La última sede vacante se produjo en el reciente año 2005. Por si algún improbable lector que se atreve con la lectura de este blog de heráldica lo ignora, sede vacante, aunque en castellano es comprensible, es en realidad una expresión en latín. Efectivamente significa lo mismo: Que la sede, el trono, no está ocupado. Se usa esta curiosa expresión para referirse al interregno que tiene lugar entre el fallecimiento de un Papa y la elección del siguiente.
No hay que olvidar que el estado de la ciudad del Vaticano es eso: Un estado. Aunque no es el lugar, desde luego, ¿se ha planteado, lector, que es el único estado con tasa de natalidad cero? Por este motivo y no por otro, la forma de gobierno es la monarquía electiva. Igual que los reyes visigodos de España. Monarquía electiva. No hereditaria, como es lo habitual entre el resto de monarquías.
Pues bien, en el resto de monarquías hereditarias, al morir el rey se grita aquello de: El rey ha muerto, ¡Viva el rey!. En evidente alusión a que el heredero, aunque no esté aún coronado, es ya rey por derecho de nacimiento. Es decir, no existe interregno. Sin embargo, por su propia naturaleza, la monarquía electiva padece un periodo de interregno de forma obligada.
Como se expresó más arriba, la última sede vacante ocurrió, desgraciadamente, entre los meses de abril y mayo de 2005. Entre el fallecimiento del Papa Juan Pablo II, de santa memoria y la elección de su sucesor, el actual Papa, Benedicto XVI.
No hay que olvidar que el estado de la ciudad del Vaticano es eso: Un estado. Aunque no es el lugar, desde luego, ¿se ha planteado, lector, que es el único estado con tasa de natalidad cero? Por este motivo y no por otro, la forma de gobierno es la monarquía electiva. Igual que los reyes visigodos de España. Monarquía electiva. No hereditaria, como es lo habitual entre el resto de monarquías.
Pues bien, en el resto de monarquías hereditarias, al morir el rey se grita aquello de: El rey ha muerto, ¡Viva el rey!. En evidente alusión a que el heredero, aunque no esté aún coronado, es ya rey por derecho de nacimiento. Es decir, no existe interregno. Sin embargo, por su propia naturaleza, la monarquía electiva padece un periodo de interregno de forma obligada.
Como se expresó más arriba, la última sede vacante ocurrió, desgraciadamente, entre los meses de abril y mayo de 2005. Entre el fallecimiento del Papa Juan Pablo II, de santa memoria y la elección de su sucesor, el actual Papa, Benedicto XVI.
Las armas que se adjuntan son los de los protagonistas de aquellos sucesos: El Papa Juan Pablo II, el Cardenal Ratzinger, y el Papa Benedicto XVI.Durante ese periodo, aunque no existe un rey titular, (es decir, un Papa), debe existir un gobierno para atender los asuntos más inmediatos de la iglesia universal. Y, aunque está establecido que mientras no hay Papa, el gobierno reside en el colegio de los príncipes, de los cardenales, debe contarse con un individuo que haga cabeza, que sea considerado primus inter pares, primero entre iguales. Este individuo, que es nombrado por el Papa difunto, fue en la última sede vacante el cardenal español monseñor Eduardo Martínez Somalo. La figura de este cardenal que hace cabeza, que preside como primus interpares, se denomina cardenal camarlengo. En una monarquía hereditaria se podría asimilar, salvando las distancias evidentes, a la figura de un regente. Es decir, un individuo que sin ser rey, hace las funciones que haría el futuro rey, y que podría incluso, llegar a ser rey él mismo.
Este sería el caso, por poner un ejemplo, del último regente que existió en nuestra monarquía carlista: El regente, don Javier de Borbón-Parma, nombrado por el último rey legítimo carlista, don Alfonso Carlos I, como tal regente. Que al no encontrar, el regente, un individuo adecuado al que otorgar la corona, se tituló, él mismo, rey carlista.Debería haberse titulado Regente Carlista. Como los senescales del reino de Gondor de la novela El Señor de los Anillos. Pero, al titularse rey, y tras el fallecimiento de don Javier, su hijo don Carlos Hugo, es hoy el rey de muchos carlistas. A pesar de sus devaneos políticos, a pesar de haberse divorciado de la hermana de la reina de holanda, a pesar de estar unido sentimentalmente a una mujer cuyo color de piel no es el propio de las reinas europeas, sí de las reinas africanas, pero España no está en África, y a pesar, en fin, de vivir en el continente que no posee monarcas, aunque sea el que, hoy por hoy, dirija el mundo.
