martes, 22 de marzo de 2011

NUESTROS AMIGOS DE SALAMANCA



De cada nueva promoción que concluye su paso por las academias militares con despacho de teniente bajo el brazo, un número considerable pasa destinado a alguna unidad militar del archipiélago canario.
Esta circunstancia me ocurrió a mí mismo.
Saber que el primer lugar de trabajo se aleja de la península nada menos que mil setecientos kilómetros suele asumirse con cierto desasosiego. No obstante, esa sensación anímica desaparece, regularmente, a los pocos días de habitar en las islas.
En aquellas lejanas tierras, como antiguamente en el resto de España, los militares forman una gran familia. El asunto se puede resumir así: Las circunstancias personales de los recién llegados se pueden generalizar en la forma de jóvenes que inician su vida de matrimonio y que empiezan a tener hijos. La ausencia de familia de sangre se traduce en la necesidad de establecer vínculos de amistad muy estrecha con otras parejas en idénticas circunstancias para ayudarse mutuamente. Amistades tan cercanas que perduran a lo largo de los años, a pesar de ir pasando destinados a otros lugares de la geografía patria.
Uno de esos matrimonios a los que nos unen vínculos de estrechísima amistad, aunque podamos vernos solo de tarde en tarde, es el formado por don Armando Manrique Cerrato, de los Manrique de Valladolid de toda la vida, y doña Cristina Cerdeño Sánchez, de los Cerdeño de León de toda la vida, marqueses de la Real Expedición, en el reino del Maestrazgo. Matrimonio cuya unión fue bendecida con dos educadísimas hijas, como no podía ser de otra forma, doña Eva y doña Clara Manrique Cerdeño.
Con casa solariega en Salamanca, donde él se encuentra destinado, hemos acudido regularmente a visitarlos, habiéndonos dispensado, invariablemente, un afecto y cordialidad propios de gentes castellanas de rancio abolengo.
Licenciados ambos en derecho por la universidad de Valladolid, su conversación y trato denotan una cultura sobresaliente.
Una muestra de esa vastísima cultura y educación se refleja en la afición de don Armando por las labores en piedra, habiendo logrando esculpir verdaderas obras maestras,
que incluyen manifestaciones de arte heráldico de primer orden.
Don Armando es además redactor de un blog propio, en el que va dejando plasmadas algunas pinceladas de otra de sus aficiones, la poesía de alto nivel: http://www.blogliterarioyfotografico.blogspot.com/
Concluyo esta entrada sugiriendo una reflexión: Si ha pensado, improbable lector, en hacerse labrar sus armas en piedra, le animo a que recurra a la sabiduría de don Armando Manrique. Sus escudos son tallados en piedra de Villamayor, la característica piedra dorada de Salamanca, que ya le deslumbró al admirar la plaza mayor, la universidad o la casa de las conchas de Salamanca.