miércoles, 9 de septiembre de 2009

SAN JERÓNIMO EL REAL II

La fama adquirida por la hazaña de don Suero de Quiñones y su Paso Honroso, alcanzó la cristiandad entera sirviendo de ejemplo a otras muchas justas a lo largo y ancho de Europa.El apogeo de la moda relativa al mundo caballeresco, estimulado por las novelas de caballería, atravesaba a mediados del siglo XV su esplendor. La sociedad occidental en su conjunto, y estos reinos que hoy son España en particular, vivían un momento de furor en torno a los caballeros novelescos y su fantástico mundo.Así, como ya se ha explicado, se discutía sobre hechos de caballeros solo existentes en los libros de caballería; se coleccionaban escudos de héroes novelescos e incluso, siguiendo al maestro Menéndez-Pidal, se imponían a los hijos recién nacidos los nombres de los héroes de las novelas de caballería.Como una manifestación más de esa virulenta moda, se convocaban justas que imitaban aquellas de las que se tenía noticia a través de estos libros, que encumbraban, y por ende, servían de entrenamiento a los caballeros del reino.Reinando en Castilla y León don Enrique IV, hijo del rey Juan II, aquel que convocara a los caballeros a acudir al Paso Honroso de don Suero de Quiñones, se organizó otra justa similar en las afueras de una villa, que entonces todavía no era corte, llamada Madrid. Veintinueve años habían transcurrido desde aquel 1434 que sirvió de marco temporal a la gesta de Quiñones, cuando en 1463 se convocó este torneo con igual nombre.El motivo del nuevo combate venía definido por el deseo del rey don Enrique de agasajar al embajador enviado ante su corte desde el ducado de Bretaña, entonces estado independiente.El encargado de organizar la justa fue un personaje que ha pasado a la historia cargado de prejuicios, el valido del rey, don Beltrán de la Cueva y Mercado, I duque de Alburquerque. Se trata de un caballero, valido del rey, al que, como sabrá, improbable lector, se ha achacado la paternidad de la única hija del rey don Enrique IV, la reina doña Juana apodada, atendiendo a aquella supuesta paternidad de don Beltrán, la beltraneja.Parece probado que la reina doña Juana la beltraneja no fue hija de este duque toda vez que en la guerra civil que siguió a la muerte del rey Enrique IV, defendió los derechos de la tía de su supuesta hija, la que sería después la reina Isabel I, la católica.Las armas de este caballero de tan ilustre linaje se blasonarían, siguiendo al maestro Messía de la Cerda, como un mantelado: En campo de plata dragón de sinople. Primera manteladura de oro, con dos palos de gules y segunda manteladura igual que la anterior, en campo de oro, dos palos de gules. Bordura de gules con ocho aspas de oro.La organización del combate del año 1463 recayó en el valido, quien se aseguró un papel destacado en la propia lucha. Aunque el combate se denominó igual que aquel de don Suero de Quiñones, Paso Honroso, en esta ocasión no se defendió propiamente un paso sino que se luchó en campo abierto, a la usanza tradicional.El lugar elegido para fijar las tarimas y demás estructuras necesarias para el combate fue la margen izquierda del río Manzanares, a las afueras de la villa. Curiosamente se desconoce el lugar exacto aunque sí se sabe que fue en el camino que conducía a El Pardo, finca de caza de los reyes. En algún lugar entre la puerta de acceso a la propia finca, que se denominaba entonces, como hoy, Puerta de Hierro y la ermita de san Antonio de la Florida.Concluido el torneo del nuevo Paso Honroso, que duró varios días, el rey decidió que las piedras de sillería y demás materiales que se habían utilizado para acomodar al público asistente, sirvieran como memoria de la gesta. A tal fin ordenó que se erigiera en aquel mismo lugar, un monasterio de frailes que se denominaría Santa María de El Paso, encargándose a la más española de las órdenes, la orden jerónima, que ocupara el cenobio.Al año siguiente de la justa, en 1464, terminado el edificio, el monasterio fue habitado por siete monjes venidos desde el convento de Nuestra Señora de Guadalupe, en el reino de León, hoy provincia de Cáceres. Contó para su sustento con diversas plantaciones agrícolas, un molino y colmenas.Como se ha apuntado, no se guarda memoria del lugar exacto que ocupó el cenobio y no existe referencia municipal alguna que haga alusión al monasterio de Santa María de El Paso Honroso. Probablemente el emplazamiento se situaría, podemos suponer, entorno a la actual ubicación de la asociación de hidalgos de España, cerca del actual puente de los franceses.