viernes, 30 de septiembre de 2011

ENLACE

Existen errores geográficos comunes de los que pocos logran escapar. Me explicaba recientemente el marqués de Empinar del Codo, coronel de aviación retirado, que se aprende mucho observando con detenimiento un mapa de España, sin prisa. No entendí el fondo del asunto, pero logró sorprender mi manifiesta ignorancia geográfica con tan solo tres ejemplos:
Para recorrer el camino que separa Madrid de Barcelona, en automóvil, hay que atravesar Zaragoza. En consecuencia, como el camino discurre hacia el norte, Zaragoza ha de estar situada en una posición más cercana al sur que Barcelona. Pero resulta que no. Zaragoza posee una latitud norte superior a la de Barcelona. Compruébelo, improbable lector.

Del mismo modo, al recrear mentalmente la comunidad autónoma de Aragón, la imagen inicial es la de una región que limita con Francia y que, en consecuencia, se encuentra muy al norte considerando el conjunto peninsular. Pues no. Teruel se sitúa aproximadamente a la misma altura que la provincia de Madrid.

Y por último, al considerar el país que se encuentra situado al norte de la península invariablemente acude a la mente Francia. Pues tampoco. Los países que se sitúan al norte son Irlanda y el Reino Unido. Francia se ubica al nordeste. No se quede ahí parado, improbable lector, acuda al atlas que tiene arrumbado en la estantería y compruebe los tres extremos.
Al contrario que a usted, improbable lector, el desconocimiento del idioma me ha impedido habitualmente el acercamiento a las páginas de heráldica del país que se encuentra, no diré ya nunca más al norte, del país que se halla al otro lado de los Pirineos. El que fuera el reino de Francia.
En lo que hoy es Francia, en los diferentes reinos que en su momento la conformaron, se gestó el nacimiento de la heráldica. La denominada por los maestros área clásica de la heráldica abarcaba tanto el norte como el centro francés.

En consecuencia, los artistas heráldicos que pueblan aquellos lares mantienen, a pesar de revoluciones, imperios y restauraciones, la tradición de aquellos reinos que actuaron como cuna de la ciencia heroica.
Hoy propongo a su consideración y recreo, improbable lector, la página de un artista heráldico francés, Laurent Granier, que a buen seguro ya habrá apreciado en alguna ocasión. Se trata, atendiendo a la calidad, a la extraordinaria factura de sus diseños, de un verdadero maestro. Son de su autoría los diferentes escudos que ornamentan esta entrada.
La página electrónica en la que se alojan sus trabajos es la que sigue: