Las armas que acaba de apreciar, improbable lector, son las del arzobispo francés Marcele Lefebvre, nacido en 1905 y fallecido en 1991.
Inició su andadura religiosa en el clero secular, siendo ordenado en Roma en 1929. En 1932 ingresó en la orden de los espiritanos, de la que llegó a ser superior general, después de ser el primer obispo europeo en dejar su sede episcopal, Dakar, a un obispo negro.Contrario a la apertura eclesial y a otras tesis que se aprobaron en el concilio Vaticano II, monseñor Lefebvre fue un obispo crítico con la postura eclesiástica postconciliar. Propuso con insistencia retornar a la antigua liturgia. En 1976, refiriéndose al dialogo ecuménico iniciado por la Iglesia llegó a declarar ante los periodistas, a micrófono abierto: "no se puede dialogar con los masones o con los comunistas”
Fundó, sin querer separarse de la obediencia a Roma, un movimiento que en esencia no es cismático, a pesar de la excomunión en la incurrió el arzobispo y con cuya culpa murió, en Ecône de Suiza, en 1991.
Inició su andadura religiosa en el clero secular, siendo ordenado en Roma en 1929. En 1932 ingresó en la orden de los espiritanos, de la que llegó a ser superior general, después de ser el primer obispo europeo en dejar su sede episcopal, Dakar, a un obispo negro.Contrario a la apertura eclesial y a otras tesis que se aprobaron en el concilio Vaticano II, monseñor Lefebvre fue un obispo crítico con la postura eclesiástica postconciliar. Propuso con insistencia retornar a la antigua liturgia. En 1976, refiriéndose al dialogo ecuménico iniciado por la Iglesia llegó a declarar ante los periodistas, a micrófono abierto: "no se puede dialogar con los masones o con los comunistas”
Fundó, sin querer separarse de la obediencia a Roma, un movimiento que en esencia no es cismático, a pesar de la excomunión en la incurrió el arzobispo y con cuya culpa murió, en Ecône de Suiza, en 1991.