Por el doctor don José María de Montells y Galán
I vizconde de Portadei, en el reino de Georgia
Heraldista
Admirado Sr. Carmona:
Flaco favor nos ha hecho nuestro común amigo, el comandante Carrión, con el símil del ring. Francamente, no me apetece nada liarme a mamporros con nadie y mucho menos con Vd. que me regala continuamente lecciones de urbanidad y compostura. Yo a lo que juego bien es al gua. No tengo vocación de Fred Galiana.
Creo que fue el marqués de Queensberry, a finales del XIX, quien dictó las reglas del boxeo como noble deporte entre caballeros. Su extensísima misiva me obliga a subir al ring, pero lo hago a regañadientes. La pena es que en este escenario virtual no hay reglas y cuando uno le reclama al árbitro (en este caso el bueno de José Juan Carrión) que ponga cordura entre los contendientes, te salen con eso de la libertad de expresión y la defensa cerrada del mensajero, así que no tengo más remedio que aceptar el combate, sin delimitar excesos.
Me queda muy claro que mis lindezas dirigidas a un solo señor, ofenden a todos los lectores de esta publicación. Pues por mí que no quede, pido perdón, de rodillas si preciso fuere, a todo aquel que se haya sentido ofendido por mis palabras. No era esa mi intención y lo siento de veras. Llevo 62 años creyendo que soy un tipo más o menos correcto y ahora descubro que tengo muchas carencias. Razón de más para agradecerle sus atenciones. También me entero por Vd. que soy un primo. Ya sabe que el parentesco no se elige, viene dado.
Me obsequia, además, con su particular visión de lo que es un plagio. Así que colijo que la copia de 62 líneas de un total de 117, no es un plagio. No solo eso, es que el plagio depende de donde se publique, si es un FAQ, no tiene la menor importancia y no es plagio. La lectura de su carta me lleva a reflexionar lo variado que es el mundo: para unos, resulta que es plagio todo aquello que se firma como propio sin haberlo escrito, con intención de engañar y para otros, depende del número de líneas que se copian.
También me aconseja y aconseja a los redactores de la revista Atavis et Armis cómo deben contestar la calumnia reiterada. Se lo agradezco. Yo creí que cuando unos señores tildan de falsa a la Orden de San Lázaro y, por ende, de falsarios a sus integrantes, uno está legitimado para llamar eruditos de pacotilla a quienes demuestran una supina ignorancia sobre la citada Orden y sus avatares históricos, pero resulta que no, que no se puede nombrar iracundo al iracundo, no vaya a ser que se ofenda alguien, ni marioneta a quien perdiendo una elección democrática, se proclama vencedor para servir oscuros intereses familiares. La Orden debe cuidar su léxico, porque es cristiana y lo que procede es poner la otra mejilla, aunque los que la atacan también son, se supone, cristianos y debieran tener algo más de caridad.
Así que tomo nota: Para ser más encantadores y superferolíticos, no más vituperios verdaderos o figurados. Ni ditirambos: Si considero al Marqués de la Floresta un autor imprescindible en lo relativo a las Ciencias Heroicas, me lo callaré de por vida.
Estimado Sr. Carmona: En su larga carta, me participa que tiene cosas más importantes que hacer que discutir conmigo, pues hágalas, por mi parte no le voy a poner impedimento alguno.
Una última cosa: Respecto de mi grueso lenguaje contra los que discrepan de mi opinión, no recuerdo haberme dirigido a Vd. en términos groseros o irrespetuosos. Si lo he hecho, quedan retirados desde ahora mismo, faltaría más.
En otras palabras, me he subido al ring y he tirado la toalla. Gana Vd. por KO técnico. Su carta, toda su larga carta, me ha dejado sonado.
José María de Montells