Este tedioso blog no se redacta a diario. Realmente es una vez a la semana, aprovechando las actividades extraescolares de los niños, cuando se escriben las entradas, digamos, más elaboradas. Aquellas que surgen de las lecturas de varios días. Después se archivan en el blog, se les asigna una fecha, habitualmente de unas dos semanas después de ser redactadas, y el día anterior a su publicación se revisan las faltas gramaticales y de estilo, si es que hay tiempo.
Para el día de hoy y para varios siguientes había preparado, durante unas dos horas y media, una serie de tres entradas relativas a los títulos nobiliarios inherentes al heredero de la corona. Serie de entradas con las que se deseaba concluir la colección relativa al título de príncipe.
En una primera entrada se detallaba el artículo constitucional en el que se recogía que el heredero de la corona, además de la dignidad de príncipe de Asturias, ostentaba los demás títulos vinculados tradicionalmente al heredero de la corona de España. Se detallaban someramente las dignidades: Príncipe de Gerona, príncipe de Viana, duque de Montblanc, conde de Cervera y señor de Balaguer.Se reflexionaba además sobre la falta de continuidad en el uso de estos títulos dado que el rey don Felipe V impidió su uso con los decretos de Nueva Planta, que hacían desaparecer cualquier administración y reino que no fuera el de España, en menoscabo de las instituciones, hasta entonces vigentes, de los reinos de Aragón y de Navarra. Los títulos inherentes al heredero no se volvieron a ostentar hasta el año 1977, a través de decreto, en que se rescataron desde la época de los Austrias.
En una segunda entrada, más tediosa y documentada, se informaba del avatar histórico de cada uno de los títulos que se fueron vinculando a lo largo de la historia medieval al heredero de los reinos que conformaban Aragón. Se recorría título a título, son cuatro, cada uno de los detalles históricos que se consideraban significativos.Y por fin en una tercera entrada que no se llegó a concluir, se analizó el caso de los herederos de la última monarquía que se agregó, por invasión, al conjunto español: La monarquía del reino de Navarra.Tras el largo y sesudo desarrollo de estos temas que, como explicaba más arriba, supusieron unas dos horas y media de tediosa escritura, desatendí el ordenador unos minutos. Momento que aprovechó mi esposa, Arancha, doña Aranzazu Piedrafita y Martín, Zalabardo y Orejas, debería escribir siguiendo la costumbre impuesta de detallar el origen familiar, para sentarse a revisar su correo electrónico.Mi esposa es una santa, pero de informática sabe, quizá por su condición de santa en vida, más bien poco. Y es que hay quien ha llegado a ver una inspiración diabólica en el invento de internet. Inspiración que consideran manifestada en la necesaria escritura, para acceder a la red, del número que san Juan evangelista, en su más que probable demencia derivada de sus muchos años, reveló como número de la bestia: Los tres seises. Seises que san Juan habría de representar en la imperante forma de escritura de su momento histórico, es decir, a través de los números romanos. Tres seises VI, VI, VI, que recuerdan, dicen, las tres uves dobles que se han de escribir para acceder a la red.
En cualquier caso mi esposa, Arancha, ha destruido en cosa de un minuto, asegura y la creo por su santidad vital, que sin intención, el trabajo que había preparado para entretenerle, improbable lector, durante tres días. Trabajo que es imposible recuperar, dado que mi ordenador, a pesar de los avances en inteligencia artificial, carece de esa otra inteligencia, denominada emocional que, en estos casos, sería tan recomendable.Para compensarlo redacto la entrada con la que acabo de aburrirle, le pido disculpas por la evidente ausencia del rigor que pretendo dar a las entradas que voy redactando y concluyo con un elenco heráldico acorde al contenido que hoy se ha propuesto:
Las armas del actual príncipe de Gerona, príncipe de Viana, duque de Montblanc, conde de Cervera y señor de Balaguer, título este de resonancias tan queridas entre los miembros de la Obra:
Para el día de hoy y para varios siguientes había preparado, durante unas dos horas y media, una serie de tres entradas relativas a los títulos nobiliarios inherentes al heredero de la corona. Serie de entradas con las que se deseaba concluir la colección relativa al título de príncipe.
En una primera entrada se detallaba el artículo constitucional en el que se recogía que el heredero de la corona, además de la dignidad de príncipe de Asturias, ostentaba los demás títulos vinculados tradicionalmente al heredero de la corona de España. Se detallaban someramente las dignidades: Príncipe de Gerona, príncipe de Viana, duque de Montblanc, conde de Cervera y señor de Balaguer.Se reflexionaba además sobre la falta de continuidad en el uso de estos títulos dado que el rey don Felipe V impidió su uso con los decretos de Nueva Planta, que hacían desaparecer cualquier administración y reino que no fuera el de España, en menoscabo de las instituciones, hasta entonces vigentes, de los reinos de Aragón y de Navarra. Los títulos inherentes al heredero no se volvieron a ostentar hasta el año 1977, a través de decreto, en que se rescataron desde la época de los Austrias.
En una segunda entrada, más tediosa y documentada, se informaba del avatar histórico de cada uno de los títulos que se fueron vinculando a lo largo de la historia medieval al heredero de los reinos que conformaban Aragón. Se recorría título a título, son cuatro, cada uno de los detalles históricos que se consideraban significativos.Y por fin en una tercera entrada que no se llegó a concluir, se analizó el caso de los herederos de la última monarquía que se agregó, por invasión, al conjunto español: La monarquía del reino de Navarra.Tras el largo y sesudo desarrollo de estos temas que, como explicaba más arriba, supusieron unas dos horas y media de tediosa escritura, desatendí el ordenador unos minutos. Momento que aprovechó mi esposa, Arancha, doña Aranzazu Piedrafita y Martín, Zalabardo y Orejas, debería escribir siguiendo la costumbre impuesta de detallar el origen familiar, para sentarse a revisar su correo electrónico.Mi esposa es una santa, pero de informática sabe, quizá por su condición de santa en vida, más bien poco. Y es que hay quien ha llegado a ver una inspiración diabólica en el invento de internet. Inspiración que consideran manifestada en la necesaria escritura, para acceder a la red, del número que san Juan evangelista, en su más que probable demencia derivada de sus muchos años, reveló como número de la bestia: Los tres seises. Seises que san Juan habría de representar en la imperante forma de escritura de su momento histórico, es decir, a través de los números romanos. Tres seises VI, VI, VI, que recuerdan, dicen, las tres uves dobles que se han de escribir para acceder a la red.
En cualquier caso mi esposa, Arancha, ha destruido en cosa de un minuto, asegura y la creo por su santidad vital, que sin intención, el trabajo que había preparado para entretenerle, improbable lector, durante tres días. Trabajo que es imposible recuperar, dado que mi ordenador, a pesar de los avances en inteligencia artificial, carece de esa otra inteligencia, denominada emocional que, en estos casos, sería tan recomendable.Para compensarlo redacto la entrada con la que acabo de aburrirle, le pido disculpas por la evidente ausencia del rigor que pretendo dar a las entradas que voy redactando y concluyo con un elenco heráldico acorde al contenido que hoy se ha propuesto:
Las armas del actual príncipe de Gerona, príncipe de Viana, duque de Montblanc, conde de Cervera y señor de Balaguer, título este de resonancias tan queridas entre los miembros de la Obra: