sábado, 7 de agosto de 2010

SÁBADO: IMÁGENES

Hoy le aburro, improbable lector, con una entrada egocéntrica. Solamente una imagen:
La bandera del Tercio Norte de Infantería de Marina. Que recogió, en marzo de 1992, el beso de un buen número de jóvenes, entre los que me contaba que, emocionados, instantes antes habían jurado ante Dios derramar hasta la última gota de su sangre por defender la soberanía e independencia de su patria, España, y su unidad e integridad territorial. Se reitera con toda intención: La unidad e integridad territorial de España.

viernes, 6 de agosto de 2010

HERÁLDICA DEL EMPERADOR

Escribe cuidado mensaje don Juan Fernández-Molina y Ruiz de Aranda, compañero de armas, heraldista, artista heráldico con blog propio, quien ya se dio a conocer en este espacio virtual. Las que siguen a estas líneas son sus armas.Remite mensaje acompañado de una serie de imágenes con las armas del emperador don Carlos I de España, como continuación de aquel asunto de los tres muebles de de sable. Éstas son sus palabras:

Estimado Sr. Carrión, mi comandante:

Al hilo de anteriores mensajes, sirva este email para retomar, si lo considera oportuno, el asunto de la heráldica del emperador Carlos V, que quedó en suspenso hace algunos meses (
http://blogdeheraldica.blogspot.com/2010/02/tres-muebles-de-sable_05.html) al estilo de Fray Luis de León con el "como decíamos ayer...".

Si bien las armas mayores del emperador son ampliamente conocidas y corresponden a los siguientes títulos:

Emperador del Sacro Imperio Romano (representado por el águila bicéfala que actúa como soporte)
Rey de Castilla
Rey de León
Rey de Aragón
Rey de Sicilia
Rey de Granada
Archiduque de Austria
Duque de Borgoña (antigua y moderna)
Duque de Brabante
Conde de Flandes
Conde de Tirol

existen muchísimas otras que corresponden a su larga intitulación, que es la siguiente, a excepción de los títulos nombrados anteriormente:

Rey de Nápoles, Asturias, Jerusalén, Hungría, Bohemia, Dalmacia, Croacia, Navarra, Toledo, Valencia, Galicia, Sevilla, Mallorca, Cerdeña, Córdoba, Córcega, Murcia, Jaén, Los Algarbes, Algeciras, Gibraltar, Canarias y de las Indias

Príncipe de Cataluña, Suebia, Siebenburg y Bosnia.

Duque de Lorena-lotaringia, Carintia, Carniola, Estiria, Limburgo, Luxemburgo, Güeldres, Atenas, Neopatria, Milán, Calabria, Silesia, Voivodina y de Wurtemberg.

Marqués de Alsacia, Burgovia, Moravia, Alta y Baja Lusatia, del Sacro Imperio Romano (Amberes), Orán, Oristán, de la Marca Esclavona y de Goceano.

Conde de Barcelona, Cerdaña, Urgel, Rosellón, Habsburgo, Artois, del Franco Condado, Olandia, Zelanda, Kiburgo, Henao, Zutphen, Valkenburg, Voralberg, Orchies, Namur, Lille, Leuven, Friburgo, Ferrete, Gorizia, Douai, Dalhem, Charolais, Bruselas, Burgau y de Sonnenberg.

Señor de Vizcaya, Frisia, Pordenone, Molina, Salinas, Trípoli, Malinas, Drente, Lingen, Tournai, Besançon, Gembloux, Nivelles, Utrecht, Groninga, Omlandia, Wedde, Westerwolde, Overijssel, Noôrd-holland y de Herzogenrath.

Si les parece bien a los lectores de su blog, hoy les enseñaré las armas pertenecientes a los reinos:

Nápoles

Asturias

Jerusalén

Hungría

Bohemia

Dalmacia

Croacia

Navarra

Toledo

Valencia

Galicia

Sevilla

Mallorca

Cerdeña

Córdoba

Córcega

Murcia

Jaén

Los Algarbes

Algeciras

Gibraltar

Canarias

Indias

Espero que sea de su agrado:

Atentamente:

Juan Fernández Molina

jueves, 5 de agosto de 2010

NUEVO BLOG DE HERÁLDICA

Desde el que fuera el virreinato de La Plata, un nuevo blog de heráldica, en castellano, ha nacido en la red. A través de un mensaje enviado al correo asociado a este tedioso blog se ha recibido la feliz y esperanzadora noticia.

Con apenas mes y medio de vida, inició su andadura el veintitrés de junio, despunta por su rigor y amenidad.

