sábado, 4 de septiembre de 2010

SÁBADO: IMÁGENES

Aprovechando los últimos coletazos de este verano que ya anuncia su final, viajamos el pasado viernes a Valladolid. Allí fuimos acogidos por la hospitalidad de la familia de un buen amigo, compañero de armas y empleo, don Francisco Prados Parra, que junto a su esposa, doña Yolanda, y sus hijos Paco y África, nos permitieron disfrutar de un magnífico fin de semana.
Son nuestros amigos vecinos de La Flecha, un barrio emergente de viviendas de reciente construcción, elegante, de gente decente: parejas jóvenes con hijos pequeños en su mayoría, perteneciente al municipio denominado Arroyo de la Encomienda.
Este acogedor municipio trae por armas un armónico cortado, con el primer cuartel de gules, con una cruz de malta de plata; y el segundo de oro, con tres álamos de sinople. En punta ondas de agua de azur y plata.
Las ondas de agua y los álamos hacen referencia al entorno natural de La Flecha, regado por el Pisuerga y consecuentemente con abundante vegetación. La cruz de malta recuerda una encomienda que existió en el entorno de La Flecha hasta la infausta desamortización de los bienes eclesiásticos decretada por el ministro Mendizabal, a comienzos del segundo tercio del siglo XIX. Encomienda que, efectivamente improbable lector, pertenecía a los caballeros hospitalarios de san Juan.
Picoteando en las terrazas que habitan la plaza mayor del lugar, frente a la fachada principal del ayuntamiento, fui sorprendido por un buen ejemplo de ostensión, de muestra de las armerías municipales.
 Efectivamente, las armas del lugar adornan un lateral de la plaza con todo su despliegue colorista. Se trata de un escudo de obra policromada, de considerable tamaño, situado en un pequeño desnivel, a nivel del suelo y rodeado de césped.

Pone ese escudo de manifiesto un sensato y cabal ejemplo de imbricación de las armas municipales, que son las de todos los habitantes, en la plaza de común encuentro y esparcimiento.
Pero lo sorprendente, aparate la sana inhibición del pudor heráldico que tanto entorpece nuestra ciencia heorica en España, es el ademán metaheráldico, más allá de la propia ciencia heroica, que adoptaban las figuras del escudo de La Flecha.
La fotografía que sigue, y con la que concluye esta entrada, recoge el detalle del escudo municipal sito en la plaza mayor. Superadas las dos dimensiones lógicas de nuestra ciencia, adquiere una tercera a través de la disposición erguida de los muebles que representan los álamos, toda vez que se trata de verdaderas plantas ornamentales dispuestas con gran acierto.