Te odian, te desprecian, te envidian, te idealizan, te imitan. Han decretado que has muerto y te quieren expulsar de los más exquisitos círculos. Por un divertimento, una tontería a fin de cuentas. Corrompen así una forma de ser, una manera de entender la vida, absolutamente original. Basada en la estética, evidente en el vestir, y en el humor. En el buen humor, y en el otro, en el malo, que aunque disimulado, aveces aflora a la superficie dejando al descubierto la ironía.
Hundirse descartado, lamentarse no conduce a nada, avergonzarse ¿de qué? si ellos te envidian y han cometido males similares e incluso peores. ¡Adelante! que el camino es corto y hay que recorrerlo con toda la soltura y dignidad que seas capaz de aparentar. Y en cuanto al resto, esos que fueron tan amigos… ellos se lo pierden.