El responsable de su redacción, don Alejandro Pomar, es antiguo conocido de este blog. Sus palabras, anunciando el alumbramiento son estas:

Estimado José Juan:

Le escribo desde Buenos Aires, en la Argentina. Aunque no he mantenido últimamente un contacto más frecuente con usted, hoy quiero anunciarle una cosa: con humildad, pero inspirado en el suyo, he decidido abrir mi propio blog, sólo sobre Heráldica en Argentina.

La dirección es esta:
http://heraldicaargentina.blogspot.com

En una de las entradas de hoy (
http://heraldicaargentina.blogspot.+com/2010/06/mi-historia-heraldica.html) cuento "mi historia heráldica". Dado que soy sólo un aficionado, pretendo simplemente dar a conocer y difundir esta disciplina.

Muchas gracias

Alejandro Pomar

miércoles, 4 de agosto de 2010

MONEDA

Hoy se llama su atención, improbable lector, sobre una moneda de euro emitida por la ceca del Estado de la ciudad del Vaticano que ya se expuso hace tiempo, pero es verano y hay que recurrir a antiguas entradas.La peculiaridad de la imagen, efectivamente, reside en su escudo. Muestra las armas del anterior cardenal camarlengo, el español Martínez Somalo, durante la sede vacante que se produjo tras el fallecimiento, en olor de santidad, del anterior pontífice máximo, Juan Pablo II.El escudo del cardenal camarlengo se adorna de las llaves que el Maestro concedió a Pedro, en el versículo diecinueve del capítulo dieciseis de Mateo, acoladas a la cruz procesional arzobispal.

Además se añade un segundo timbre, el umbrelino pontificio, con sus gajos de oro y gules del que, dictan doctas voces, proceden los colores de las armas del principado de Cataluña y, en consecuencia, nuestra propia bandera española.

lunes, 2 de agosto de 2010

FIGURAS QUIMÉRICAS I

Disculpe, Señora, que no me levante. Aunque sin duda es uno de los más célebres epitafios, la prosaica realidad demuestra que sobre la tumba del más popular de los hermanos Marx, Groucho, en el Eden Memorial Park de San Fernando, en Los Angeles, únicamente figuran su nombre, las fechas de su nacimiento y de su muerte, 1890-1977, y una estrella de David.

Se trata pues de uno de esos mitos, leyendas urbanas en un nombre más actual e igualmente sugerente, que trasmitimos irreflexivamente en la cotidiana conversación.

Otra de esas invenciones es aquella que asegura que el cuerpo de Walt Disney, empedernido fumador durante toda su vida, permanece crionizado a la espera del descubrimiento de la vacuna contra un cáncer de pulmón que acabó con su vida en 1966.

No. Walter Disney fue ciertamente incinerado dos días después de su muerte en el Forest Lawn Cemetery de Glendale, en la California en la que vivió, y allí reposan sus cenizas. A pesar del interés que demostró durante su vida por los avances científicos no fue realmente crionizado sino todo lo contrario, fue carbonizado.

Ese interés que demostró Disney por la ciencia es el más probable factor determinante para la creación del mito.

Desde un punto de vista frívolo, puede considerarse que los actuales avances en ciencia genética ya habían sido atisbados, intuidos, adelantados a través de la imaginación de Disney. La universal clonación de la oveja Dolly no es nada, a fin de cuentas, al lado del engendro genético que suponen el ratón Mickey, un hombrecillo con cara de roedor; o el pato Donald, un hombre con cabeza y patas de ánade que casi sabe hablar; Goofy, quizá el engendro genético de mayor gravedad médica; o el propio Pluto, un perro alopécico con tan solo dos pelos en la coronilla.

Pero antes de que la imaginación de Disney creara esos híbridos, esas extrañas mutaciones, los heraldistas medievales ya habían incorporado a las armerías figuras igualmente sorprendentes, genéticamente imposibles. La idea se la robo, con absoluta desvergüenza, al mejor y más prolijo diseñador heráldico de nuestra red nacional, don Fernando Martínez Larrañaga.

Le propongo, improbable lector, comenzar un punteo, somero, a desarrollar en varios días, a algunas de las figuras heráldicas que se han dado en llamar quiméricas, aquellas compuestas habitualmente por seres híbridos de varias especies. Hoy se tratan únicamente dos.

Sin duda el más conocido ejemplo de animal con malformación genética grave, un verdadero mutante, es el grifo del que ya se habló, no hace tanto, al tratar algunas expresiones de nuestra ciencia que dan lugar al equívoco. Se trata de un ser con cabeza, patas delanteras y alas de águila y resto del cuerpo de león. No quiero ahondar en el asunto porque este blog lo pueden leer menores de edad pero la verdad es que da lugar a reflexionar qué clase de unión amatoria pudo desencadenar semejante monstruo. El grifo se representa en nuestras armerías habitualmente rampante.

