lunes, 21 de diciembre de 2009

ORIGEN HERÁLDICO DEL SÍMBOLO MONETARIO

Hoy se propone una anécdota antigua que quizá recuerde, improbable lector, referida a las columnas del escudo de España, las columnas de Hércules.Las cecas americanas, las factorías de emisión de moneda en el territorio español que quedaba al otro lado del Atlántico, acuñaban sobre el metal las armas de los reyes, y desde el siglo XVII, en el reverso, las columnas de Hércules que significaban la tierra plus ultra, más allá, acoladas a dos mundos, el viejo y el nuevo.Estas monedas, de curso legal en un vastísimo imperio que recorría América de norte a sur, desde California y la Florida hasta la tierra del fuego, sirvieron como instrumento de intercambio comercial también en las tierras vecinas a las propiamente españolas.Así, en los territorios americanos que el rey inglés entregó a sus súbditos de las más distinguidas familias inglesas, lo que hoy se denomina Norteamérica, o Estados Unidos, se utilizó no solo la excesivamente local y aldeana moneda inglesa, sino la más pujante y universal moneda española, el real.Moneda que, por la dificultad de pronunciar correctamente, se expresó gráficamente según el dibujo que contenía: Dos mundos, representado uno sobre otro, 8, con dos columnas en vertical, ll, que superpuestos, $, dieron origen al hoy tan conocido y universalmente aceptado símbolo del dólar.Pero la anécdota no concluye aquí. Las columnas que el emperador don Carlos acolara a sus armas y que Norteamérica utiliza como símbolo monetario, con el devenir de los años han sido aceptadas como símbolo de cualquier unidad monetaria, por evidente influencia de la poderosa economía norteamericana.Así, en el Reino Unido, su moneda, la libra esterlina se representa hoy con la inicial L, atravesada por dos pequeñas líneas, las columnas, esta vez horizontales para cortar el tramo más largo de la letra. En el imperio del Japón, su moneda, el yen, se expresa abreviadamente a través de la inicial Y, de nuevo atravesada por dos líneas, las columnas. Y por fin, en la Unión Europea, incluida España, la moneda común se representa por una E que aparece cortada en su tramo central por dos líneas, las columnas. Columnas, en consecuencia, que han retornado a España, esta vez derribadas, horizontales, para significar la moneda de uso corriente.