jueves, 24 de septiembre de 2009

DERECHO A POSEER ARMAS

Se reitera una antigua entrada:

Hoy se propone una traducción, si bien extractada, de un eminente heraldista eclesiástico, el sacerdote don Guy Selvester, de la diócesis de Metuchen en el estado norteamericano de Nueva Jersey. Se trata de un artículo publicado hace ya tiempo en su extraordinario blog: http://shoutsinthepiazza.blogspot.com/. Con el permiso expreso del padre Selvester, estas son, extractadas, sus palabras:

Desde que existe la heráldica y se adoptó por la Iglesia, se considera habitual encontrar armas, escudos, que han sido usados por obispos, cardenales, papas… Sin embargo, cuando se piensa en el denominado bajo clero, lo habitual es sorprenderse al saber que todos los niveles del clero católico están autorizados a poseer armas. A ostentar un escudo de armas. Y que incluso los simples sacerdotes tienen ese derecho.

Al igual que en la vida secular o civil, aquellos sacerdotes que desean tener un escudo son frecuentemente, es verdad que demostrando una enorme ignorancia, tachados de pretenciosos, de arribistas socio-eclesiásticos. Se les considera como individuos que intentan ser algo que no son.
De ahí que se espere que un obispo elija y muestre sus armas y que un sacerdote ni tenga armas, ni mucho menos las exhiba.

El más grande autor en materia de heráldica eclesiástica de los últimos doscientos años, el tristemente fallecido en 2003 monseñor Bruno Bernard Heim, arzobispo de santa memoria, exponía en su primera obra, HERÁLDICA EN LA IGLESIA CATÓLICA, las siguientes afirmaciones:

"El derecho a tener armas es un derecho universal, no un privilegio. Pertenece a cualquier hombre. Excepto, evidentemente, a aquellos que hayan sido privados de él por la autoridad pública, al haber incurrido en algún delito."

Y añadía posteriormente:

"Lo más correcto es considerar que el capelo negro con una borla a cada lado es el mejor exponente heráldico de la dignidad sacerdotal, mucho mejor, desde luego, que una corona o un yelmo.

Aquellos que objetan que un simple sacerdote pueda usar un capelo sacerdotal, mantienen su argumento de forma arbitraria y desde luego ajena a cualquier decisión, código o regulación de la autoridad eclesiástica.

Hay que recordar que todos los sacerdotes poseen el mismo orden sagrado y son así, poseedores de los mismos privilegios.

De este modo concluimos que está correctamente establecido el derecho al uso de armas heráldicas por parte de todos los rangos eclesiásticos, incluso de los meros sacerdotes."

El artículo, la entrada del padre Selvester, concluye con un magnífico exponente de armas que ostentan sacerdotes de muy diferentes territorios de la cristiandad. En ellas hemos podido reconocer las de algún sacerdote español, amante de esta noble ciencia, que por su afición a la heráldica y por su elección de armas ha visto dañada su imagen al ser incluso denunciado ante su obispo como arribista y pretencioso.

Como siempre se ha hecho desde este tedioso blog, se le anima, improbable lector, a que se decida a escoger armas propias y a representarlas en papel o en madera. Bien usando del propio arte, de los propios recursos, bien optando por acudir a la experta ayuda de artistas heráldicos como fray Rafael Nieto, http://www.rafaelnieto.com./