miércoles, 29 de septiembre de 2010

COLABORACIÓN DEL BARÓN DE SÓRVIGO

“De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas”
(Is. 2, 4)
Mi muy querido amigo:

Te escribo estas líneas para contarte una experiencia que he vivido recientemente. Leyendo hace pocos días noticias sobre heráldica, me llevé un susto morrocotudo: pensé que la segunda venida del Mesías se acababa de producir el mes de agosto pasado. ¡El Mesías ya está aquí! ¡Y en un pueblecito de Navarra que se llama Villatuerta!

Comprenderás que me llené de gozo ante semejante noticia: cualquier cristiano viejo ha oído hablar de esa era de paz que describe el profeta Isaías en el cántico de su capítulo segundo: “No alzará la espada pueblo contra pueblo, forjarán de las lanzas podaderas”.

Sin embargo, una lectura más atenta de la noticia condujo mi gozo al previsible pozo: lo que en realidad ha pasado es que el Ayuntamiento de la citada localidad de Villatuerta ha modificado el escudo municipal siguiendo los dictados de lo políticamente correcto: donde el escudo tradicional presentaba la efigie de un guerrero con lanza,
ahora ostenta un campesino con un hacha,
dispuesto a cercenar de certeros tajos toda ramita que se cruce en su camino bosque a través. ¡De las lanzas podaderas! “Se ha cambiado la alabarda por un hacha y el soldado ahora es un leñador”, dice orgulloso el Alcalde de la localidad. ¿Se tratará de un efecto colateral de los cursos de formación del INEM, dispuestos a convertir a los albañiles en desarrolladores de I+D, y a los soldados en leñadores?
La verdad es que bien mirado, en el modelo de escudo que presenta el periódico en el que leí la noticia (http://www.noticiasdenavarra.com/2010/08/24/vecinos/estella-y-merindad/villatuerta-modifica-su-escudo-municipal-para-evitar-los-simbolos-belicos) no veo por ningún sitio al leñador: bien es cierto que aparecen puestos en sotuer un báculo y un hacha de larguísimo e inmanejable mango, pero el personaje que antes fuera soldado ha sido dibujado desarmado y con las manos en alto, como los malos de las pelis del oeste cuando el bueno les encañona con su colt para sacarles de su escondite. ¿Una alegoría de la rendición ante lo políticamente correcto?

La verdad es que esto de lo políticamente correcto está causando estragos en la heráldica. No tengo que recordarte la cantidad de consistorios andaluces que han quitado las cadenas con las que representaban al Rey cautivo Boabdil (http://blogdeheraldica.blogspot.com/2009/11/desproposito-heraldico.html), la reciente confusión entre el escudo de los Reyes Católicos y el de la España franquista (http://blogdeheraldica.blogspot.com/2010/08/rectificacion-del-error.html), o hace pocos años, la propuesta de quitar las cabezas de moros del escudo de Aragón.

Puestos a velar por la corrección política, se me ocurren varias propuestas. Por ejemplo, y sin salir del escudo de España, cambiar el castillo de Castilla, evocador de gestas guerreras, por un castillo estilo Blancanieves, que sugiera bailes cortesanos y romances de princesas casaderas (si se dibuja con dos o tres hadas madrinas revoloteando entre las torres, mucho mejor). Y la granada de Granada, qué menos que representarla convenientemente empaquetada en un blister de plástico transparente y metida en una cámara frigorífica, por aquello de la seguridad alimentaria (con trazabilidad y fecha de caducidad, por supuesto). Y el león de León, mejor sustituirlo por un gatito con su ovillo, no sea que recuerde fieras hazañas patrias. ¡Y que me quiten lo de “plus ultra”, que está escrito en una tira de papel sin reciclar, y estamos acabando con los bosques!

Y si salimos por otros andurriales, qué me dices de los lobos cebados tan frecuentes en la heráldica norteña de España, ¡colmo de la incorrección política! ¡Pienso compuesto, es lo que deberían comer esos lobos, malandrines ellos, pobres ovejitas! Lo mismo te digo del escudo de Salamanca, con un toro negro zaino, que sin duda hiere la sensibilidad de alguna tripartición afecta a los correbous de encendidas astas. Y las armas tradicionales de Galicia, donde la laicidad y el laicismo brillan por su ausencia. Del escudo de Guipúzcoa, que quiten los diez cañones con sus cureñas, que aquí ya no hay guerras aunque nos frían a tiros. Y en Madrid, queremos oso y osa, uno a cada lado del madroño (o madroñera, que ambos géneros permite el diccionario) ¿Y qué me dices, fuera de las lindes patrias, del escudo de México, con una voraz ave rapaz atrapando a una pobre serpiente, animalito sin duda en peligro de extinción?

Y así podríamos seguir ad infinitum. La verdad es que se le cae a uno el alma a los pies.

Un cordial saludo:

El barón de Sórvigo