Los caballeros de las diferentes órdenes visten tradicionalmente, al reunirse en capítulo, el hábito propio de su religión.
Hábito que se adorna con algún elemento para significar la categoría ocupada en la jerarquía de la corporación. Ese elemento puede venir definido por muy diferentes objetos: Una prenda de cabeza,
un bastón,
una cruz,
o un collar.
Hoy me permitiré llamar su atención, improbable lector, robándole muy escaso tiempo, sobre el elemento que determina el máximo escalón jerárquico de algunas de las órdenes sobre las que el actual rey de España ejerce su soberanía.
Tradicionalmente, la monarquía española ha orlado su heráldica con el collar del Toisón, máximo exponente de la caballería no solo en estos reinos, sino en lo que en su día fue el Imperio sobre el que el sol nunca se ponía.
Pero, al igual que hiciera Felipe V al acudir desde Francia, las armerías reales pueden adornarse de varios collares. Máxime, si se trata de actos específicos de otras órdenes de caballería de las que nuestro monarca es soberano.
Y es que me remitía un mensaje don Carlos Salgado Álvarez, un heraldista poco conocido en el entorno de la comunidad pero verdadero sabio en estas lides, vizconde de Veros, en el reino del Maestrazgo, en el que me recordaba que nuestros reyes deberían quizá orlar sus estandartes, en los actos propios de las órdenes de caballería que se citaron más arriba, con los collares que denotaran su jerarquía soberana sobre las mismas.
A tal efecto, y ya para concluir, me señalaba don Carlos los diseños que el excepcional Heralder ha incluido en su página alojada en Wiki. Diseños que reflejan la heráldica real exhibiendo, no solo el collar del Toisón, sino orlada con el collar de la orden de Carlos III,
de san Hermenegildo
y de san Fernando.