lunes, 24 de enero de 2011

NUEVA RÉPLICA A LA HERÁLDICA DE LOS MILITARES

Se han recibido reiterados mensajes en el correo asociado a este tedioso blog alabando la maestría del sistema heráldico propuesto por don Juan Fernández Molina y sus diseños. Abundan en la idea de que se trata de una clasificación plausible y acertada. Hoy se propone uno de aquellos, enviado por el maestro don Fernando del Arco en que expone su reflexión sobre el asunto. Las que siguen son sus armas y sus palabras:
Hoy jueves, 20 de enero entro en mi favorito blog de heráldica redactado por D. José Juan Carrión Rangel y leo la RÉPLICA de D. José A. Padilla a D. Juan Fernández Molina, pero miren por donde que yo tenía preparado lo siguiente:

Muy estimado José Juan: Consecuencia de tu nada tediosa entrada del día 13, deseo transmitir mis felicitaciones a D. Juan Fernández Molina, no solamente por la idea sobre el morrión, sino también como magnífico diseñador y experto en el arte heráldico.
En su original idea, espero haya tenido en cuenta que su uso debe aplicarse desde la categoría de Teniente (Alfz. de Navío) hasta el soldado raso. ¿Por qué? Espero que mi explicación sea válida pues esta basada en los yelmos, coronas y banderas cuyo número y forma de éstas sería proporcionado al carácter militar de cada uno.

Hasta ahora, hemos visto que se usa el yelmo coronado hasta la categoría de Coronel (Cap. de Navío), quedando fuera y sin adjudicación de estos timbres, el Teniente Coronel (Cap. de Fragata), el Comandante (Cap. de Corbeta) y el Capitán (Tte. de Navío).
Mi sugerencia es, que el Teniente Coronel use el yelmo e siete rejillas, el Comandante de cinco rejillas, el Capitán de tres y a partir de Teniente, el morrión (en oro, plata o acero bruñido) y sus plumas con los esmaltes del primer cuartel (preferible poner un solo cuartel) y proporcionado a la categoría de cada uno; en cuanto a las coronas, desde Teniente Coronel hasta Capitán, lógicamente deben ser a la antigua.
Otra sugerencia es la referente a las corbatas, distintivo este que es más propio para un ente militar que para un miembro de la milicia, pues es tradicional entre los militares disponer sus condecoraciones en torno al blasón, con arreglo a normas ya consuetudinarias; basta ver un antiguo pasaporte militar y la colocación de las condecoraciones del titular. Para facilitar esta colocación, el volante con el lema puede situarse por encima de los yelmos y morriones.

Hay factores que se escapan, como el de la nobleza personal que puede haber adquirido un militar, bien por su categoría, por sus condecoraciones o por su tiempo de presencia en la llamada "guerra viva" y también la de nobleza de sangre que puede aportar independientemente de su empleo o categoría en el escalafón.

Voy a terminar estas tediosas elucubraciones con esta pregunta: ¿Qué pasa con los Almirantes Generales, Generales del Aire y Generales de Ejército, con sus coronas y yelmo?
A "posteriori", me uno al eximio artista de la Heráldica, D. Fernando Martínez Larrañaga que también ha colaborado sobre el tema y para reiterar mi enhorabuena a D. Juan y a D. José Juan, exhortando a los demás a la crítica constructiva y dar soluciones.

Un abrazo:
Fernando del Arco