallorquines se establecieron en Telde en el siglo XIV. Así lo atestigua la bula del papa Clemente VI de 1351, que creó la sede episcopal. Según cuentan las crónicas, estos misioneros fueron con el tiempo odiados por los canarios, bien porque los asociaban con los esclavistas que saqueaban las costas, bien por motivos de otra índole; lo cierto es que a finales de dicho siglo XIV, los aborígenes arrojaron a los misioneros por un acantilado.
La llave que acompaña al sol canario indica que, al ser la primera sede episcopal, fue consecuentemente la primera ciudad del archipiélago.
El castillo de plata que se representa en el segundo cuartel, y que no indica otra cosa que su pertenencia al reino de Castilla, a pesar de ser de plata y no de oro, recuerda vivamente el “torreón de Gando”, construcción de tiempos inmediatamente posteriores a los de la conquista castellana y que hoy se encuentra situada dentro del perímetro de la base aérea de Gando, en Telde, donde el autor de estas líneas desarrolló su labor militar durante algo más de tres años.