jueves, 16 de agosto de 2007

BRUNO BERNARD HEIM

El dibujo que acompaña estas líneas es el que representa las armas de los cuatro últimos papas fallecidos: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II.Fue un solo individuo quien diseñó los cuatro. Y murió solo dos años antes que Juan Pablo II, con lo que casi hubiera podido diseñar otro mas. De hecho, entrevistado por un periodista en el año 2002 sobre el asunto, dijo que esperaba diseñar un quinto escudo papal. Se trata del individuo que aparece en la fotografía siguiente:
Se llamó, mientras caminó por el mundo, Bruno Bernard Heim. Nació en 1911, en Olten (Suiza), donde falleció en marzo de 2003. Ordenado sacerdote en su diócesis natal fue al terminar la segunda guerra mundial destinado a estudiar en una universidad de Roma. De allí dio el salto a la escuela diplomática vaticana. Su primer destino, en Francia, fue como secretario del nuncio apostólico de la santa sede en aquel país: Angelo Roncalli, el futuro papa Juan XXIII.
Cuando fue elegido papa, el cardenal Roncalli se acordó de aquel suizo que sabía mucho de heráldica y le pidió que diseñara su escudo papal. Además, le sugirió que estableciera las bases para crear en el Estado Vaticano una oficina para regular la heráldica eclesiástica. El gran error de la vida de monseñor Heim, fue responder al santo padre que esa oficina no podía crearse porque "no debía regularse el buen gusto".El sacerdote Heim, tras varios destinos por Europa, donde aprendió aún más de heráldica, alcanzó el rango episcopal, siendo ordenado arzobispo titular de Xanthús.Su gran destino fue la nunciatura de Gran Bretaña. Allí conoció e intimó, en el buen sentido, con la reina madre. Parece que compartían el mismo buen gusto por la ginebra. Pero chocó con Juan Pablo II. Y chocó por un motivo heráldico. Lo contaré en otra ocasión.

miércoles, 15 de agosto de 2007

EL SELLO DE LA OBRA EN EL ESCORIAL

Es seguro que alguno más se ha dado cuenta del detalle. En la foto que precede estas lineas, que ya se añadió a un mensaje anterior, aparece el sello del Opus Dei. No es el que se ve mas claro que el resto de la foto. Está situado en la esquina superior izquierda de la foto. En la reja que adorna el arco de la entrada central a la basílica del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Y acto seguido viene a la mente la duda. Duda académica, que no duda teológica. Esa reja lleva ahí casi cinco siglos. Consecuentemente, el fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer, pudo ver y a buen seguro vio, ese adorno en la reja, antes del catorce de febrero de 1943. Ese día, al salir de celebrar una misa, dibujó en la hoja del día de su agenda, un círculo con la cruz dentro. La cruz tenía el travesaño horizontal muy elevado. Explicó que se le había sugerido dicho emblema por la divinidad. Además, en esa misma inspiración divina, se le aclaró la forma de incorporar sacerdotes al Opus Dei. Y la duda que surge es evidente: ¿Se inspiró en ese adorno de la reja para crear el sello de la Obra? Quizá de forma inconsciente así ocurrió. Lo había visto en más de una ocasión y pudo no reparar en él. Pero su subconsciente sí lo había asimilado. El Espíritu Santo utiliza los medios que le vienen en gana. Sería interesante que algún estudioso de la vida del fundador, aclarara si pasó por el monasterio, en los días previos a aquel catorce de febrero. Además, parece que ese sello no era el que inicialmente fue meditado por el santo fundador como emblema, como señal gráfica para la Obra. No. Cuentan que inicialmente, en los primeros tiempos del Opus Dei, el fundador tenía previsto otro sello. Aquel que hoy es el de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz: Una cruz griega flechada. Con los extremos de los brazos de la cruz en forma de punta de flecha.Esta información proviene de una fuente, permítaseme el término, improbable lector, apócrifa, no oficial. Y es no oficial porque quien dejó esta información por escrito abandonó el arado. Dejó la Obra. Explicó que en una reunión en la que estaba este personaje, arquitecto de profesión y de familia más que acomodada, el fundador expresó su deseo de que "en ceremonias muy privadas, los miembros del Opus Dei vistieran en el oratorio capas blancas en las que se bordaría el escudo de la Obra: una cruz roja con los extremos en forma de punta de flecha". Ese personaje que lo recuerda aporta testigos de esa revelación del fundador que estaban presentes en esa misma ocasión. Testigos que pasaron al cielo siendo miembros del Opus Dei, entre ellos el propio I prelado, don Álvaro del Portillo.
Quiero concluir sugiriendo que el fundador, hasta que no encontró la fórmula para incorporar sacerdotes al Opus Dei, creando una sociedad a la que transferir el emblema que ya no le agradaba, pero al que guardaba afecto, no quiso ver, sentirse inspirado, en la creación del nuevo emblema, del nuevo sello para el Opus Dei.
Se aporta una fotografía de la ermita de Molino Viejo que recoge ese sello de puntas de flecha que nunca se olvidó como primigenio del Opus Dei, sino que en el mismo día en que se abandonó, para preferir uno nuevo, se decidió a quien transferirlo, a la Sociedad Sacerdotal, sin perderlo, en consecuencia, para la institución.