miércoles, 6 de octubre de 2010

MENSAJE DEL MARQUÉS DE LA FLORESTA

Remite mensaje el III marqués de la Floresta, cronista de armas de Castilla y León, cuyas armas, en un soberbio diseño de don Javier de Cruïlles, son las que siguen:
Aclara una serie de extremos relativos a la creación, en 2001, de las armas de don Felipe, el actual príncipe de Asturias. Estas son sus palabras:
Mi distinguido amigo y compañero: leo con algún retraso la página del día 25 pasado de su agradable e instructivo Blog de Heráldica (http://blogdeheraldica.blogspot.com/2010/09/sabado-imagenes_25.html), en las que se menciona “el acierto del criterio seguido por don Faustino Menéndez-Pidal de Navascués al diseñar las armas de don Felipe, el actual príncipe de Asturias, brisándolas con lambel”. Y, como ese acierto no es en modo alguno mérito del Sr. Menéndez Pidal, permítame que lo aclare en beneficio de la justicia, y en cuanto que me atañe a mí personalmente.
En el año de 1989 realicé una acuciosa investigación de archivo sobre ese asunto –en especial en los fondos de la Real Biblioteca, del Archivo General de Palacio, y de la Real Academia de la Historia-, que dieron como resultado un informe presentado a la Casa de S.M. el Rey, que fue por cierto publicado bajo el título “Las armas del Serenísimo Señor Príncipe de Asturias” en los Anales de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, tomo I (1991), páginas 9-20.
En ese informe se documentó ampliamente el uso del lambel –de plata o de azur- por varios Príncipes de Asturias de la Casa de Austria, y se proponía en consecuencia su recuperación, sobre todo debido a que en una Monarquía constitucional es improcedente que el Heredero del Trono utilice las mismas armerías que su padre el Jefe del Estado. Y nada mejor que diferenciarlas: por ejemplo, mediante el lambel, cuyo uso ya estaba, como digo, arraigado en la corte española de la Edad Moderna.
Poco tiempo después, el insigne don Manuel María Rodríguez de Maribona y Dávila, Conde de Alba, primer secretario y numerario de la misma Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, publicó otra propuesta para esas armerías principescas, en las que, citándome como es debido, hacía suya la adopción del lambel, aunque llevándola hacia una más marcada asturianeidad.
Pasaron los años, y allá por el 2000, la Casa de S.M. el Rey se dirigió a la Real Academia de la Historia para recabar un informe sobre dichas armerías y el nuevo Estandarte de Su Alteza Real. Naturalmente, don Faustino, sucesor mío como director de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, “tiró” de mi informe original y lo siguió con fidelidad, aunque olvidando citar a su autor –achaque este muy frecuente en nuestro sin embargo prestigioso don Faustino-. La historia de este bonito “olvido” -que algunos no han dudado en tildar de plagio- fue publicada en la revista Cuadernos de Ayala número 5 (enero-marzo 2001), páginas 28-31, por cierto sin que a don Faustino se le vinieran los colores a la cara, ni mucho menos tuviese la pudicia de disculparse conmigo y con la comunidad heráldica y la Familia Real, a las que había confundido –sin duda de manera involuntaria-. Como decía el llorado don Vicente de Cadenas: faustinadas. O mejor dicho, a la manera de Castilla, es que unos cardan la lana y otros llevan la fama.
No se tome nadie lo anterior como desahogo personal de este cardador, ni menos aún como un ajuste de cuentas con don Faustino –que no por ello deja de ser el primer conocedor de la Heráldica hispana hoy en día-, sino como muestra del afán por preservar la verdad de los hechos que es, al fin y al cabo, nuestra tarea de historiadores. Una verdad que, en este caso, bien conocen las Personas directamente afectadas.
Reciba un cordial saludo de su dedicado MARQUÉS DE LA FLORESTA