Don Carlos Navarro Gazapo es probablemente, de forma más que merecida, el más prolijo pintor actual de escudos.
Las armas del príncipe de Asturias, definidas por medio de real decreto de 2001, son fruto de su capacidad artística:
Dos de sus diseños, sobre la base del escudo actual de España, de facturas excelentes, sirvieron como reclamo de portada para la magna obra Símbolos de España, en sus ediciones de 1999 y 2000, publicadas por el Centro de estudios políticos y constitucionales.
Nuestro escudo nacional se definió a través de las tres normas legales, de 1981 y 1982, que blasonaron, dibujaron y definieron los colores de las armas de España:
el Real Decreto 2964/1981, de 18 de diciembre, por el que se hizo público el modelo oficial de escudo de España (BOE núm. 221, de 15 de septiembre)
y el Real Decreto 2267/1982, de 3 de septiembre, por el que se especificaron técnicamente los colores del escudo de España (BOE núm. 221, de 15 de septiembre).
Este cuerpo normativo consagró como institucional un diseño de nuestro escudo que, aunque con evidente buena intención, no puede ser considerado un ejemplo de arte heráldico. Al contrario, es más bien frío, aséptico.
Como se señaló más arriba, a las autoridades no han pasado desapercibidos los modelos, a todas luces más estéticos, de don Carlos Navarro Gazapo.
Hoy, que es sábado gracias a Dios, se expondrá una imagen de la balconada del edificio de una de nuestras embajadas españolas, que efectivamente hay varias, en la ciudad caput mundi, en Roma.
No, no se equivoca, improbable lector, el escudo nacional que campea en la fachada de la legación es el creado por don Carlos Navarro.
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