Las armas que acaba de observar, improbable lector, son las del gran ducado soberano de Luxemburgo. No es habitual encontrar la partición que conforma el campo de aquel ducado soberano. El burelado. El escudo de Luxemburgo se blasona como un burelado de diez, de plata y azur, cargado de un león de gules, coronado de oro, con doble cola horquillada en sotuer.
A principios del siglo XIII, el condado de Luxemburgo era un territorio más de los que constituían el ducado soberano de Limburgo. El soberano de este ducado de Limburgo, Waleran III, traía por armas un león rampante de gules, coronado de oro, con doble cola puesta en sotuer, en un campo de plata:
La historia evolutiva de estas armas es más o menos así: Fue uno de sus hijos de Waleran III, Enrique V, conde de Luxemburgo, el primero que ostentó unas armas casi idénticas a las del actual gran ducado. Relatan los expertos que lo que en realidad pretendía era diferenciar sus armas de las de su medio hermano, Enrique IV, mayor y heredero, del más importante ducado soberano de Limburgo. Para ello, sin alterar excesivamente las armas recibidas por herencia, añadió al escudo original cinco fajas de azur, convirtiendo el campo en un burelado. Además, dibujó una sola cola en el león de gules.
Posteriormente, ya en 1288, Enrique VI, duque de Luxemburgo, volvió a disponer la cola partida en sotuer. Con el paso de los años, el que fuera estado menor se convirtió en soberano y el burelado adquirió entidad de armas de estado.