Se exponía recientemente que la monarquía española y el resto de títulos habían discurrido siempre por cauces paralelos en materia de sucesión. Siendo el habitual sistema sucesorio de la nobleza titulada la regular sucesión de la corona.Ahora bien, desde la promulgación de la ley 33/2006, que establece una extraña aplicación del principio de igualdad ante la ley, el paralelismo en materia sucesoria se ha roto, siendo ahora, solo en la sucesión al título de rey, preferido entre hermanos, el varón a la mujer.Sin embargo, ese tradicional paralelismo jurídico en materia de sucesión contaba con excepciones. Existían, hasta la promulgación de la ley 33/2006, títulos que se regían por cláusulas sucesorias particulares. Es el caso, recordamos, del título de marqués de Bradomín, otorgado en 1981 por el actual rey de España, don Juan Carlos, al hijo del escritor Valle-Inclán.
Éste título de marqués de Bradomín se otorgó con la condición de ser sucedido únicamente por varones. No era tanto que se prefiriera al varón sobre la mujer en igualdad de grado, como sucedía con el resto de títulos incluido el de rey. No. Se concedió el título con la cláusula expresa que fijaba que las mujeres no podrían nunca usar este título:
«La singular figura de don Ramón del Valle-Inclán se destaca en una época muy señalada en las letras españolas y uno de sus personajes, el Marqués de Bradomín, surge de su obra, adornado de señorío y noble lealtad a su ideario, consiguiendo el talento del autor proporcionar verismo en un ser imaginario.
Queriendo demostrar mi Real aprecio a la memoria del gran escritor y para dar realidad a la creación literaria de un personaje de ficción,
Vengo en otorgar a su hijo, don Carlos Luis del Valle-Inclán y Blanco, el título de Marqués de Bradomín, transmisible por la vía agnaticia a sus legítimos herederos.
Así lo dispongo por el presente Real Decreto, dado en Madrid a veinticuatro de junio de mil novecientos ochenta y uno»
No hay que buscar oscuros motivos sexistas en esta especial concesión sucesoria. El título de marqués de Bradomín se creó en la imaginación de don Luis María del Valle-Inclán, pseudónimo de don Ramón del Valle y de la Peña, Bermúdez y Montenegro, prolífico y consagrado escritor que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX.Y es que el personaje llamado marqués de Bradomín fue el protagonista de algunos de los mejores relatos de Valle-Inclán. Hay quien ha querido ver en el personaje de Bradomín, un alter ego, un retazo autobiográfico del autor, a pesar de lo poco edificante de las aventuras del marqués. El personaje del marqués era, como en algún momento su creador, Valle-Inclán, carlista irredento.
En un fenomenal giro de buen humor, el rey don Juan Carlos otorgó el título de marqués que creara Valle-Inclán al hijo de éste, estableciendo que el título se sucediera atendiendo a las convicciones carlistas de personaje y autor. No pudiendo, en consecuencia, ser usado por mujer.Algunos títulos más no se regían por el orden regular de sucesión de la corona. Pero eran escasos y dignos de estudios particulares por su rareza. El común de los títulos se sucedía según ese orden sucesorio de la monarquía española, fuente en cualquier caso de aquellos honores.Las salvedades a esta norma general se debían a dos motivos: Bien a la voluntad del monarca otorgante, como el caso expuesto, o bien a la petición realizada, siempre y solo, por el primer poseedor de la merced nobiliaria, para alterar el orden sucesorio regular. En una entrada que seguirá se expondrán algunos de éstos títulos creados con condición expresa de no ser regulares en materia de sucesión.
Éste título de marqués de Bradomín se otorgó con la condición de ser sucedido únicamente por varones. No era tanto que se prefiriera al varón sobre la mujer en igualdad de grado, como sucedía con el resto de títulos incluido el de rey. No. Se concedió el título con la cláusula expresa que fijaba que las mujeres no podrían nunca usar este título:
«La singular figura de don Ramón del Valle-Inclán se destaca en una época muy señalada en las letras españolas y uno de sus personajes, el Marqués de Bradomín, surge de su obra, adornado de señorío y noble lealtad a su ideario, consiguiendo el talento del autor proporcionar verismo en un ser imaginario.
Queriendo demostrar mi Real aprecio a la memoria del gran escritor y para dar realidad a la creación literaria de un personaje de ficción,
Vengo en otorgar a su hijo, don Carlos Luis del Valle-Inclán y Blanco, el título de Marqués de Bradomín, transmisible por la vía agnaticia a sus legítimos herederos.
Así lo dispongo por el presente Real Decreto, dado en Madrid a veinticuatro de junio de mil novecientos ochenta y uno»
No hay que buscar oscuros motivos sexistas en esta especial concesión sucesoria. El título de marqués de Bradomín se creó en la imaginación de don Luis María del Valle-Inclán, pseudónimo de don Ramón del Valle y de la Peña, Bermúdez y Montenegro, prolífico y consagrado escritor que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX.Y es que el personaje llamado marqués de Bradomín fue el protagonista de algunos de los mejores relatos de Valle-Inclán. Hay quien ha querido ver en el personaje de Bradomín, un alter ego, un retazo autobiográfico del autor, a pesar de lo poco edificante de las aventuras del marqués. El personaje del marqués era, como en algún momento su creador, Valle-Inclán, carlista irredento.
En un fenomenal giro de buen humor, el rey don Juan Carlos otorgó el título de marqués que creara Valle-Inclán al hijo de éste, estableciendo que el título se sucediera atendiendo a las convicciones carlistas de personaje y autor. No pudiendo, en consecuencia, ser usado por mujer.Algunos títulos más no se regían por el orden regular de sucesión de la corona. Pero eran escasos y dignos de estudios particulares por su rareza. El común de los títulos se sucedía según ese orden sucesorio de la monarquía española, fuente en cualquier caso de aquellos honores.Las salvedades a esta norma general se debían a dos motivos: Bien a la voluntad del monarca otorgante, como el caso expuesto, o bien a la petición realizada, siempre y solo, por el primer poseedor de la merced nobiliaria, para alterar el orden sucesorio regular. En una entrada que seguirá se expondrán algunos de éstos títulos creados con condición expresa de no ser regulares en materia de sucesión.