REPUESTA DE DON MANUEL G. CARMONA
Heraldista
Estimado Comandante Carrión:
Permítame que abuse de nuevo de sus páginas para contestar al Sr. José María Montells, que el pasado 2 de octubre respondió con un artículo titulado "Encorsetar la heráldica" a mis notas del día 29 de septiembre, relativas a la reciente polémica entre el Sr. Marqués de la Floresta y el Sr. José Luis Sampedro Escolar.
El Sr. Montells califica mi argumentación de meras "ocurrencias", pero ha reconducido el tema de nuevo a argumentos heráldicos, cosa que creo agradará a todos los lectores. Vaya lo uno por lo otro. No obstante, todavía quedan resabios en su redacción que, en mi opinión, el Sr. Montells debería esforzarse en moderar. Dice el Sr. Montells que le he aconsejado "sobre la educación que uno debe tener para calificar conductas reprobables". ¿Conductas reprobables? El Sr. Sampedro publicó su opinión sobre dos temas, y los lectores hemos podido juzgar si esas opiniones estaban o no fundadas, si se expresaron correctamente o no. Pero no creo que ninguno de los lectores de este blog -salvo el Sr. Montells- hayamos podido pensar que expresar opiniones constituye una conducta reprobable.
También tiene cierta gracia que diga que yo "pontifico" con mis palabras. Pontificar, según el diccionario de la RAE, es "exponer opiniones con tono dogmático y suficiente". Si mal no he contado, en mi texto uso una docena de veces la palabra "creo", junto a expresiones como "en mi opinión", "me parece" y otras similares. Nada de sentar cátedra, líbreme Dios. Yo diría que se ajustan más al tono pontifical expresiones del Sr. Montells, como decir del oponente que "se dedica a difundir su ignorancia (...) cegado por su propia inanidad", "si supiese algo de Derecho nobiliario, o tan solo de Derecho administrativo, sabría perfectamente que...", "...y quien lo niegue corre el riesgo de tener que responder ante los tribunales, cosa que le va a ocurrir enseguida al Sr. Sampedro...", "tampoco demuestra un gran conocimiento cuando sostiene...", "...en su ignorancia del fenómeno heráldico no sabe...", "todo lo demás son opiniones, algunas estimables, y las del señor Sampedro no", "hay que ser muy corto de entendederas para pensar que...". Gruesas expresiones que no cuadran con el "mi modesta persona" con que el Sr. Montells se calificaba a posteriori.
Pero si algo me ha resultado verdaderamente divertido, es cuando el Sr. Montells dice aquello de "Me malicio que el Sr. Carmona debe ser amigo, pero que muy amigo, del Sr. Sampedro por lo que sabe de las andanzas del Marqués de la Floresta y sus cuitas". En el fondo, me encantaría dejarle con el intríngulis, más que nada para que no se decepcione con la respuesta. Pero no, seremos buenos. Por favor, Sr. Montells, vivimos en el siglo XXI, y hay una cosa que llama Google, que si usted teclea cualquier palabra, encontrará información para aburrir. Incluso los que gastamos ciertas edades tenemos derecho a usar estos inventos. Y ¿sabe usted cuál es el problema? que cuando se habla mucho de una persona, se corre el peligro de que alguien lo lea.
Si uno busca información sobre el Sr. Marqués de la Floresta, puede encontrar múltiples enlaces de la más variada caracterización sobre sus andanzas y cuitas, como el que se nos ofreció en el “Mensaje” del pasado 3 de octubre, enlace que enviaba a una noticia del semanario Hola del año 2004. Noticia por cierto en la que el Sr. Ceballos aparece identificado como Director de la Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, cargo en el que había cesado -si no me equivoco- en el año 1993, o sea once años antes. No parece que esta atribución haya preocupado mucho al Sr. Marqués, y eso que la publicación de marras no era una hojita parroquial, sino la revista frívola más seria que hay en España.
Vayamos ahora a los argumentos que expone el Sr. Montells. El primero de ellos, en relación con la ubicación de la cruz de caballero de Carlos III en las armas del Sr. Marqués de la Floresta. "Con relación a los ornamentos exteriores de un escudo" -dice el Sr. Montells- "la ciencia heráldica como tal, no ha dicho ni mu". Hombre, algo de mu sí que se ha dicho, aunque de un modo bastante accesorio. Vicente de Cadenas, en sus "Fundamentos de Heráldica" (2ª ed. Hidalguía, 1994, pág. 171-172), en su “Vademecum heráldico” (Id, 1984, pág. 42-43), y en algún libro más de su extensa producción, lo pone en términos de "costumbre que, sin llegar ni siquiera a ser norma, regula en parte y resuelve el problema de la colocación de las condecoraciones. Para ello se debe observar el siguiente método:
Gran cruz: La cinta de la misma debe salir del jefe y rodear al escudo, pendiendo de su punta la insignia de la misma.
