OFRENDA AL APÓSTOL
Por don Carlos Gereda de Borbón, Marqués consorte de Almazán, Gran Maestre de la Orden de San Lázaro
Señor Santiago, Apóstol y Patrono de España:
Vengo a esta Catedral de Compostela, como Gran Maestre de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, para ofreceros una vez más nuestra decidida voluntad de vivir el cristianismo con dedicación y fervor renovado en un mundo que cuestiona y combate con saña valores y costumbres tradicionales. Pese a ello, se ha mantenido la fortaleza del espíritu de Santiago que convoca a fieles y peregrinos de todas las naciones; un espíritu que se halla en todos los caminos que vienen a este Campo de la Estrella, donde reposarán tus restos hasta la consumación de los tiempos.Un espíritu religioso que ha contribuido como ninguna otra cosa a difundir la idea de Europa como nuestro hogar común, que encontró aquí un impulso de unidad e intercambio, fomentando el encuentro de los pueblos, hasta el punto de hacer del Camino de Santiago el primer ejemplo de intercambio cultural. Un espíritu que ha servido para superar los viejos conceptos de frontera, para asentar un patrimonio monumental, artístico, documental y literario sin parangón.
Hoy después de tantas generaciones, estos caminos están llenos de peregrinos que vienen de lejos, cruzando mares y naciones hasta llegar al “Monte do Gozo” y sentir la alegría de divisar estas torres. Esa alegría que es un milagro que se realiza todos los días de este año jubilar, año de la gran perdonanza.Para los caballeros y damas de nuestra Orden de San Lázaro “el resucitado”, llegar a la Catedral de Santiago y peregrinar a Santiago es proponerse una meta distinta, en un mundo dominado por objetivos inmediatos, y hallar la oportunidad de encontrarnos en la grandeza del Camino. Nuestro mundo ha caído en la tentación del materialismo. Todos los valores morales de nuestros padres son cuestionados y el mal se nos presenta relativizado. Ayúdanos, Señor Santiago, a saber combatir estos males con la mejor arma de la que disponemos: el amor cristiano.
Venimos a postrarnos ante ti, cristianos de distintas confesiones: católicos, ortodoxos, protestantes, reunidos por el anhelo de unidad en el Bautismo y la fe de Cristo que nos caracteriza y hace únicos entre las Órdenes de caballería cristiana. Este movimiento ecuménico esta impulsado por el Espíritu Santo cuyo impulso pediremos especialmente mañana, Domingo de Pentecostés, y el deseo de restablecer la unidad es una divina vocación y gracia. Ayúdanos Señor Santiago, a perseverar en la consecución de este anhelo.Ayúdanos, Señor Apóstol, a preservar y mejorar lo conseguido entre todos, a fomentar nuestra ilusión colectiva y a apartar personalismos, egoísmos e intransigencias. Extiende tu protección a nuestra España, como siempre lo has hecho, y a los distintos países aquí representados por sus peregrinos; que superemos las dificultades, que nuestros jóvenes encuentren ese espíritu generosos y solidario del Camino y que sepan identificar la verdad que ilumina el sendero.
En mi ofrenda traigo también, Señor Santiago, la encomienda que recibían los antiguos viajeros al pasar por las villas medievales: de los que desean venir y no pueden; de los desvalidos; de los enfermos y hospitalizados. A quienes son victimas de los peligros de la droga y a todos aquellos que tienen problemas para acceder a un techo y trabajo dignos. A los que viven fuera de su Patria, a los militares en distintas misiones, y a los inmigrantes que llegan cada día a otro país en busca de un futuro mejor.
Señor Santiago, haz que vivan en nosotros los valores del Camino que hasta aquí conduce: el valor del esfuerzo individual y de saber proponerse una meta, de cumplir cada día una etapa, de buscar la solidaridad, de ansiar la superación y de desterrar la indiferencia. Que nuestros profesores y maestros sepan transmitir estos valores a las futuras generaciones.
Señor Santiago, Santo Patrono de Galicia y de España, hemos venido a tu Tumba para pediros que protejáis nuestra Orden de San Lázaro. Que vuestra esclavina de plata sea manto donde refugiarnos y humildemente solicito de vuestra generosidad que el amparo apostólico llegue a nuestros hermanos de todo el mundo. Ruego también Vuestra Paternal bendición, por los meritos de San Lázaro, el amigo de Jesús. Amén.
Vengo a esta Catedral de Compostela, como Gran Maestre de la Orden Militar y Hospitalaria de San Lázaro de Jerusalén, para ofreceros una vez más nuestra decidida voluntad de vivir el cristianismo con dedicación y fervor renovado en un mundo que cuestiona y combate con saña valores y costumbres tradicionales. Pese a ello, se ha mantenido la fortaleza del espíritu de Santiago que convoca a fieles y peregrinos de todas las naciones; un espíritu que se halla en todos los caminos que vienen a este Campo de la Estrella, donde reposarán tus restos hasta la consumación de los tiempos.Un espíritu religioso que ha contribuido como ninguna otra cosa a difundir la idea de Europa como nuestro hogar común, que encontró aquí un impulso de unidad e intercambio, fomentando el encuentro de los pueblos, hasta el punto de hacer del Camino de Santiago el primer ejemplo de intercambio cultural. Un espíritu que ha servido para superar los viejos conceptos de frontera, para asentar un patrimonio monumental, artístico, documental y literario sin parangón.
Hoy después de tantas generaciones, estos caminos están llenos de peregrinos que vienen de lejos, cruzando mares y naciones hasta llegar al “Monte do Gozo” y sentir la alegría de divisar estas torres. Esa alegría que es un milagro que se realiza todos los días de este año jubilar, año de la gran perdonanza.Para los caballeros y damas de nuestra Orden de San Lázaro “el resucitado”, llegar a la Catedral de Santiago y peregrinar a Santiago es proponerse una meta distinta, en un mundo dominado por objetivos inmediatos, y hallar la oportunidad de encontrarnos en la grandeza del Camino. Nuestro mundo ha caído en la tentación del materialismo. Todos los valores morales de nuestros padres son cuestionados y el mal se nos presenta relativizado. Ayúdanos, Señor Santiago, a saber combatir estos males con la mejor arma de la que disponemos: el amor cristiano.
Venimos a postrarnos ante ti, cristianos de distintas confesiones: católicos, ortodoxos, protestantes, reunidos por el anhelo de unidad en el Bautismo y la fe de Cristo que nos caracteriza y hace únicos entre las Órdenes de caballería cristiana. Este movimiento ecuménico esta impulsado por el Espíritu Santo cuyo impulso pediremos especialmente mañana, Domingo de Pentecostés, y el deseo de restablecer la unidad es una divina vocación y gracia. Ayúdanos Señor Santiago, a perseverar en la consecución de este anhelo.Ayúdanos, Señor Apóstol, a preservar y mejorar lo conseguido entre todos, a fomentar nuestra ilusión colectiva y a apartar personalismos, egoísmos e intransigencias. Extiende tu protección a nuestra España, como siempre lo has hecho, y a los distintos países aquí representados por sus peregrinos; que superemos las dificultades, que nuestros jóvenes encuentren ese espíritu generosos y solidario del Camino y que sepan identificar la verdad que ilumina el sendero.
En mi ofrenda traigo también, Señor Santiago, la encomienda que recibían los antiguos viajeros al pasar por las villas medievales: de los que desean venir y no pueden; de los desvalidos; de los enfermos y hospitalizados. A quienes son victimas de los peligros de la droga y a todos aquellos que tienen problemas para acceder a un techo y trabajo dignos. A los que viven fuera de su Patria, a los militares en distintas misiones, y a los inmigrantes que llegan cada día a otro país en busca de un futuro mejor.
Señor Santiago, haz que vivan en nosotros los valores del Camino que hasta aquí conduce: el valor del esfuerzo individual y de saber proponerse una meta, de cumplir cada día una etapa, de buscar la solidaridad, de ansiar la superación y de desterrar la indiferencia. Que nuestros profesores y maestros sepan transmitir estos valores a las futuras generaciones.
Señor Santiago, Santo Patrono de Galicia y de España, hemos venido a tu Tumba para pediros que protejáis nuestra Orden de San Lázaro. Que vuestra esclavina de plata sea manto donde refugiarnos y humildemente solicito de vuestra generosidad que el amparo apostólico llegue a nuestros hermanos de todo el mundo. Ruego también Vuestra Paternal bendición, por los meritos de San Lázaro, el amigo de Jesús. Amén.