La siguiente y última figura heráldica quimérica que se abordará hoy será el dragón, animal imaginario por excelencia, que más que un ser con un trastorno mutante del ácido desoxirribonucléico debido a alguna clase de exceso, sugiere la existencia de una especie, hoy perdida, que pudiera haber sido incluida con el nombre latino Draco Draco en la taxonomía creada por el insigne Linneo. Linneo, por cierto, cuyas armas recreó el capitán don Fredrik Brodin, el mejor diseñador heráldico de aquella parte de la tierra emergida, en una reciente entrada de su excelente blog. Armas de Linneo, ya concluyo con este paréntesis, que demuestran el acierto del rey del armas que las diseñó al incluir los tres reinos de la naturaleza con un huevo en abismo.

El dragón es quizá la figura heráldica imaginaria más representada en estos reinos que hoy son España. Posee cabeza de reptil y patas de águila, cuerpo y cola de cocodrilo, alas de murciélago y boca que muestra una lengua en forma de dardo. Se dispone comúnmente vencido y en algunas armerías rampante. Habitualmente se esmalta de sinople.

Especialmente en el principado que se honra de aportar un veinticinco por ciento del PIB nacional a pesar de contar con tan solo un trece por ciento de la población española, se asociará con el mítico san Jorge, que encarnará para siempre el bien, en una concepción tercamente maniquea de la existencia y dejará al dragón la posición contrapuesta, el mal.

Para concluir esta entrada, señalar que en defensa del dragón, recientemente, se han alzado capacitadas voces que han alabado sus copiosas virtudes. Conviene aquí el recuerdo de la película Dragon hearth, que muestra al último dragón como un ser noble y valiente; o la más actual Cómo entrenar a tu dragón, que lo convierte en una especie entrañable.

Y no solo el cine, la literatura, abundante en asuntos de dragones, tiene en el I barón de Gratia Dei, del reino de Georgia, don José María de Montells y Galán, el más insigne paladín de las bondades del ser que ha encarnado en el numen social el mal: el dragón.

domingo, 1 de agosto de 2010

DISTINCIONES

Al hilo de una reciente entrada en la que se hacía recuerdo de la recepción de la última revista trimestral Cuadernos de Ayala, hoy se desea llamar su atención, improbable lector, sobre la aparición de un nuevo número de la publicación.

Ha sido el propio III marqués de la Floresta, responsable de Cuadernos, quien ha tenido la gentileza de remitir al correo asociado a este tedioso blog, el editorial que lo encabeza y cuyo texto íntegro da continuación a estos párrafos.

LA MULTIPLICACIÓN DE DISTINCIONES PÚBLICAS INCONSTITUCIONALES
(Y DE OTRAS ÓRDENES Y CORPORACIONES PSEUDONOBILIARIAS)

Allá por el mes de noviembre de 1984 publicaba yo un artículo en La Luna de Madrid (la revista de la Movida), con el expresivo título Las Órdenes falsas de Caballería (tenga Vd su propia Orden). En aquellas líneas denunciaba la proliferación de falsas Órdenes -falsas en cuanto que se hacían pasar por lo que no eran: nobiliarias o caballerescas-. No eran entonces numerosas, ni socialmente pujantes. Pero el transcurso de estos veinticinco años ha llevado ese fenómeno de las Órdenes pseudocaballerescas hasta unos límites insospechables en 1984: hoy son muchas más esa clase de entidades pseudotemplarias, pseudomaltesas, pseudoconstantinianas y demás de índole sospechosa, y además campan por sus respetos en medio de la indiferencia general de la nobleza y de la sociedad.

Y lo que es peor: de la indiferencia intolerable de la Fiscalía, que en ciertos casos debería de haber actuado sin dilación: pululan por ahí tres ciudadanos españoles (don Rafael Andújar Vilches, don Javier Chordá Ruiz y don Alberto García Alonso) que reparten cruces de una sedicente Real Orden Militar de San Carlos, a razón de 2.000 euros con capa y chapas incluidas, cuyas insignias son exactamente las mismas que las de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, segunda en importancia de las Órdenes españolas. Se cobijan bajo una Archiconfraternitat de San Carlos, asociación civil registrada por la Generalidad de Cataluña, con domicilio en la calle Londres 90 (4º,2ª), de Barcelona. El capítulo que celebraron en Amalfi (Nápoles, Italia) en septiembre último, fue estupendo.

