Es seguro que alguno más se ha dado cuenta del detalle. En la foto que precede estas lineas, que ya se añadió a un mensaje anterior, aparece el sello del Opus Dei. No es el que se ve mas claro que el resto de la foto. Está situado en la esquina superior izquierda de la foto. En la reja que adorna el arco de la entrada central a la basílica del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Y acto seguido viene a la mente la duda. Duda académica, que no duda teológica. Esa reja lleva ahí casi cinco siglos. Consecuentemente, el fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer, pudo ver y a buen seguro vio, ese adorno en la reja, antes del catorce de febrero de 1943. Ese día, al salir de celebrar una misa, dibujó en la hoja del día de su agenda, un círculo con la cruz dentro. La cruz tenía el travesaño horizontal muy elevado. Explicó que se le había sugerido dicho emblema por la divinidad. Además, en esa misma inspiración divina, se le aclaró la forma de incorporar sacerdotes al Opus Dei. Y la duda que surge es evidente: ¿Se inspiró en ese adorno de la reja para crear el sello de la Obra? Quizá de forma inconsciente así ocurrió. Lo había visto en más de una ocasión y pudo no reparar en él. Pero su subconsciente sí lo había asimilado. El Espíritu Santo utiliza los medios que le vienen en gana. Sería interesante que algún estudioso de la vida del fundador, aclarara si pasó por el monasterio, en los días previos a aquel catorce de febrero. Además, parece que ese sello no era el que inicialmente fue meditado por el santo fundador como emblema, como señal gráfica para la Obra. No. Cuentan que inicialmente, en los primeros tiempos del Opus Dei, el fundador tenía previsto otro sello. Aquel que hoy es el de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz: Una cruz griega flechada. Con los extremos de los brazos de la cruz en forma de punta de flecha.Esta información proviene de una fuente, permítaseme el término, improbable lector, apócrifa, no oficial. Y es no oficial porque quien dejó esta información por escrito abandonó el arado. Dejó la Obra. Explicó que en una reunión en la que estaba este personaje, arquitecto de profesión y de familia más que acomodada, el fundador expresó su deseo de que "en ceremonias muy privadas, los miembros del Opus Dei vistieran en el oratorio capas blancas en las que se bordaría el escudo de la Obra: una cruz roja con los extremos en forma de punta de flecha". Ese personaje que lo recuerda aporta testigos de esa revelación del fundador que estaban presentes en esa misma ocasión. Testigos que pasaron al cielo siendo miembros del Opus Dei, entre ellos el propio I prelado, don Álvaro del Portillo.
Quiero concluir sugiriendo que el fundador, hasta que no encontró la fórmula para incorporar sacerdotes al Opus Dei, creando una sociedad a la que transferir el emblema que ya no le agradaba, pero al que guardaba afecto, no quiso ver, sentirse inspirado, en la creación del nuevo emblema, del nuevo sello para el Opus Dei.
Se aporta una fotografía de la ermita de Molino Viejo que recoge ese sello de puntas de flecha que nunca se olvidó como primigenio del Opus Dei, sino que en el mismo día en que se abandonó, para preferir uno nuevo, se decidió a quien transferirlo, a la Sociedad Sacerdotal, sin perderlo, en consecuencia, para la institución.