Hoy me permito continuar aburriéndole, improbable lector, con este exabrupto ficticio relativo a las armas que podrían adoptar los noveles nobles españoles. Se trata más de un ejercicio de humor que de otra cosa.
El I marqués de Del Bosque
Hubiera sido más sonoro y significativo marqués de la Roja, popular nombre de nuestra selección, pero quizá se hubiera confundido con algún personaje histórico (con perdón).
La denominación escogida para este nuevo marquesado, desde luego, no rebosa imaginación: marqués de Del Bosque. ¿Lo aprecia, improbable lector? se produce cierta cacofonía al repetir la preposición de. Aunque peor efecto hubiera transmitido el recurso a la costumbre decimonónica de anteponer al apellido del primer titular el conocido casa de. El título marqués de la Casa del Bosque hubiera resultado más adecuado para alguno de los personajes de los cuentos de Perrault, de los que se apuntaba algún detalle hace escasos días.
Para el nuevo noble, que tanta gloria deportiva ha dado a España, propongo las armas que ha diseñado mi amigo don Fernando Martínez Larrañaga en su excelente blog. Dado que el marqués posee un apellido con significado actual, efectivamente conviene recurrir a un mueble parlante.
No obstante, dado que su trayectoria vital ha venido culminada por el triunfo de la selección nacional de fútbol, añadiría escusón de gules, esmalte de la popular camiseta, con una estrella de oro de cinco puntas, que signifique la victoria alcanzada.
El I marqués de Vargas Llosa
Hay que tomar en consideración que don Mario Vargas Llosa ya pudiera poseer armas registradas en el divertido reino de Redonda, toda vez que no se trata su acceso a la nobleza sino de una reiteración de la misma: En 1999 recibió de manos del rey don Javier I Marías el título de duque de Maravillas, por su contribución a la literatura universal.
En cualquier caso, yo le otorgaría, sin reflexionar excesivamente, un sembrado de becerros que, como recordará improbable lector, es la voz utilizada para blasonar un libro abierto. Efectivamente, una vida dedicada a la literatura no admite otro escudo.
En cualquier caso, yo le otorgaría, sin reflexionar excesivamente, un sembrado de becerros que, como recordará improbable lector, es la voz utilizada para blasonar un libro abierto. Efectivamente, una vida dedicada a la literatura no admite otro escudo.
El I marqués de Villar Mir
De don Juan Miguel Villar Mir desconozco su devenir vital, más allá de su paso por la política, donde llegó a ser nombrado vicepresidente del gobierno de España; su éxito como empresario, siendo el actual dueño de un holding empresarial de gran prestigio y solvencia; y su inicial vocación materializada en una cátedra de ingeniero de caminos, canales y puertos.
En consecuencia recurriría a la faceta que intuitivamente aparece como, quizá, la más apreciada por él mismo, su profesión de ingeniero. Consecuentemente podría adoptar por armas un campo de azur, con un puente de oro, sobre ondas de plata y azur. Diseño que se podría acompañar en lo alto de tres lises de oro puestas en faja, como agradecimiento al monarca reinante.