Por otra parte, es muy cierto que la Constitución Española de 1978, en su artículo 62f, reserva expresamente a Su Majestad el Rey la facultad de conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes.

Pero no menos cierto que el proceso de degeneración política que ha cursado en los últimos años el régimen monárquico surgido tras la muerte de Franco ha dado como uno de sus resultados que nadie haga el más mínimo caso de tal disposición de rango constitucional. Desde las Comunidades Autónomas (que se han inventado sus propios sistemas premiales, a todas luces poco acordes con la Constitución), hasta el más pequeño Ayuntamiento, toda entidad pública que se precie discierne medallas y cruces, algunas quizá acreditadas socialmente -la Creu de Sant Jordi catalana-, otras bien feas -la Orden del Dos de Mayo madrileña-, y otras a todas luces poco respetuosas con el sistema premial del Estado -así, la Cruz de Carlos III el Noble, de la comunidad foral de Navarra, que produce confusión con la otrora prestigiosa Real y Distinguida Orden de Carlos III-.

A agravar este fenómeno ha venido el paralelo de degradación y descrédito de las verdaderas Órdenes y condecoraciones del Reino. Porque casi todas -por no decir que todas- se vienen distribuyendo al arbitrio no ya del Rey o del propio Gobierno, sino de cualquier jerarca de segunda o de tercera fila. Así, por ejemplo, las cruces de la Orden de San Raimundo de Peñafort no las reparte ni siquiera el Ministro, sino la señora subsecretaria del Ministerio de Justicia; y la Real Orden del Mérito Deportivo, el secretario de Estado del Deporte. Ya es habitual que la prensa refleje la concesión afirmando que “el Ministerio ha concedido...”, “el secretario de Estado ha otorgado...”, silenciando siempre el nombre de Su Majestad. Algunas veces, en sus diplomas ni siquiera figura el nombre del Rey -caso de la aludida Raimunda-.

Todo esto produce en cualquier jurista, en cualquier patriota, y, en fin, en cualquier persona de criterio, la natural pena y una cierta melancolía.Y en las Órdenes y Corporaciones nobiliarias y caballerescas está sucediendo otro tanto, a causa de la degeneración que sufre el colectivo nobiliario, y que ha provocado un curioso fenómeno social: la verdadera nobleza, la antigua, la histórica Nobleza española -o sea, los Grandes y Títulos-, retraída y dedicada a otros menesteres, mientras que simultáneamente sus añejas instituciones corporativas van siendo okupadas por bandadas de hidalgos venidos a más en la última generación -y, lo que es peor, por advenedizos- que las manejan a su antojo. Y de ahí a abrir el acceso a estas entidades a sus amiguetes y paniaguados, no hay más que un paso. Que en algunas corporaciones ya se está dando, y aceleradamente. Así, la Orden de Malta (con su prueba inglesa, ilegal en España), así la Real Maestranza de Caballería de Ronda (con tantos maestrantes pseudoennoblecidos por voluntad soberana de su actual teniente de hermano mayor), así el Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid (a punto de convertirse en la Asociación de Hidalgos bis bajo la égida de su nefasto presidente, aparente protector de enemigos de la Familia Real).

Por eso no somos pocos los que nos preguntamos si, en puridad, pueden considerarse nobiliarias estas entidades corruptas, que de facto se van convirtiendo en falsas. Falsas en cuanto a que sus pomposos nombres e historia no concuerdan con el hecho de que cada día que pasa sean menos nobiliarias o caballerescas, ya que un puñado de advenedizos se han inmiscuido en ellas y las han convertido en otra cosa, aunque conserven esos nombres y esas apariencias. Pero se trata, yo no tengo duda, de un proceso de falsificación histórica e institucional que avanza imparable. En pocos años no podrá decirse ya que una Orden o Corporación nobiliaria española sea auténtica.

