jueves, 9 de abril de 2009

JUEVES SANTO: LA ESENCIA DEL CRISTIANISMO

Tal día como hoy, hace alrededor de mil novecientos ochenta años, un hombre se preparaba para morir.

Aquel hombre cogió en sus manos el pan sin levadura que se usaba en la cena en recuerdo de la liberación de la esclavitud. Pronunció la bendición ritual y añadió estas palabras: Mirad cómo parto este pan. Mirad cómo lo reparto. Mirad cómo lo entrego sin reservas a los demás. Pues eso soy yo. Esa es mi esencia, mi cuerpo, mi ser: Entrega total a los demás.

Al poco cogió la copa común que contenía el vino y se dirigió a ellos con estas exigentes palabras: Y ahora comprended lo que hago. Bebed todos de la copa, todos. Tú también, Judas, todos por favor. Esta copa es mi sangre. Ya sabéis lo que para nuestro pueblo significa la sangre. La vida. Recordad pues que esta ha sido mi vida. Al igual que la copa de la que todos bebéis, mi vida ha sido una entrega a todos. Mi vida ha sido darme a los demás hasta consumirme yo mismo.

Este gesto que acabo de hacer quiero que lo repitáis, cuando yo ya no esté, para acordaros de mí.