miércoles, 11 de noviembre de 2009

TIARA PAPAL

Sobre las armas que ha adoptado nuestro actual papa, por lo demás un santo, se ha hablado en este espacio virtual mucho y habitualmente mostrando un juicio de valor negativo.Desde que, escasos días después de ser elegido papa, Benedicto XVI cediera el asunto del diseño de sus armas pontificias a monseñor Andrea cardenal Cordero-Lanza di Montezemolo, cuyas armas cardenalicias son estas,los pocos que habitamos este mundo de las ciencias heroicas nos vimos ingratamente sorprendidos por el extraño tocado que timbraba el escudo.Recordará, improbable lector, que la tiara pontificia mantiene una existencia, no solo heráldica, sino real, de ochocientos años. Así, los pontífices romanos se coronaban, en una ceremonia de auténtico boato y esplendor, hasta que el papa Pablo VI decidió su abolición a partir de su inmediato sucesor.A pesar de esa abolición de la ceremonia de coronación, tan propia de las monarquías y paradójicamente, tan tristemente olvidada, la corona pontificia, la tiara, se ha seguido representando sabiamente sobre las armas de los pontífices romanos hasta el anterior papa, Juan Pablo II.La bondad de timbrar las armas de los sumos pontífices con esa corona reside en que nadie más en la humanidad puede hacer uso de ella y en consecuencia, resulta del todo útil para identificar como papales, cualesquiera armas.El actual papa Benedicto XVI, por todo lo demás persona de sólidos valores tradicionales, quizá haya querido revelar en este gesto de abandono del timbre propio de los papas, un acercamiento a las iglesias hermanas, como la comunión anglicana o la iglesia ortodoxa, que ven en el primado romano un impedimento para la plena comunión con la verdadera Iglesia.

No obstante, no casa del todo bien la abolición del uso de la tiara en las armas papales, un gesto revolucionario al cabo, con la firme voluntad que en sus decisiones muestra sobre diferentes aspectos de la conducta eclesial que lo convierten en el papa del retorno a la tradición más involucionista como por ejemplo: El propósito de la vuelta a la misa tradicional, en latín y de espaldas, sin duda mucho más agradable a Dios pues es sabido, esto es una nota de humor, que la lengua vernácula de Dios es el latín; o el levantamiento de la condena de excomunión a los obispos de la iglesia tradicionalista, pero en cualquier caso cismática, de los seguidores de monseñor Lefebvre.La realidad más evidente, sin duda alguna, es que la documentación emanada de la cancillería pontificia mantiene el uso de la coronal papal. Al igual que el resto de instituciones que dependen de la Santa Sede, como la gendarmería o la guardia suiza e incluso la propia indumentaria del santo padre.Se añade para concluir, un fenomenal diseño de las armas de nuestro actual papa de la mano de don Fernando Martínez y Larrañaga, Sánchez-Campins y Bilbao, quien ya nos ha acostumbrado a admirar sus fenomenales obras heráldicas. Diseño que muestra las armas del pontífice tal como deberían ser.