Efímera entrada, como tantas, la que hoy se propone. Enlaza con la anterior, relativa a las armas de Nottingham, de forma un tanto forzada: Hay elementos, figuras heráldicas, que en el subconsciente social se asocian de forma inequívoca con nuestra ciencia. Estas figuras son las que, de forma inconsciente, vinculamos con los escudos medievales: El león, la flor de lis y la espada. No añadiría ninguna otra.
Tan es así, tanta convicción inconsciente existe sobre esas figuras como propias de escudos, que cuando un desconocedor absoluto de nuestra ciencia, un niño por ejemplo, quiere dibujar el escudo de un caballero medieval, las armas que representará, a buen seguro, contendrán uno o varios de esos, tan solo tres, elementos reseñados: Lis, león y espada.
Esta asociación de esos elementos, de esas figuras, con la heráldica ha llevado a que podamos contemplarlos en infinidad de dibujos que no pretenden señalar unas armas concretas, sino la existencia de un escudo.
Se propone como ejemplo la película que mi hija pequeña, Almudena, veía hace unos días: El Robin Hood de Walt Dysney. Al final de la cinta, los dos protagonistas, el propio Robin y Lady Marian, parten en carroza hacia su luna miel. La carroza adorna su puerta con un escudo. En ese escudo, ante el desconocimiento del dibujante de las armas atribuidas al personaje, se disponen elementos que sean incuestionablemente heráldicos: Lises y espada.
La fotografía es de pésima calidad, pero se advierte lo que se pretende describir: Se añade por último que, casualmente, ese escudo ficticio recuerda nítidamente el de una santa-guerrera de la que se habló en este espacio virtual: Santa Juana de Arco, cuyas armas se exhiben a continuación:
Tan es así, tanta convicción inconsciente existe sobre esas figuras como propias de escudos, que cuando un desconocedor absoluto de nuestra ciencia, un niño por ejemplo, quiere dibujar el escudo de un caballero medieval, las armas que representará, a buen seguro, contendrán uno o varios de esos, tan solo tres, elementos reseñados: Lis, león y espada.
Esta asociación de esos elementos, de esas figuras, con la heráldica ha llevado a que podamos contemplarlos en infinidad de dibujos que no pretenden señalar unas armas concretas, sino la existencia de un escudo.
Se propone como ejemplo la película que mi hija pequeña, Almudena, veía hace unos días: El Robin Hood de Walt Dysney. Al final de la cinta, los dos protagonistas, el propio Robin y Lady Marian, parten en carroza hacia su luna miel. La carroza adorna su puerta con un escudo. En ese escudo, ante el desconocimiento del dibujante de las armas atribuidas al personaje, se disponen elementos que sean incuestionablemente heráldicos: Lises y espada.
La fotografía es de pésima calidad, pero se advierte lo que se pretende describir: Se añade por último que, casualmente, ese escudo ficticio recuerda nítidamente el de una santa-guerrera de la que se habló en este espacio virtual: Santa Juana de Arco, cuyas armas se exhiben a continuación: