lunes, 31 de octubre de 2011

TERTULIA

Esta mañana, redacto esta entrada a las seis de la tarde del domingo treinta, he tenido la oportunidad de acudir a una tertulia masiva, verdaderamente masiva, que el actual prelado del Opus Dei, don Javier Echevarría, ha celebrado en Madrid. En la imagen que sigue junto a Benedicto XVI, tras quien se aprecia la cabeza de algún santo...¿Darth Vader?
La cita era a las once de la mañana. Menos mal que la coincidencia con el cambio de hora convertía en las doce el inicio real. Menos mal porque anoche acudimos a una fiesta de cumpleaños en la bodega de unos amigos para celebrar los cuarenta primeros años de Montserrat Álvarez Castillo, marquesa de la Real Templanza, en el reino del Maestrazgo, amiga de toda la vida de la Berzosa.
Fiesta de disfraces que, al coincidir casi con la celebración del americano Halloween, motivó que la mayoría acudiéramos con trajes de temática de terror. Yo mismo, buscando aparentar un rancio abolengo, me disfracé lo mejor que supe de conde Drácula. Sin embargo, asómbrese conmigo, improbable lector, el disfraz que más éxito alcanzó, al menos por la frecuencia, fue el de vaca. Sí, de vaca. Casi un diez por ciento de los invitados acudieron disfrazados de semejante guisa. Tres personas sobre un total de treinta y algo.
En la fiesta tuve ocasión de charlar sobre la evolución de este tedioso blog que está leyendo, improbable lector, con uno de los más asiduos lectores, mi amigo don Antonio Bartolomé Alemany, conde de Las Reales Huertas, en el reino del Maestrazgo, al que conozco desde hace solo treinta y tres años. Me reveló que, en su opinión, desde que no cuento mis cosas, mis historias personales, y me limito a comentar asuntos heráldicos, el blog le parece muy aburrido. Académico.
Nos recogimos pasadas las cinco, bastante entonados y despidiendo un fuerte aroma a tabaco dado que en los domicilios particulares aún no han prohibido el consumo y hubo momentos en que aquello parecía Londres. Bueno una mezcla del zoo de Londres y la cámara de los horrores del museo de cera de Madame Tussaud.
Todo lo anterior quiere servir de justificación a la extrema pereza que me ha invadido esta mañana cuando mi despertador me ha recordado que debía levantarme para acudir a la cita con el prelado. El dolor de cabeza he logrado apagarlo tras desayunar ibuprofeno y me he presentado en la tertulia luciendo unas patillas de hacha muy apropiadas para el disfraz de conde Drácula, pero que desdecían bastante en un entorno cultivado como el que convoca el Opus Dei.
El acto con el Padre ha durado algo más de una hora. Realmente podría decirse que ha consistido en una catequesis en la que nos ha recordado la vigencia de los valores cristianos. Muy cercano, ha atendido las cuestiones que le han planteado algunos de los asistentes dando un punto de vista siempre acertado.
Como es costumbre, quiero rendir homenaje a la figura de don Javier exponiendo sus armas. Armas que escogiera tras ser elegido para el cargo vitalicio que ostenta y que sugieren ser brisura, por medio de la adición de una filiera, de las de su antecesor, don Álvaro del Portillo.
Podrían blasonarse como un campo de gules, con bezante hueco de oro cargado de una cruz latina de oro, con el travesaño horizontal alzado. En punta rosa de la baronía de Rialp de oro. Brisadas con filiera de oro.