miércoles, 27 de abril de 2011

REYES DE ARMAS

La heráldica se mantiene viva. Permanece viva en tanto que se siguen, no solo exhibiendo antiguas armerías, sino adoptando armas nuevas.Como recordará, improbable lector, el escudo, en estos reinos que son España, es propiedad de quienquiera que desee hacerse diseñar armas nuevas. No es necesario ser noble, no se requiere condición alguna. Únicamente hay que elegir unas armas. Nada más.En otros reinos de nuestro entorno geográfico europeo no ocurre así, siendo necesario poseer o acceder a la condición de noble. Aquí no. En los reinos que hoy son España y en todos aquellos virreinatos que algún día fueron parte del imperio, ostenta armas quienquiera que desee poseer un escudo.
Pero también es cierto que resulta del todo conveniente y muy acorde a las más antiguas tradiciones españolas, que así lo exigían, registrarlo ante la autoridad de un rey de armas.El último individuo que ostentó este cargo de rey de armas, acreditado ante el Ministerio de justicia, falleció en 2005. Falleció quien, en nombre del rey y con el visto bueno de las autoridades del gobierno de España, podía registrar armas nuevas. Y ante la cuestión planteada en su día por don Ignacio Koblischek, la administración pública española ha definido que no existe rey de armas alguno que esté legalmente acreditado, aunque la legalidad vigente contemple su existencia:
http://blogdeheraldica.blogspot.com/2009/01/legislacin-vigente-sobre-reyes-de-armas.htmlAl contrario que el maestro don Fernando del Arco en su reciente entrada, mi reflexión frente a este estado de cosas es la que sigue: Naciones tan adelantadas socialmente como Gran Bretaña, Holanda, Canadá o Suecia, mantienen la figura de los reyes de armas. Figura que aquí, como ha quedado expuesto, permanece vacante desde 2005.Sin embargo, es saber común que en España existen actualmente heraldistas muy capacitados, agrupados muchos de ellos en el seno de la Real academia matritense de heráldica.
Si el empleo entonces de rey de armas permanece vacante, existiendo sin embargo quien, por su capacidad, pueda ocuparlo ¿no debería sopesarse la posibilidad de recrear la figura, de dar vida de nuevo al cargo?