LAS ARMAS DE LA ERMITA DE VALDEPEÑAS DE JAÉN
Por el barón de Sórvigo
Mucho me honra que te hayas dirigido a mi persona para contrastar el blasón que campea en la ermita del Santísimo Cristo de Chircales, de la localidad de Valdepeñas de Jaén, de la que hablaste hace pocos días en tu blog en términos tan encomiásticos. Escudo episcopal y timbrado de corona. Eclesiástico y noble, que no es poca cosa.
Para mejor acertar, he creído conveniente acudir a la consulta de un común amigo, don José Antonio Vivar del Riego, con quien comparto origen en las frías tierras de Soria, persona que como sabes anda distrayendo ratos de ocio en estudiar la heráldica episcopal española. La consulta, por esta vez, ha sido coronada por el éxito, y nuestro amigo -que te manda cordiales recuerdos- ha encontrado, entre sus notas, al titular de las armas inquiridas.
Cuál no habrá sido mi sorpresa cuando, al hacerme entrega de unas líneas y alguna foto, ha esbozado una sonrisa para comunicarme que el misterioso prelado ocupó la sede de Osma, la diócesis soriana, allá por las últimas calendas del siglo XVIII.
Se trata de D. Diego Melo de Portugal, apellidos que explican la presencia de las armas portuguesas como principales de su escudo, bien que brisadas.
Andrés Nicás, en su interesante libro sobre el episcopologio de Jaén aporta interesantes datos sobre su biografía y genealogía. Natural de Badajoz, y del hábito Agustino, fue nombrado obispo de Osma en el año 1794, pero ya en 1795 pasó a ocupar la sede de Jaén hasta el año 1816, en que falleció, dicen las crónicas, en su palacio de Valdepeñas de Jaén. Fue, por tanto, uno de los obispos que sufrieron la tumultuosa época de la invasión napoleónica de nuestra patria y la Guerra de la Independencia.
Fueron sus padres D. José Francisco Melo de Portugal y Dª Ana de la Rocha Calderón. La ascendencia portuguesa de su padre queda patente en sus apellidos, y así es, pues venía de una familia titulada y linajuda, emparentada con la Casa Real portuguesa.
Citando de nuevo el libro de Nicás, se puede apuntar que ostentaba D. José Francisco, padre del obispo, los títulos de III Marqués de Vellisca y Señor de Barajas de Melo, además de los cargos de Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos, y Gobernador de Alburquerque y de Alcántara. Vamos, que la corona que ostenta el obispo D. Diego en su escudo, queda perfectamente explicada.
Las armas de este prelado presentan bastante variabilidad a lo largo de su vida. Básicamente llevan en plata, las cinco quinas de Portugal puestas en cruz,
acompañadas en los cantones superiores por dos escudetes partidos: 1º, de oro, cuatro palos de gules (Aragón); 2º, cuartelado en sotuer: primero y cuarto, de oro cuatro palos de gules, y segundo y tercero, de plata un águila exployada de sable (Sicilia). Bordura general de gules cargada de seis castillos de oro
y, en jefe, un lambel de lo mismo;
puede llevar en la punta un corazón traspasado de una saeta, por su hábito agustino.
Otras variaciones sobre este escudo omiten o cambian el lambel a la punta de la bordura, o modifican los escudetes de Aragón y Sicilia convirtiéndolos en cantones del jefe.
En el caso de la ermita del Cristo de Chircales, en Valdepeñas de Jaén, el juego de los escudetes resulta más complejo, a la par que inexplicable: bajan su posición para constituirse en brazos de la cruz, desplazando las quinas diestra y siniestra que van a parar al jefe y a la punta.
¿Cuál es el resultado? ¡Cinco quinas puestas en palo, acostadas de los dos escudetes partidos de Aragón y Sicilia! Me reconocerás que resulta una composición francamente surrealista.
¿Cuál es el resultado? ¡Cinco quinas puestas en palo, acostadas de los dos escudetes partidos de Aragón y Sicilia! Me reconocerás que resulta una composición francamente surrealista.
Espero que estas notas te hayan resultado de utilidad. Recibe un muy cordial saludo de tu amigo: