Como siempre al quite para corregir o ampliar lo que sea necesario, el ínclito marqués de Utrera, quien hacía tiempo que no visitaba estos lares, remite unas líneas. El motivo de su recado se determina a partir de una reciente entrada relativa a la orden del Elefante del reino de Dinamarca.
No expondré sus palabras, que son pocas, si no que yo mismo le pondré al corriente, improbable lector, de sus ideas:
Por un lado me corrige sabiamente sobre el origen de la orden danesa: A pesar de mi insistencia, más intuitiva que sujeta a método experimental, sobre la supuestamente evidente concomitancia entre la orden del Toisón y la posterior orden del Elefante, el marqués me demuestra el error.
La orden danesa no es copia del Toisón, sino que ambas dos son creadas a imitación de la más antigua orden de la Jarretera, discernida por el monarca inglés.
Por otro lado, el marqués tiene la deferencia de remitir una instantánea:
Recoge, entre otras, la figura de uno de los tres egregios individuos cuyas armas se expusieron en la misma entrada relativa a la orden del Elefante, al recordar la capilla del castillo que expone las armas de las damas y caballeros que han recibido tan alta distinción.
Como habrá apreciado, improbable lector, el general Eisenhower, ya presidente de la gran nación norteamericana, viste en la fotografía la banda, alternativa al collar, que denota su condición de caballero de la orden del Elefante danés. Banda, acompañada de la correspondiente gran cruz, que luce sobre el chaleco, y no por dentro del mismo, poniendo de manifiesto la presencia de un miembro de la realeza.