lunes, 7 de septiembre de 2009

SAN JERÓNIMO EL REAL I

Los reyes de España, todavía hoy, inician su reinado con una misa de consagración al Espíritu Santo. Esta misa de consagración se celebra en una antigua iglesia de Madrid vinculada a la corona, llamada san Jerónimo el real y conocida popularmente como los Jerónimos. Así, en esta iglesia de los Jerónimos se celebraron varias cortes del reino, juraron los príncipes de Asturias desde Felipe II hasta Isabel II, casó don Alfonso XIII con la reina Victoria Eugenia y en ella inició su reinado el actual monarca, don Juan Carlos. Para comprender el origen de esta iglesia y su vinculación con la real familia hay que remontarse a unos hechos que requieren una perspectiva de más de quinientos años.

A comienzos del siglo XV, en estos reinos que hoy son España, la moda de las novelas de caballería estaba en su apogeo. Se escribía y se discutía sobre las armas de tal o cual caballero; se confeccionaban armoriales, que son libros en los que se detallan, dibujados, los escudos de muy diversos caballeros; incluso se atribuían armas a personajes legendarios o que vivieron en una época anterior al nacimiento de la heráldica.Una evidente manifestación de aquel furor social por las gestas caballerescas tuvo lugar en el año 1434. En ese año se celebró el torneo denominado como el Paso Honroso.Se conoce con ese nombre de Paso Honroso a la justa que organizó un joven caballero leones de veinticinco años, don Suero de Quiñones, de la adinerada familia de los Quiñones del reino de León, cuyas armas fueron un jaquelado de gules y veros. Este combate se organizó en un puente, a diferencia de los habituales, en los que se luchaba en campo abierto, a las afueras de las ciudades, para entrenamiento de los caballeros y recreo del pueblo. Se trataba de un puente del entonces, como hoy, muy transitado camino de Santiago. El puente que atraviesa el río Órbigo a su paso por la actual localidad de Hospital de Órbigo.

Si de la organización del combate se encargó el adinerado joven Suero de Quiñones, la convocatoria corrió a cargo del rey de Castilla y León, don Juan II, de la dinastía hoy llamada de Trastámara.El monarca, advertido por el joven Suero de su voluntad de organizar un combate al modo de los relatados en los libros de caballerías, vio en el asunto una forma de entrenar a los caballeros del reino, en general ociosos, en el ejercicio de las armas. No hay que olvidar que en ese periodo existían treguas con los moros del reino de Granada.A tal efecto, el rey ordenó que se difundiera por sus reinos la noticia del torneo y la honra que adquirirían los caballeros que a él acudieran.

Este torneo, acorde a las costumbres narradas en las pujantes novelas de caballerías, tendría sus reglas. El caballero don Suero defendería el paso del puente sobre el río Órbigo durante treinta días. Se consideraría defendido el paso si combatía con don Suero todo caballero que optara por atravesar el puente. El combate se consideraría cumplido tras romper tres lanzas, es decir, tras concluir tres cargas de caballería.Concluían las reglas con la afrenta que supondría, para aquellos caballeros que se negaran a romper lanza, esto es, a combatir, el hecho de tener que atravesar el río vadeándolo y entregar un guante en prenda de cobardía.

Don Suero, además de vestir ropas decoradas con sus propias armas sobre la cota de mallas, luciría una gargantilla, que era la prenda que su dama le había entregado, detalle muy del gusto de la época, tomado sin duda de las novelas de gestas de caballeros. Concluido el plazo del mes, el caballero acudiría en peregrinación a Santiago donde se liberaría de la gargantilla, entregándola en la catedral.El comienzo del torneo se fijó para el mes de Julio del año 1434, en que el camino de Santiago, habitualmente concurrido, alcanzaría una congestión mayor.

El torneo comenzó el diez de julio de 1434. Don Suero, acompañado de otros diez jóvenes caballeros de su familia y amigos, instaló un campamento en la población, al lado del puente, y empezó a combatir. La jornada comenzaba invariablemente con la celebración de la santa Misa y concluía con una cena comunitaria en la que se narraban las gestas del día.Tras romper lanzas con una larga lista de caballeros venidos de los reinos circundantes e incluso de allende los Pirineos, concluyó el paso honroso el nueve de agosto, un solo día antes de lo previsto, a consecuencia de las heridas que don Suero recibió en una carga.De aquella gesta de don Suero se conservan varios testimonios:

Un cronista de la corte del rey don Juan II, don Pedro de Lena, dejó constancia escrita de la hazaña en una crónica que aun se conserva denominada Libro del paso honroso.

La gargantilla que don Suero portó durante el torneo se encuentra depositada en el relicario del apóstol de la catedral de Santiago.La cinta, azul, con la que sujetaba la gargantilla a su cuello en los combates se encuentra hoy en día en la capilla de las reliquias de la catedral de Santiago, alrededor del cuello de una estatua de Santiago el menor.

Por último, un monolito cercano al puente que defendió don Suero, conserva la memoria de los nombres de algunos de los caballeros que, oyendo la convocatoria del rey, acudieron a combatir en tan singular torneo.La información se ha obtenido de una página de wikipedia sobre el asunto.