RESPUESTA A LOS SEÑORES MONTELLS Y SAMPEDRO
Por don Carlos Cerda Acevedo
Redactor del Blog de Derecho Heráldico
Estimado D. José Juan:
Nuevamente abuso de su generosidad, solicitando en esta ocasión se sirva publicar mi agradecimiento al Dr. D. José María de Montells y Galán, así como al Licenciado señor D. José Luis Sampedro Escolar, por la distinción que hacen a mis falibles opiniones en sus respectivas publicaciones de este jueves, a pesar de que nunca he tenido el honor de dialogar con ellos, ni aun por vía epistolar. Sea, pues, mi gratitud por este honor recibido por tan insignes exponentes de la Heráldica.
En segundo orden, considero necesario precisar mi contribución a la nota de D. José María, en dos sentidos, a saber, en una disculpa por mi error de juicio y en un téngase presente.
En lo referente a mi disculpa por el error de juicio, vaya ésta dirigida al mismo señor Sampedro, a Vd. señor Carrión y a sus nada de "improbables lectores", por cuanto reconozco que el verbo utilizado por mí en el cuarto párrafo es incorrecto, pues parece que emito un juicio asertórico sobre la presencia de la venera lazarista en los retratos mencionados, siendo que, en rigor lógico, debí emplear la forma de un juicio hipotético (es decir, en vez de formular que "...en muchos de estas pinturas puede distinguirse la venera lazarista...", debí enunciar que "...en muchas de estas pinturas se observa una venera de ocho puntas, al parecer de color verde, que podría ser la venera lazarista, si bien no se descartan otras hipótesis..."), y además, reconozco que la nómina de próceres rusos que despertó curiosidad en don José Luis fue por falta de tiempo y comodidad de espíritu, ya que sólo observé a los retratos finales que se encuentran en la página web del museo del Hermitage, si bien creo que esto es un pecado menor, ya que tales nombres fueron citados de modo paradigmático ("Por ejemplo, véanse los retratos..."), y todo ejemplo nunca es un argumento, nunca es una razón, sino que cumple una función meramente indicativa, un simple indicio, mas no prueba plena.
Sin perjuicio de lo anterior, téngase presente que en el antepenúltimo párrafo de mi aportación, queda de manifiesto que mi intención no fue emitir un juicio concluyente basado en una prueba plena, sino cual proposición meramente posible o indicativa (Cfr.:"Tal vez este dato pueda servirle al Doctor de Montells en su investigación histórica -por ejemplo, recabando biografías de los mentados militares distinguidos con la orden, ya al mismo museo, ya a otras fuentes primarias (crónicas militares rusas, etc.)...", vale decir, un ofrezco un dato aparente, el cual deberá ser confrontado por el investigador con otras fuentes fidedignas, con el fin de formular -ahora sí- un juicio probable. De este modo, se entiende que mi aportación en modo alguno vino a dar pruebas irrefragables sobre la presencia de la Orden de San Lázaro en el antiguo Imperio Ruso, sino que en proponer un fenómeno adicional para la ulterior investigación. Desde luego, así lo ha entendido don José María, al decir "...que prometo a los lectores seguir con mi modesta investigación, que no es fácil para un español que desconoce la lengua de Tolstoi...Y llegar a alguna conclusión o confesar que mi torpeza es culpable de no llegar a ninguna.".
Más aún: resulta necesario continuar con la investigación con recurso a fuentes auténticas, hasta conocer la identidad de la cruz de ocho puntas que se observa en los retratos de algunos próceres rusos de la Galería Militar del Museo del Hermitage (vgr.: investigando en biografías contemporáneas, crónicas militares, instrumentos imperiales de concesión de distinciones contemporáneas a la fecha de confección de los retratos, descripción de las condecoraciones el retratado hechas por el pintor o por otra fuente verídica, etc.), pues si el debate se sigue centrando en que es la cruz Por Le Mérite porque no se demuestra que la venera fuera pintada verde; o que es la Cruz Lazarista, porque no se demuestra que fue pintada azul, lo único que lograremos es redundar en falacias, pues estamos declarando falsa o verdadera una proposición sólo en razón de un accidente (color), el cual ni siquiera ha sido -al menos nadie así lo ha manifestado- percibido directamente por alguno de los comentaristas (como sería si alguien afirmara haber observado la pintura en el repetido museo de San Petersburgo), sino que apenas sobre la base de una reproducción en la red; y ni aún así la sola percepción directa sirve para probar la verdadera identidad de la venera. En conclusión, la aportación del señor de Montells y Galán continúa siendo una hipótesis, un juicio posible que puede o no ser verdadero, merced a las pruebas que él mismo, u otros interesados, recopilen durante la investigación.
Para finalizar, celebro que Vd. difunda estos debates intelectuales dentro de la comunidad heráldica -aunque no se refieran forzosamente a materias del blasón, como el caso en comento-, no sólo por el aumento de nuestra cultura, sino porque nos permite conservar el hábito de una controversia civilizada y honorable: limpio y en directa referencia a los argumentos. Esa, y no otra, es la manera en que debemos discutir todos los que estudiamos -o empezamos a estudiar- la ciencia heroica, pues el blasón es algo que, desde sus orígenes, no se reduce a la sola significación de nuestro nombre y linaje: las armas en sí conllevan el respeto a una cierta ética de caballeros y entre caballeros.
Reciba Vd., como es costumbre, mi más distinguida consideración.
CARLOS CERDA ACEVEDO