jueves, 3 de febrero de 2011

VOLVER A NAVARRA

Volvimos al reino de Navarra todo el pasado fin de semana, alojados en un cuatro estrellas de verdadero lujo, el Villa de Larraga
Un luctuoso hecho nos convocó de nuevo en Larraga, cerca de Montejurra: El fallecimiento de un tío de mi mujer, don Javier García Oyarzábal, de sesenta y ocho años. Hombre de carácter envidiable: Esencialmente alegre; con una fe tan bien llevada, que siempre andaba atento a lo que más podía agradar a los que estaban a su alrededor; un verdadero amigo de sus muchos amigos. Carácter que ha sabido transmitir a sus hijos Pachi y Begoña con tanto acierto, que incluso lo han perfeccionado.
Conocíamos bien el municipio. Siendo solteros acudimos regularmente a pasar algún tiempo disfrutando de la justamente merecida fama de hospitalarios de las gentes del norte. Merced a los primos de Arancha, mi mujer, llegamos a disfrutar de la familiaridad de su grupo de amigos en aquel lugar. Grupo con el que recorrimos los municipios alrededores de Larraga, en busca de las mejores fiestas.
Por aportar una pincelada de heráldica añadiré que las armas de esta villa de Larraga fueron concedidas, nada menos que en 1507, por el rey don Juan III de Albret, consorte de la última reina titular de Navarra, doña Catalina de Foix según el texto que sigue:

Y les damos por privilegio et libertad por armas, en un campo de oro un pie de raga con tres braças (ramas) de sinople, con sus frutos de gules, para que aquellas puedan tener, honrar y aprovechar a perpetuo.
La casa de los tíos Javier y Pura, inmensa, tan triste ahora, es verdaderamente casa solariega: un escudo hidalgo campea en la fachada externa.
Escudo de finales del siglo XVII, timbrado con yelmo, que exhibe las armas de la casa y de quienes la habitan: banda de oro, engolada en dragantes de lo mismo, linguados de gules, sobre un campo de gules, con un creciente ranvesado de plata en lo alto y una estrella de oro en lo bajo.
Sirva esta entrada como nimio homenaje a la figura del tío Javier, don Javier García Oyarzábal. Persona de tan ejemplar memoria, que no se sabe cómo acertar, si rezando por él, o rezándole a él.