domingo, 25 de octubre de 2009

EVOLUCIÓN HERÁLDICA

El propio transcurso de la vida hace, no solo que se adopten ideas nuevas, sino que se mude categóricamente de forma de pensar. Esta obviedad se refleja en la heráldica, que al cabo, es un aspecto más de las manifestaciones humanas.

Y es que, como se explicó en una entrada reciente, todo aquello que se dispone en unas armerías, los esmaltes, las particiones, los diferentes muebles, intenta transmitir un mensaje. Consecuentemente, si se alteran las circunstancias personales es lógico que las armas evolucionen de forma pareja.

Hoy se llama su atención, improbable lector, sobre las nuevas armas adoptadas por el arzobispo LeGatt, de la diócesis canadiense de San Bonifacio.

Este arzobispo nació el 6 de mayo de 1953 en Melfort, en la provincia canadiense de Saskatchewan. Vocación tardía, fue ordenado sacerdote en 1983, ya con treinta años de edad, en la ciudad que debe su nombre al consorte de la reina Victoria I de Inglaterra, llamada Príncipe Alberto. Allí permaneció a cargo de una parroquia hasta que, el cinco de octubre de 2001, fue ordenado obispo recibiendo el encargo pastoral de regir la diócesis de Saskatchewan.

Sus armas episcopales, fantásticamente ejecutadas, adoptaron un franco cuartel de armiños como homenaje a sus ascendientes bretones. Recordará, improbable lector, que las armas del que fuera ducado soberano de Bretaña eran un sobrio sembrado de armiños. La gavilla de trigo es alusiva a la eucaristía, las espadas a san Pablo y la paloma, evidentemente al Espíritu Santo. Una representación heráldica del todo estética.

Recientemente, el veintiuno de septiembre de este año, monseñor LeGatt alcazó la condición arzobispal al ser requerido a la diócesis de San Bonifacio, en la provincia de Manitoba de su país. Consecuencia del traslado ha adoptado nuevas armas. Son las que siguen:Mantiene tres alusiones específicas de sus antiguas armerías: Los dos billetes sembrados de armiños, que son de nuevo recuerdo de su ascendencia bretona; la paloma, que representa al Espíritu; por último la gavilla de trigo manifiesta la enseñanza del maestro: Si el grano de trigo no muere, queda sólo un grano, pero si muere, da mucho fruto, del evangelio de Juan, capítulo doce, versículo veinticuatro. Igualmente, en esa extraña costumbre eclesial de buscar significados múltiples que ya se expuso, la gavilla manifiesta también las raíces granjeras en Saskatchewan del nuevo arzobispo.

Las novedades son dos: El llamativo cambio de esmalte del propio campo del escudo, que de sinople pasa a azur, y la faja ondada, que simboliza el río Rojo, en cuyos alrededores el primer obispo de San Bonifacio, en el siglo XIX, estableció una misión que fue el origen de la ciudad.

En este enlace, en inglés, se muestran los detalles: http://www.archsaintboniface.ca/english/archbishop/coat_of_arms.html