viernes, 21 de enero de 2011

DIAGNÓSTICO: CÓLERA HERÁLDICA CRÓNICA

Hasta ahora he escapado ileso y espero que no abran fuego sobre mí. Como habrá intuido, improbable lector, existe guerra abierta, e incluso en ocasiones declarada, entre los, no dos, sino múltiples bandos en que se agrupan, enfrentados, los habitantes de la comunidad heráldica.

Aunque el asunto que hoy se aborda es cuanto menos desagradable, dado que está en boca de todos me atrevo a añadir a la cadena de entradas que conforman este efímero blog la noticia, para que nadie pueda creer que tomo partido.

Conozco a ambos caballeros.

Al barón de Gavín tuve el honor de ser presentado hace algún tiempo, en la puerta de la torre de los Lujanes, sede de la Real academia de heráldica, en la plaza de la Villa, buen rato antes de acceder a la sesión de investidura de don Wilfredo Rincón como académico numerario. La charla del barón de Gavín es amena y culta. Goza además de un gran sentido del humor, que es probablemente una de las mejores facetas de cualquier heraldista.
 A don Armand de Fluvià, asesor heráldico del principado de Cataluña, nombrado como tal en el propio Diario oficial de la Generalitat, no tengo el gusto de conocerle más que a través de correos electrónicos. Siempre ha sido persona educada, correcta y, sin duda, de una gran erudición.
La última muestra del enfrentamiento crónico que padece la comunidad heráldica se ha manifestado en el estudio elaborado por el asesor de heráldica del principado de Cataluña, don Armand de Fluvià i Escorsa, titulado nada menos: Historia de una falsificación nobiliaria: la Baronía de Gavín en Aragón.

Don Armand de Fluvià, al parecer con pruebas, demuestra que la rehabilitación de la baronía de Gavín, en 1978, por don Manuel Fuertes de Gilbert y Rojo no reunió las condiciones necesarias para ser considerada estrictamente legal, llegando a ser calificado el asunto como fraude.

Concluye esta entrada sin comentario alguno.