Encomienda con placa: Sale del centro de los flancos del escudo y le rodea en su parte inferior, dejando pendiente de la cinta la insignia de la Orden.
Encomienda: La cinta de la misma sale de los flancos de la punta y pende de ella la insignia de la Orden.
Cruz: Queda colgando del escudo la cinta, y de ella la insignia de la Orden."
En términos similares lo encuentro en el libro más reciente de García-Menacho y Osset, "Introducción a la Heráldica y manual de Heráldica española" (Ministerio de Defensa, 2010, pág. 73), que también recoge expresamente esta ordenación como una costumbre, o en el artículo de Ricardo Serrador “La heráldica militar” (Hidalguía, nº 190-191, 1985, p. 516). A nivel normativo, esta jerarquía se puede encontrar en otras órdenes, como es el caso de la Constantiniana (que usted sin duda conocerá bien), cuyo reglamento establece por ejemplo una clara distinción entre Caballeros Iure Sanguinis (que colocarán la encomienda a partire dalla terza zona superiore dello scudo), y Caballeros de Mérito (que la colocan al di sotto dello scudo).
En cualquier caso, no pretendo desdecirme de lo afirmado en la anterior ocasión: la heráldica es un código de significados asumido por la comunidad, y presentar elementos de forma diferente al significado que les otorgue la costumbre, no puede llamar sino a equívocos. La sola costumbre, en Derecho español tiene la categoría de fuente del Derecho, y, aunque la heráldica no constituya un ámbito jurídico, sí tiene un carácter normativo y podemos dar por seguro que la costumbre ha jugado un importante papel a lo largo de su historia. Si es cierto, cosa que no me permito poner en duda, que el Sr. Marqués no pretende dar gato por liebre, ni dar lugar a equívocos o a explicaciones psicoanalíticas, ¿tendremos el gusto de ver algún día una composición heráldica de sus armas más ajustada a la costumbre en este pormenor?
Respecto de la segunda cuestión, la del uso de la cruz de Malta, afirma el Sr. Montells "que don Alfonso Ceballos-Escalera y Gila es gran cruz de la Orden del Mérito Melitense con espadas, lo que le faculta, siempre a mi modesto entender, a hacer alusión en sus armas a la cruz de ocho puntas". Creo que esta afirmación no merece mayor argumentación: como todo lector habrá reparado, el haber recibido la gran cruz de la Orden del Mérito Melitense con espadas, faculta a su distinguido poseedor a colocar en su escudo esa gran cruz de la Orden del Mérito Melitense con espadas. Excederse de esto es como si el Romano Pontífice concediese la Orden de San Gregorio Magno a un destacado diplomático ante la Santa Sede, y éste, como alusión, acolase a su escudo las llaves petrinas y la tiara. O como si, al publicarse en el BOE la concesión de la Medalla de la Orden del Mérito Agrícola a un gran empresario de la importación y venta de maquinaria y vehículos agrarios, el concesionario se preparase -por aludir- un escudo con el logotipo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (o como demonios se llame ahora) en franco cuartel.
Si el Sr. Montells quiere cerrar este tema, debería aclarar la cuestión que él mismo sacó a colación sin la ayuda de nadie. No se imaginan lo mareadas que se sienten las perdices con ciertos distanciamientos y ciertas alusiones.
El último punto tratado por el Sr. Montells es el referido a la eterna discusión sobre si la heráldica debe mantenerse encorsetada en sus normas preestablecidas o, por el contrario, puede renovarse abriéndose a novedades y a los frutos de la imaginación del hombre contemporáneo. Eterna discusión que ya ha salido repetidas veces en este blog. Aquí no puedo menos que dar la razón al Sr. Montells. Siempre he pensado que no es posible hacer una heráldica medieval por siempre jamás, y que las novedades pueden ser bien recibidas siempre que sean respetuosas con la tradición. La heráldica británica, tan aferrada a su historia, no tiene problema para considerar habitual que el blasón exprese significados relativos a su poseedor introduciendo conceptos actuales. En aquellas tierras no creo que hubiera ningún escándalo porque un piloto de carreras tuviera como tenante a una figura con casco y mono cosido de anuncios publicitarios. Incluso creo que admitirían sin reparos que el escudo del ex presidente de la SGAE llevara como soportes un canario y un cuco.
Manuel G. Carmona