Y no digamos de esas nuevas entidades autodenominadas nobiliarias que, sin ser falsas, tampoco son más que pseudonobiliarias. El paradigma es una entidad galaica que, sin contar en su seno con las grandes Casas de aquel reino sino tan solo con unos cuantos hidalgos de aldea, se autopostula como la genuina representación de la nobleza gallega. Últimamente su deriva ha ido a peor, puesto que nos llegan noticias alarmantes sobre la conducta de su preboste mayor, que habría dado un golpe de estado para deshacerse de más de la mitad de los miembros fundadores, que le estorbaban en su deseo de dominar la asociación. A más, ha hecho una modificación de estatutos, sin previo aviso y sin estar en el orden del día, y por supuesto sin cumplir con ninguno de los requisitos establecidos en sus estatutos fundacionales. El objetivo no es otro que convertir su asociación en una entidad más abierta (¿más abierta a los que no son nobles, a los amiguetes?), rebajando las pruebas de nobleza exigidas a los aspirantes a ingresar, y de paso triplicando la cuota de entrada (que de 300 euros ha pasado a ser de 900 euros). Sin embargo, la situación actual de la tesorería asociativa es crítica pues apenas quedan euros de los 18.000 que recaudaron como cuotas de entrada y se deben unos 5.000 euros por compra de insignias. Parece ser que el sujeto se ha dedicado a disponer libremente de dichos fondos en actos de representación y regalos suntuarios a sus amigos; se ha negado a hacer elecciones según se preveía en los estatutos, y ha convertido su cargo provisional de preboste, acordado hasta las próximas elecciones que tenían que haberse celebrado en octubre pasado, y hasta va diciendo que será jefecillo por cuatro años más. En realidad, lo que ha hecho es abortar su propio proyecto, que se ha convertido en una más de esas órdenes de fantasía en las que ingresa cualquiera que esté dispuesto a pagar lo que le piden, aunque personalmente no tenga calidad nobiliaria alguna.

En fin: siempre me ha divertido mucho este fenómeno tan generalizado en esta clase de engendros pseudonobiliarios: las luchas y escisiones internas por el poder de la nada (porque nada son en la realidad), que desembocan en que una entidad falsa acabe acusando de falsedad a su propia escindida. Enternecedor.

En contraste, algunas pseudo-Órdenes, incluso las que son más bien falsas, funcionan mucho mejor. Por ejemplo, la asociación civil denominada Orden del Camino de Santiago, promovida por el senador don Miguel Pampín Rúa, su Gran Maestre y Presidente, y con sede en Melide (La Coruña). Ha celebrado el verano pasado su XIII Capítulo Anual en Santiago de Compostela, nada menos, con Misa del Peregrino y todo. Esta entidad hace las cosas muy bien, con solemnidad y con brillantez; y sus filas están bien nutridas de personalidades españolas y extranjeras. Lástima que en el camino haya usurpado la cruz-espada que sirve de insignia a la verdadera Orden Militar de Santiago -que, sumida en su inanidad y su pequeñez, no ha abierto la boca ni para protestar, mucho menos para acudir a los tribunales en defensa de sus derechos legítimos-. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza: ¿cómo justificarán ante sus sucesores el no haber sabido defender su patrimonio y sus derechos históricos?

Lo dicho: la verdadera nobleza, desentendida y ausente, pasota en fin, mientras los advenedizos le comen la merienda.

¿Tiene todo esto importancia alguna? Parece ser que, para el conjunto de la sociedad española, no la tiene. A nuestros conciudadanos les gusta el folklore, y les da igual que el gran maestre de turno sea un Infante o un Grande de España, que un alcalde de pueblo, mientras los mantos, los cordones y la pasamanería -el llorado Vicente de Cadenas dixit- se conserven y se usen en las fiestas de guardar. Y es que esto evidencia una realidad: que hoy en día ser Grande o Título ya no significa nada para el conjunto de la sociedad española.

Llegados a este punto, no me queda sino anunciar que yo también me he decidido a no ser menos que tanto alcalde de aldea, que tanto advenedizo y que tanto falsario, y por eso me subo al carro de estas vanidades y voy a violentar un poquito más el artículo 62f de la Constitución de 1978: en uso de las facultades legales que tenemos los Marqueses en estos reinos, yo también voy a crear una distinción -en este caso, no podrá ser más nobílica, a fuer de marquesal-, y la voy a discernir galana y generosamente, porque una medalla es como un cigarrillo: no se le niega a nadie, como decía el Rey de Italia. Yo creo que debe tener la forma institucional de las divisas bajomedievales pero con medalla y cinta, para que los agraciados por mi persona puedan colgársela del pescuezo.

Además, voy a nombrar en mi Casa un capellán, un heraldo y dos persevantes, a más de un paje de guión; mejor dicho, de bandera, que los Marqueses tenemos derecho a tremolar bandera cuando salimos a campaña.

Y, mientras redacto los decretos marquesales con la solemnidad que el caso requiere, abro concurso público de ideas para que quien quiera auxiliarme en este comprometido empeño, se sirva comunicarme sus ocurrencias al respecto del nombre de la nueva condecoración, el modelo de la medalla y cinta, y las normas ceremoniales atinentes a su discernimiento, a las solemnidades de su imposición, y a la forma de lucirla en las ocasiones y fiestas públicas.

Se lo agradeceré sobremanera, y les concederé algunas de las primeras medallas de mi Divisa.


EL MARQUÉS DE LA FLORESTA