domingo, 5 de diciembre de 2010

ZENDA

Regálese, improbable lector, una amena lectura para estos días de frío: El prisionero de Zenda.
Rescate ese papel que siempre tiene dispuesto para reciclar cerca de la impresora, y que en la práctica no utiliza, y sorpréndase con una novela fácil, superflua... pero divertida.
El prisionero de Zenda hay que leerlo en clave de humor. Con ese propósito la escribió Anthony Hope, con el ánimo de provocar, no la carcajada, pero sí la sonrisa.
Pruebe a leer alguna página al azar antes de imprimirlo.

De nada.