Disculpe, improbable lector, me voy del tema. Se hablaba en esta entrada, que el cardenal camarlengo hace las veces de un regente de la iglesia universal. Tan es así, que en las monedas de euro que emite como nación soberana que es, el estado de la Ciudad del Vaticano no puede disponer la efigie del Papa reinante o sus armas, porque no hay tal Papa reinante. En consecuencia se acuñan las monedas con las armas del cardenal camarlengo, bajo el palio papal y las llaves de san Pedro.
Las armas del que era entonces cardenal camarlengo, monseñor Martínez Somalo, en una imagen de muy mala calidad son las siguientes: Y esta moneda de dos euros, emitida durante la última sede vacante demuestra lo que se ha expuesto: Como puede apreciarse, son las mismas armas.
Y, dado que los estudios heráldicos, hoy por hoy, gustan sobre todo de conocer el motivo, la razón última, que lleva a los hombres a decantarse por la elección de unas armas determinadas y no otras, me aventuro a suponer, repito, a suponer, que las armas del anterior cardenal camarlengo, surgen de una adaptación de las armas mas primitivas que se conocen de un linaje que se apellidaba Martínez, y que son las que, en cualquier armorial divulgativo, aparecen como armas de tal linaje. Son estas, que se recogen de la página heraldaria:
Este sería el caso, por poner un ejemplo, del último regente que existió en nuestra monarquía carlista: El regente, don Javier de Borbón-Parma, nombrado por el último rey legítimo carlista, don Alfonso Carlos I, como tal regente. Que al no encontrar, el regente, un individuo adecuado al que otorgar la corona, se tituló, él mismo, rey carlista.Debería haberse titulado Regente Carlista. Como los senescales del reino de Gondor de la novela El Señor de los Anillos. Pero, al titularse rey, y tras el fallecimiento de don Javier, su hijo don Carlos Hugo, es hoy el rey de muchos carlistas. A pesar de sus devaneos políticos, a pesar de haberse divorciado de la hermana de la reina de holanda, a pesar de estar unido sentimentalmente a una mujer cuyo color de piel no es el propio de las reinas europeas, sí de las reinas africanas, pero España no está en África, y a pesar, en fin, de vivir en el continente que no posee monarcas, aunque sea el que, hoy por hoy, dirija el mundo.
Disculpe, improbable lector, me voy del tema. Se hablaba en esta entrada, que el cardenal camarlengo hace las veces de un regente de la iglesia universal. Tan es así, que en las monedas de euro que emite como nación soberana que es, el estado de la Ciudad del Vaticano no puede disponer la efigie del Papa reinante o sus armas, porque no hay tal Papa reinante. En consecuencia se acuñan las monedas con las armas del cardenal camarlengo, bajo el palio papal y las llaves de san Pedro.
Las armas del que era entonces cardenal camarlengo, monseñor Martínez Somalo, en una imagen de muy mala calidad son las siguientes: Y esta moneda de dos euros, emitida durante la última sede vacante demuestra lo que se ha expuesto: Como puede apreciarse, son las mismas armas.
Y, dado que los estudios heráldicos, hoy por hoy, gustan sobre todo de conocer el motivo, la razón última, que lleva a los hombres a decantarse por la elección de unas armas determinadas y no otras, me aventuro a suponer, repito, a suponer, que las armas del anterior cardenal camarlengo, surgen de una adaptación de las armas mas primitivas que se conocen de un linaje que se apellidaba Martínez, y que son las que, en cualquier armorial divulgativo, aparecen como armas de tal linaje. Son estas, que se recogen de la página heraldaria: