Habiéndose celebrado el sábado pasado la festividad de san Fernando y al hilo de la reciente entrada sobre la hermandad de caballeros que toma por nombre el del santo rey, hoy se propone una breve anécdota.Es la relativa a la ceremonia de entronización, a través de la recepción de la orden de la caballería, que fuera tradicional en Castilla y León. En estos reinos, la mayoría de edad de los hijos de la real familia se alcanzaba en torno a los catorce años. A tal efecto se celebraba, con toda la solemnidad requerida por la ocasión, la ceremonia de admisión en la orden de la caballería, que daba verdadero valor a la madurez y consiguiente acceso a la condición de guerrero cristiano del infante real.La recepción en la orden de caballería se desarrollaba con el sabido ritual, cuya parte culminante era el momento en el que se apoyaba la hoja de la espada sobre ambos hombros del caballero al tiempo que se pronunciaban las palabras in hoc signo, dignitatem equestrem obtines, que significan, con este signo obtienes la dignidad de caballero, añadiéndose después el sabido: Que Dios y el apóstol Santiago os hagan buen caballero.Para realizar esta ceremonia, que era habitual entre todos los caballeros, no solo en el ámbito de la real familia, se requería siempre a otro caballero de más dignidad, o edad, o sabiduría, que era quien transmitía la orden de caballería. Pero, ¿quién hacía caballero al rey? ¿quien podía, entonces como hoy, considerarse por encima del rey?Para solventar esta cuestión, el ingenio medieval castellano fabricó una estatua de madera del apóstol Santiago, sedente, portando una espada.
Esta imagen, a través de un mecanismo interior, permitía manipular el brazo derecho para dejar caer la espada de la estatua sobre los hombros del rey.
El día veintisiete de noviembre de 1217, en el monasterio de las Huelgas de Burgos, el rey san Fernando, todavía soberano solo de Castilla, fue aceptado como rey, entronizado, por medio de la ceremonia de recepción en la orden de la caballería. Orden que recibió de manos de la estatua de Santiago que, aun hoy en día, puede admirarse en el cenobio burgalés.En recuerdo de aquella ceremonia, y desde hace más de sesenta años, la real hermandad de san Fernando, de la que recientemente se ha hablado en este blog, recibe siempre en esa misma fecha, veintisiete de noviembre, a los nuevos caballeros que ingresan en sus filas.